Razonable Concha de Oro al amargo Mullan
Los jurados del Festival de San Sebastián nos han acostumbrado ancestralmente a las barbaries, admitiendo que hasta el más tonto tiene democrático y legítimo derecho a ser consecuente con sus alucinados gustos. Aquí han sufrido vergonzante y demencial desprecio institucional joyas incuestionables como Muerte entre las flores, Promesas del Este y en la última edición El secreto de sus ojos.
Por tanto, uno está preparado mentalmente para cualquier dislate. Pero este año han optado por una de las dos posibilidades lógicas en una sección oficial deprimente, en un muestrario alarmante de cine prescindible. Han premiado a los privilegiados ojos y oídos de Peter Mullan para reproducir infancias rotas, fatalismo, estados de ánimo siempre amenazados por el volcán, adolescencias sin salida, ambientes en los que solo se puede aspirar a la supervivencia, atmósfera turbia, violencia interior y exterior como respuesta biológica y vocacional de los más dotados ante la seguridad de que nunca encontrarán su lugar en el sol. La protagoniza un chaval que se empeña en luchar contra sus circunstancias, alguien inteligente y legal que tirará la toalla y se entregará trágicamente a la autodestrucción, a la catarsis del salvajismo, a ser un juguete roto. Mullan cuenta esa evolución con autenticidad, con espíritu documental, con una ira, una reflexión y una forma de ver el mundo que tiene gloriosos antecedentes en el free cinema y en el Ken Loach más inspirado. También ha encontrado en el adolescente Connor McCarron a un intérprete tan natural como inquietante, a alguien que inspira comprensión, miedo y piedad. No es una gran película, pero si algo que no te deja indiferente, un retrato creíble de comportamientos difíciles de entender.
La mejor película que he visto en la sección a concurso se titula 'Pa negre'
El premio especial del jurado a la catalana Elisa K (se acabó ese imperialista concepto del cine español, entiendo que los productores y los autores afirmen con naturalidad o con furia las irrenunciables señas de identidad del cine catalán, vasco, gallego, extremeño, conquense o salmantino, que de una puta vez el Estado y sus subvenciones reconozcan la gloriosa diversidad del federalismo) reconoce los artísticos méritos de una rebuscada estética arropando la historia y las consecuencias de una violación infantil difícilmente explicable que te deja gélido.
El premio al mejor director se lo han concedido a Raúl Ruiz por un folletín meritorio de cuatro horas y media (me cuentan, no puedo afirmarlo, problemas estomacales y enfermizos me impidieron disfrutarlo) titulado Misterios de Lisboa. Y me alegro de que este cineasta habitualmente plomizo, deudor vergonzante e impostado del cine de Buñuel, castigo impenitente que me imponen desde siempre los festivales de cine, se haya convertido de repente en el equivalente de John Ford. Si alguna vez se estrena su presunta obra magna en las pantallas españolas, les contaré mis siempre dogmáticas impresiones.
La mejor película que he visto en la sección a concurso de este festival, se titula Pa negre (traduzco: Pan negro) y la firma Agustí Villaronga. Todos sus intérpretes, niños y adultos, son excelsos (te fascinan los matices que puede lograr ese actor acojonante llamado Eduard Fernández en un personaje al que no sabes si querer, compadecer o detestar, o todo a la vez), pero se lo ha llevado Nora Navas. No la conocía. Es pura garra, es credibilidad, es clavar la mirada, el gesto, la palabra y los silencios interpretando a una encallecida superviviente, a la mujer que sabía demasiado sobre supuestos héroes y aplazados canallas.
El premio secundario, pero solo atribuible a la ardorosa conciencia patria, a Aita es comprensible. Las humanistas historias de Navidad que desarrolla el guión de la noruega A casa por Navidad están lastimosamente contadas en imágenes. Supone el innecesario tributo a las inútiles buenas intenciones que no están acompañadas de talento.
La sección oficial ha sido grisácea, si evitamos la crueldad en los adjetivos. Tienen que cambiar bastantes cosas, encontrar una personalidad definida y a ser posible ejemplar, conseguir un cine poderoso y de verdad que abandone este calvario académico y multicultural. Se encarga de ello a partir de ahora José Luis Rebordinos, uno de los seres más cálidos, imaginativos, genuinos, honrados, profesionales, generosos y queribles que he conocido nunca. Tendrá que aprender a ser un político, sobrevivir a esas implícitas miserias, pero sobre todo tiene la misión de recuperar artísticamente algo seriamente enfermo. Que la Mostra de Venecia, su antecesor y principal rival, esté bastante peor, en manos de un arrogante y necio lunático, no puede ser un consuelo para el Festival de San Sebastián. Que la fuerza, el criterio y la suerte acompañen a mi entrañable Rebordinos.
El palmarés
- Concha de Oro a la mejor película: Neds, de Peter Mullan.
- Concha de Plata al mejor director: Raúl Ruiz (Misterios de Lisboa)
- Concha de Plata a la mejor actriz: Nora Navas (Pa negre)
- Concha de Plata al mejor actor: Connor McCarron (Neds)
- Premio del Jurado a la mejor fotografía: Jimmy Gimferrer (Aita)
- Premio del Jurado al mejor guión: Bent Hamer (A casa por Navidad)
- Premio Especial del Jurado: Elisa K, de Judith Colell y Jordi Caneda
Babelia
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