Savater saca a la plaza la ética de la tauromaquia
Su nuevo libro aborda la actitud moral ante los animales
Cuesta encontrar algún vestigio relacionado con la tauromaquia entre los incontables chismes, libros y fotos que el filósofo Fernando Savater colecciona en su casa de Madrid. Hay que caminar hasta la cocina y husmear tras una pared para encontrar un añejo cartel del 5 de octubre de 1974 en la madrileña plaza de Vista Alegre. Antonio Bienvenida se retiró aquella tarde de los ruedos tras torear con Curro Romero y Rafael de Paula. Savater (San Sebastián, 1947) estuvo allí. Y en muchos otros cosos. "Me gustaban Romero, Paula, Antonio Ordóñez... E ir a verles con los amigos. Sin embargo soy incapaz de ir solo a una plaza de toros, cosa que sí me ocurre con la hípica".
A pesar de no considerarse "un verdadero aficionado a los toros", el pensador y escritor vasco ha querido abordar nuestra actitud moral hacia los animales en Tauroética (Ediciones Turpial), un librito de 90 páginas que se lee de un tirón y ayer presentó al mediodía en la madrileña plaza de Las Ventas. Le acompañaron el historiador y Director del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, Carlos Abella, y el cineasta Agustín Díaz Yanes. Este último calificó a Savater como "un gran educador de muchedumbres que ha intentado con esta obra irónica y filosófica establecer una polémica civilizada con los animalistas; trata asuntos como la naturaleza, la libertad y la política, temas que nos van a afectar tanto a los taurinos como a los antitaurinos".
"En los grupos más activos contra las corridas de toros hay fervor religioso"
Un par de horas antes, Savater recibió a EL PAÍS en su domicilio. Y recordó que la inspiración de estos textos surgió del debate parlamentario en Cataluña sobre una iniciativa ciudadana que solicitaba la abolición de las corridas de toros en esa Comunidad Autónoma, donde el pasado 28 de julio se aprobó la decisión de prohibir los festejos taurinos por 68 votos a favor, 55 en contra y nueve abstenciones.
La prohibición, que entrará en vigor en enero de 2012, es para Savater "un recorte de libertad moral". Y añade: "Los parlamentos no están para resolver cuestiones morales. Lo que hay que establecer es un marco legal dentro del cual quepan distintas posturas. Podría haberse instituido una regulación restrictiva, pero no prohibitiva. Se condena una de las morales en nombre de otra. Y eso es lo que hacen las teocracias. Esta es una cuestión de tipo religioso; en los grupos más activos de oposición a las corridas de toros hay una especie de fervor religioso, como es el caso de los que se pintan y se ponen banderillas o van a insultar a los que van a la plaza".
El ardor que Savater observa en el bando contrario, el de los taurinos, es el de considerar la tauromaquia como "una expresión eterna de no se sabe qué esencia española". Él lo llama El toro por la patria: "Algo que rebaja una fiesta de interés universal. Otro asunto es que hay muchos taurinos que la ponen en peligro. Si este debate se aprovechara bien, podría servir para regenerarla. El símbolo de la corrida era de poder a poder cuando el toro bravo era una instancia temible. Hoy parece una vaca cabreada. Lo que no puede ser es bajar cada vez más el nivel, la degradación del trapío y la casta. Pero la fiesta no tiene que defenderse. Es quien quiere suprimirla el que debe demostrar las razones para hacerlo".
Si bien admite en su nuevo libro la crueldad que lleva aparejada la lidia, Savater asegura que "no se trata de un fin en la tauromaquia", a la que atribuye "innegables valores artísticos". Para este pensador, "el aficionado que va a la plaza quiere ver una buena media verónica, no la sangre".
Tauroética no pretende salir en defensa de las corridas de toros, según su autor. "Pero sí en defensa de la ética". Y reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza. "La ética no dice en la tradición occidental que los animales y los hombres deben tener los mismos miramientos. Eso es una especie de budismo más o menos aguado que ha permeado la tradición ética en occidente", argumenta Savater antes de concluir: "No solo es posible una ética en la tauromaquia; forma parte de las actividades que un ser humano sano moralmente puede apreciar y practicar".
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