Mal empezamos
Dejar las vacaciones y volver al trabajo representa para muchos ciudadanos una transición difícil. El presidente de la Xunta, tras unos días de descanso y, a pesar de "estar permanentemente informado" empezó el curso político con declaraciones muy desafortunadas.
Así, en referencia al escenario presupuestario, anunció que "no vamos a gastar más de lo que tenemos". Ante tal afirmación cabría esperar que el presidente apuesta por el déficit cero en el próximo presupuesto, ya que, déficit es el exceso de gasto sobre los ingresos no financieros de una Administración. Sin embargo el Gobierno gallego ya hizo pública su intención de endeudarse hasta el máximo permitido, 729 millones de euros en el año 2011, idéntica estrategia a la utilizada en el presupuesto de 2010 que con un endeudamiento de más de 1.500 millones de euros representa el mayor volumen de deuda de la historia de Galicia.
Que Feijóo califique de "problema" la muerte de dos brigadistas exige una rectificación pública
Visto que el presidente no se refiere a dejar de utilizar el recurso al endeudamiento, quizás anuncia que abandona su propuesta de utilizar las fórmulas de financiación público-privadas para financiar hospitales, depuradoras, carreteras o cualquier otra infraestructura. Este tipo de contratos concesionales suponen posponer el pago de una inversión comprometiendo los presupuestos autonómicos durante 20 ó 25 años a partir del momento de su puesta en servicio. Sin embargo, tampoco parece que piense dar marcha atrás quien licitó el hospital de Vigo por esta fórmula, abriendo la puerta a la privatización de la sanidad pública e incrementando en más de 450 millones de euros su coste.
Por el contrario, lejos de actuar conforme a sus palabras de "no gastar más de lo que tenemos" anuncia un plan de colaboración público-privada de 3.000 millones de euros lo que supone incrementar los compromisos de pago de la Xunta un 60%, ya que la deuda acumulada por Galicia durante toda nuestra historia era al cierre de 2009 próxima a los 5.000 millones de euros.
En la actual situación de restricción presupuestaria, el recurso a la colaboración público-privada es lícito y puede resultar eficiente. Sin embargo, una decisión de tanto calado, que compromete los presupuestos de los próximos 20 años, se está realizando con nula información a las fuerzas parlamentarias, sin determinar qué tipo de proyectos serán financiados por este procedimiento, sin acotar el volumen máximo de compromiso financiero por esta vía y sin cuantificar los recursos comprometidos para los próximos años que hipotecarán la acción de futuros Gobiernos durante más de cinco legislaturas y pueden poner en peligro los servicios públicos básicos. A pesar de que la reducción del déficit público es la única estrategia del PP en materia económica, Feijóo compromete los recursos de la Xunta tanto o más que recurriendo a la deuda pública y, por supuesto, gasta mucho más de lo que tenemos.
Por lo tanto, ¿a qué vienen sus engañosas palabras? Es obvio que por elementales principios contables, el presupuesto debe mantener ingresos y gastos equilibrados, por lo tanto, o su prepotencia le lleva a pensar que reinventa las normas de contabilidad públicas o intenta, subrepticiamente, confundir haciendo creer que en años anteriores esto no ocurría así.
Su primera comparecencia le permitió también valorar la campaña de incendios en Galicia como "óptima", calificativo sorprendente cuando, pese a la ocultación de información de la Xunta, sabemos que ardieron miles de hectáreas, o cuando las medidas de prevención fueron escasas y llegaron tarde, como reconoció el propio responsable de Medio Rural tras conocerse que los convenios, subvenciones y ayudas para limpiar el monte estaban sin conceder o firmar a mediados de agosto. Pero lo más llamativo y erróneo es calificar como la mejor o excelente una campaña en la que murieron dos brigadistas mientras realizaban su trabajo y cuando arrecian las críticas de los sindicatos sobre las medidas de seguridad, la formación y los medios de los equipos de extinción de incendios.
El presidente Feijóo, acostumbrado a olvidar sus compromisos y su pasado, llega incluso a calificar de "óptimo" lo que en 2006 le llevaba a exigir dimisiones, mientras afirmaba que con el PP en la Xunta "no había muertos". Su obsesión por desaparecer de los problemas de Galicia incluso hizo que nadie de su Gobierno acompañara a las familias de Rodrigo y Julio en su despedida, a pesar de perder la vida realizando un servicio público para la comunidad a las órdenes de la Xunta.
El presidente empezó con mal pie el curso político, anticipando que nos espera otro año de echar balones fuera y falta de iniciativa para reactivar la economía. Pero calificar como "problema" la muerte de dos brigadistas va más allá del oportunismo político y precisa una rectificación pública.
María José Caride es diputada del PSdeG y ex conselleira de Política Territorial
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