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Reportaje:

El patrimonio ya tiene Red

Los parques arqueológicos de Campo Lameiro y San Cibrao de Lás abrirán este año - "Siguen la lógica de la Cidade da Cultura", critican desde la Universidad

"Recuperar la memoria histórica y potenciar la oferta turística". Esos, según la frase espectacular del ex conselleiro Jesús Pérez Varela, eran los objetivos de la Rede Galega de Patrimonio Arqueolóxico (RGPA). Cuatro grandes parques, uno por provincia, consagrados a la cultura castrexa (San Cibrao de Lás), el arte rupestre (Campo Lameiro), el megalitismo (pendiente de ubicación en la Costa da Morte) y la romanización (Lugo).

"Vendrán a vernos desde todo el mundo", anunció entonces el conselleiro de Cultura. El proyecto, presentado en 2001 con una inversión de 18 millones de euros hasta su finalización "en 2005", empezará a ver la luz a finales de este año, con la inauguración en Pontevedra de Campo Lameiro y, entre Punxín y San Amaro (Ourense), del Parque Arqueolóxico da Cultura Castrexa, que debería estar listo en septiembre. Aún no se sabe si habrá que pagar entrada.

"Se hizo de arriba abajo. Primero habría que inventariar lo que hay"
"Lo primero que tiene que ser el patrimonio es identitario"
"Nadie sabe cómo funcionarán. Qué relación tendrán con los otros centros?"
"La política de la Xunta es, de nuevo, 'yo me lo guiso, yo me lo como"

Quiso reformarlo el bipartito: "Lo importante es el patrimonio, no los centros", decía en 2008 el ex responsable del ramo, Felipe Arias. Un año después, Roberto Varela reafirmaba la centralidad de la Rede, "a la que no se dedicó mucho esfuerzo en los últimos años", descartando avances en el Centro de Arqueoloxía Subacuática de Vigo, impulsado por el Gobierno anterior, "por cuestiones presupuestarias". A falta de rematar las obras de musealización y pendientes de escoger dirección -"recaerá sobre funcionarios de Cultura", aclaran en la consellería- y personal, lo único que se sabe de los centros que debían "optimizar los recursos disponibles, divulgar la información de los yacimientos e impulsar la protección y conservación del patrimonio" está en las cuatro monografías editadas por la Xunta en 2004. Confunde un poco. Si para esos fines la RGPA "podrá asociarse a otros centros e instituciones, para lo cual se establecerá una relación de cooperación", en Cultura no justifican por qué la Rede se llama rede. El director de Patrimonio, José Manuel Rey Pichel, no quiso hacer declaraciones para explicarlo.

Las críticas, en este aspecto, remiten a la falta de sentido en el trabajo arqueológico y a los desencuentros entre Administración, Universidad y empresas desde comienzos de los 90, con secretos a voces y una preocupante desconexión entre poder, investigación y puesta en valor del patrimonio a pie de parroquia. "A día de hoy nadie sabe cuál va a ser el régimen de funcionamiento de los centros, qué tipo de personal tendrán ni cómo se van a interrelacionar con los museos y otros centros existentes", critica Francisco Fariña. Para el que fue director del Museo Arqueolóxico de Ourense durante más de 30 años, la RGPA debería "repensarse totalmente". El edificio de San Cibrao de Lás, con más de 3.000 metros cuadrados construidos, le parece "desproporcionado para el lugar".

El ejemplo de Lugo, donde el antiguo cuartel de San Fernando se convertirá en Centro de Interpretación e Museo da Romanización de Galicia, también le vale de muestra. Allí deberá convivir con el Museo Provincial, las salas arqueológicas de la ciudad, dependientes del Ayuntamiento, el Centro de Interpretación da Muralla y la domus urbana hallada durante las excavaciones en el cuartel. "El programa de necesidades para el cuartel era de una generalidad lamentable, carente de mensaje y organización expositiva, sin el mínimo detalle de piezas. A ver cómo se relacionan todas esas actuaciones". La reforma del viejo cuartel de inválidos del siglo XVIII comenzará en 2011 y costará 10 millones.

Más al ralentí, el parque del megalitismo, en la Costa da Morte, es caso aparte. Proyecto supracomarcal, con ocho municipios implicados, el trabajo de la Xunta se centra ahora "en llevarlo adelante y no centrar el debate sobre su ubicación". "Debe existir colaboración entre los Ayuntamientos para no caer en localismos". Patrimonio tiene previsto actuar en 14 de 15 enclaves megalíticos preferentes, desde el dolmen de Pedra da Arca (Malpica) a la Arca da Piosa (Zas). Dombate habrá de integrarse en el futuro parque, pero la Deputación da Coruña ejecuta su propio plan director para la catedral del megalitismo en Galicia. Después de 20 años de semi abandono, el dolmen de Cabana de Bergantiños tendrá centro de interpretación aparte. Para Antón Rodríguez Casal, profesor en la Universidad de Santiago, la política arqueológica de la Xunta es "de nuevo, yo me lo guiso, yo me lo como". "El problema es que no se consultó previamente al comité científico del parque", dice Casal, "incumpliendo así su papel de asesoramiento y evaluación". Hasta ahora se reunieron una sola vez en 2004, nada más nombrarlos Patrimonio, los comités científicos -un grupo de expertos por parque- del arte rupestre y de la cultura castrexa. La Xunta lo achaca a que las bases museográficas de los centros de Lugo y Ourense "aún están en un proceso incipiente", si bien en el futuro "se tendrán en cuenta esos nombramientos para invitarlos a conocer los parques y el estado actual de los proyectos".

En opinión del también profesor y arqueólogo Ramón Fábregas, este "oscurantismo" retrotrae a la última etapa del Gobierno Fraga. "La tara de la RGPA es esa noción de despotismo ilustrado. Entonces la política arqueológica emanada de la Xunta era autista". Para Rodríguez Casal, la Rede, más que un epítome de la política arqueológica en Galicia, "es una forma de controlar el trabajo arqueológico". "Pero olvidan que ellos no están preparados para la investigación".

En Campo Lameiro, el espacio a través del que se pretende gestionar todo el arte rupestre de Galicia -entre Campo Lameiro y Cotobade hay más de 300 petroglifos- ocupa una superficie de 3.500 metros cuadrados. Cafetería y exposición permanente en la planta baja, y estancias para investigación y documentación en la parte de arriba. "El problema es de filosofía", lamenta Antonio de la Peña, conservador de fondos arqueológicos en el Museo de Pontevedra desde 1981. "Se hizo sin contar ni con los especialistas ni con los arqueólogos, de arriba abajo. Primero habría que hacer un inventario exhaustivo de lo que hay, crear parques temáticos sería el último paso". Sobre su rentabilidad social habla José Carlos Bermejo, catedrático de Historia Antiga en la USC: "La RGPA se basó en un pensamiento ilusorio que pretendió obrar el milagro de conseguir hallazgos espectaculares que pudiesen ser objeto de interés turístico, expuestos en edificios singulares admirables por su arquitectura, y generadores de riqueza gracias a sus visitantes. Siguen la misma lógica que la Cidade da Cultura".

Como ejemplo de trabajo de campo, el del Instituto de Estudos Miñoranos es material -musealizaron los petroglifos de Sabarís- e inmaterial, programando, de noche y con linterna, visitas guiadas con los vecinos para que éstos distingan los grabados de la zona. Para el historiador Xosé Lois Vilar, que compagina el trabajo en el IEM con la venta de fruta, "para diseñar un centro de 1.600 millones de pesetas [por Campo Lameiro] hay que tener en cuenta la economía del país". "Lo primero que tiene que ser el patrimonio es identitario".

Ese otro debate pendiente también es transversal: del mismo modo que se arrasaron los petroglifos y el yacimiento romano de Boaventura, en Oia, para plantar kiwis sin licencia -"Oia tiene que mirar al futuro y unas piedras no pueden ser obstáculo", dijo su alcalde, Alejandro Rodríguez (PP)-, así pasó 14 años sin barrer la excavación del interior de la Torre de Hércules, ya musealizada. La capa de suciedad era tan grande que no se veían los bordes de las piedras.

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