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Zapatero asume su parte de responsabilidad en el recorte del Estatuto catalán

El presidente pide en Barcelona otra oportunidad para rescatar su proyecto de una "España plural"

Miquel Noguer

José Luis Rodríguez Zapatero intentó ayer en Barcelona que su primera visita a Cataluña tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto quedara en algo más que paños calientes. En el momento más difícil de su relación con la sociedad catalana, el presidente del Gobierno utilizó toda su capacidad dialéctica para dar a entender que ha captado el mensaje de la masiva manifestación del 10 de julio. Se comprometió así a poner remedio al "malestar" que percibe en un "amplio sector" de la sociedad catalana, pidió "calma" y aseguró sentirse partícipe de la situación generada. "No soy responsable de la sentencia, pero sí me siento responsable de sus consecuencias políticas", aseveró.

"No me siento responsable de la sentencia pero sí de sus consecuencias"
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La atropellada historia del Estatuto catalán y su último episodio en el Tribunal Constitucional, junto a los avatares de la crisis económica, han minado la credibilidad de Zapatero en Cataluña, que junto a Andalucía es el principal caladero de voto de los socialistas. De este problema le alertó incluso el presidente de la Generalitat catalana, el también socialista José Montilla, que presentó ayer a Zapatero en su intervención ante el foro Tribuna Barcelona. Montilla le pidió al presidente del Gobierno "más hechos" que "palabras" para demostrar su compromiso con el autogobierno catalán.

Consciente de esta situación y del pésimo momento que viven los socialistas en Cataluña, Zapatero optó por no hacer ninguna promesa. Ni sobre inversiones -no sería creíble, dado el contexto económico- ni sobre el desarrollo concreto del Estatuto. Dijo que lo primero que hay que restablecer es la "confianza". "Esto no es un problema de transferencia de becas o de otras competencias, lo primero que tenemos que hacer es encontrarnos en los sentimientos", aseguró, para añadir a continuación: "Cataluña necesita a España y España a Cataluña ahora más que nunca".

Fue la respuesta del presidente del Gobierno a unos sondeos de opinión que no solo muestran un espectacular retroceso de los socialistas en Cataluña, sino también un avance del sentimiento independentista y, sobre todo, del desapego de una parte importante de la sociedad respecto a la idea de España.

En un día en el que los partidos nacionalistas catalanes rezumaban euforia por el reconocimiento de la independencia de Kosovo por parte del Tribunal Internacional de Justicia, Zapatero aseguró que no ve en la sociedad catalana un sentimiento independentista mayoritario. Entre el auditorio, formado mayoritariamente por empresarios y buena parte de los cuadros de los socialistas catalanes, Zapatero lanzó un mensaje en la línea de los gestos que Montilla le pidió esta misma semana en La Moncloa. Se refirió directamente a la "identidad nacional" de Cataluña, que cree compatible con la consideración constitucional de España como "la nación de todos". Contrasta esta concepción, y así se lo quisieron hacer notar varios de los asistentes, con la de la sentencia del Tribunal Constitucional, que insiste en que "la única nación que reconoce la Constitución es la española".

En esa misma línea de gestos, aunque ahora como líder del PSOE, Zapatero quiso dejar claro que sigue creyendo en el concepto de la "España plural" que él mismo convirtió en bandera para garantizarse el apoyo de los socialistas catalanes hace diez años para su elección como secretario general. Aunque los partidos catalanes, entre ellos el PSC, consideran que está ya muy alejado de aquellos posicionamientos, el presidente del Gobierno volvió a reivindicarlo ayer con fuerza. Para Zapatero la España plural forma parte de su compromiso político al mismo nivel que el pluralismo ideológico y la defensa de la igualdad de oportunidades.

Montilla se lo puso en bandeja para que volviera a presumir de ello al recordar que el PSC optó mayoritariamente por Zapatero en 2000 precisamente por su concepción de España. No le resultó tan agradable, también en clave de partido, que Montilla le recordara una conversación que mantuvieron en la primera visita del presidente a la sede del PSC. "Piensa que entras a la sede de otro partido", le dijo el político catalán al entonces aspirante a secretario general del PSOE.

Los recelos de sectores del PSC con el PSOE -y con Zapatero en particular- son hoy mucho más evidentes tras la sentencia del Estatuto. El sector más catalanista se considera engañado por el presidente, que en su opinión no ha hecho suficiente para evitar el recorte del Constitucional. Este malestar se percibió ayer en el foro. Estaban Montilla y dos de sus consejeros, Mar Serna y Ernest Maragall, pero faltaban el grueso de los dirigentes socialistas de la Generalitat, encuadrados precisamente en el sector más catalanista. La ausencia de pesos pesados del PSC como Antoni Castells, Montserrat Tura, Joaquim Nadal o Marina Geli, disconformes con la estrategia socialista respecto al Estatuto, fue muy comentada.

En los momentos previos al coloquio había cierta expectación por saber hasta qué punto Zapatero concretaría su hoja de ruta para Cataluña. Durante su reunión con Montilla en La Moncloa, el pasado miércoles, acordaron redactar un calendario de actuaciones antes de los comicios catalanes, previstos para octubre o noviembre. Ayer Zapatero generó un punto de intranquilidad al afirmar que la situación no se resuelve en dos días, y que rehacer el Estatuto trascenderá esta legislatura e incluso la siguiente.

Con todo, el presidente del Gobierno esbozó tres líneas generales. En primer lugar, dijo garantizar el respeto a los sentimientos de identidad de los catalanes, compatibilizando lo que dice la Constitución con la definición de "nación" incluida en el Estatuto.

En segundo lugar, apostó por recuperar mediante leyes orgánicas todo lo que se pueda de lo amputado por el Constitucional. Desmontó en este sentido el argumento del Partido Popular de que si algo es inconstitucional en el Estatuto también lo será en una ley orgánica. Recordó el presidente que varios de los preceptos tachados de inconstitucionales lo son por no haberse escogido la correcta fuente normativa. Es decir, hay cosas que se pueden regular por ley, pero no mediante el Estatuto.

Y en tercer lugar, se comprometió a seguir desarrollando la norma. Presumió de haber realizado hasta 31 traspasos de competencias a Cataluña, y vaticinó que habrá más, eso sí, sin concretar ninguno. Sectores del público asistente echaron en falta que no hiciera compromisos concretos sobre la descentralización de la gestión aeroportuaria, largamente reivindicada por la sociedad catalana y prometida por el Gobierno.

Los partidos de la oposición en Cataluña se agarraron a estas inconcreciones para criticar la visita de Zapatero, que a su juicio se pareció más a la conferencia de un secretario general del PSOE que a la de un presidente del Gobierno.

Joan Herrera (ICV) habló de "frustración" y "falta de compromiso". Joan Ridao (ERC) le negó capacidad de reacción: "Zapatero ha venido a Cataluña a pedir crédito y aquí ya no fiamos". Convergència i Unió destacó el recorte en las inversiones anunciada por Fomento para ejemplificar que "maltrata" a Cataluña.

Zapatero y Montilla tienen pues ante ellos una labor ingente para conseguir el reencuentro de las sociedades española y catalana, máxime en un momento de fuertes turbulencias electorales. El presidente del Gobierno no hizo compromisos a corto plazo, a sabiendas de que no existe una fórmula mágica para lograr sus objetivos. En el PSC, sin embargo, cayó muy bien que echara mano de una expresión que ya utilizó en el Congreso de los Diputados para referirse a la salida de la crisis. Zapatero prometió mejorar el encaje de Cataluña y España, y añadió: "Me cueste lo que me cueste".

Zapatero y Montilla, durante el coloquio organizado ayer en Barcelona.
Zapatero y Montilla, durante el coloquio organizado ayer en Barcelona.MARCEL·LÍ SÀENZ

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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