La escuela de los primerizos
Con seis victorias consecutivas antes de la final contra España, la selección holandesa había despertado entre sus compatriotas la sensación de que serían invencibles en Sudáfrica. Los jugadores de Van Marwijk marcaron 12 goles en los encuentros previos a su cita con La Roja. Ahora, buscan consuelo en los propios ganadores. "España ha modernizado el fútbol de la escuela holandesa y se ha hecho con la Copa", apuntó el rotativo nrc.next. Desolados ante el 1-0 de Johanesburgo, se recurre al eco de Johan Cruyff, de Michels y Neeskens, en su día vinculados al Barcelona. Ellos habrían dejado una estela visible en los jugadores españoles de hoy. Pero las teorías no han podido borrar del todo el malestar dejado por el "duro juego" protagonizado por los oranje.
Tampoco el gesto de Van Marwijk ha contribuido a suavizar las cosas. "Claro, está desilusionado. No es fácil aceptar una derrota cuando se ha estado tan cerca del triunfo". Así explicaron los comentaristas de la televisión nacional (NOS) que el entrenador se quitara la medalla de subcampeón. El país llevaba 32 años esperando y ganaba una España primeriza. Porque en el fondo, esa parece la opinión mayoritaria. O como decía un grupo de aficionados de La Haya: "Hemos perdido el Mundial en dos ocasiones. Ha llegado nuestra hora. España puede esperar un poco más". Cuando todo había pasado, solo encontraron alivio en el pasillo de honor formado por los holandeses para los españoles en el estadio. "Ha ganado el mejor equipo", reconoció a su vez a regañadientes el seleccionador holandés. Y la discusión quedó zanjada.
Lo que sí ha logrado el Mundial es acercar algo más a las distintas comunidades residentes en el país. Que en la selección haya jugadores autóctonos, pero también de origen marroquí, de Surinam, las Antillas holandesas y las Molucas (archipiélago de Indonesia) y antigua colonia, se ha vivido con alegría. Todos han nacido en Holanda, y frente a las tensiones propias de una sociedad multicultural, han prevalecido los mejores valores del deporte. El día después, eso sí, resulta penoso. Los adornos han sido recogidos en silencio, sin más sonrisas espontáneas. Para levantar los ánimos, se ha mantenido un paseo de honor para el equipo por los canales de Ámsterdam.
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