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Reportaje:CINE

Estos tipos te harán reir

En su mayoría son cuarentones en una industria cada vez más imberbe. Limpios en apariencia aunque no tanto en su humor, cada vez más salido. Si algo les caracteriza como artistas es su capacidad para la improvisación, para soltar paridas una tras otra a la vez que hablan, casi sin pensar. Y curiosamente, con todo lo soeces o brutos que son en pantalla, son mayormente artistas de los que disfrutan de relaciones sentimentales formales, padres de familia a los que hasta les gusta sacar a sus propios hijos en medio de sus farsas. Se trata de la nueva generación de cómicos de Hollywood, esos que en los últimos años han proliferado en su mayor parte a la sombra de Judd Apatow o por sus propios méritos. No son estrellas, pero han demostrado que no hace falta serlo (y menos aún pagar salarios de 20 millones de euros por película) para hacer gracia. Aquí va un abecedario abreviado de quiénes y cómo nos harán reír este verano en la pantalla del cine.

"Yo soy el idiota. Es mi nicho. Me sale de natural", dice de sí mismo en cuanto puede el actor Steve Carell
La gordura hace gracia en pantalla, y ni toda la corrección política del nuevo milenio junta lo puede evitar

Apatow, Judd. Tenía que ser el primero. Por la A de Apatow o por la A de "alcalde de la comedia". Ese es el título que le han puesto en Hollywood a la gran esperanza blanca de la nueva comedia. Durante años, este neoyorquino mezcla de Woody Allen y James L. Brooks no fue nadie. O, mejor dicho, fue un fracasado cada vez que intentaba despuntar por su cuenta en el campo de la comedia televisiva (fallidas Freaks & Geeks y Undeclared) y el hombre en la sombra más buscado de la industria cuando había que arreglar un guión o darles chistes graciosos que contar a cómicos tan diversos como Jim Carrey, Garry Shandling o Roseanne Barr. Pero esos fueron otros años. Con Virgen a los 40 dio con la mina de oro y ahora Apatow es sinónimo de humor y taquillazo. Casi todo lo que te hace reír en los últimos cinco años lleva su nombre ya sea como director (Lío embarazoso) o como productor (Paso de ti o Superfumados) e incluso cuando no funciona del todo (Hazme reír) sigue haciendo gracia, porque Apatow sabe hacer mucho con poco dinero. La clave de este humorista frustrado de 42 años que asumió hace años que sus chistes eran mejores en boca de otro es improvisar, improvisar e improvisar, soltarlas cada vez más gordas y desnudar a sus actores en tu cara. Eso, además de risas, le gana críticas. Unas veces por su crudeza carnal y otras por machista. Apatow tiene su propia cantera de estrellas y amigos, y de ahí no sale: Paul Rudd, Seth Rogen, Jason Segel, Jonah Hill y pare usted de contar. Mujeres ya tiene una, Leslie Mann, con la que está casado y mete en cuanto puede en sus producciones. Y si quieren más Apatow, miren en Internet FunnyorDie.com, su página. "Hay que abrirse a todos, i-Phones, ordenadores, i-Pads. Y no cuesta un duro. Todo son facilidades para hacer buena comedia y aun así son pocos los verdaderamente graciosos", dice. Amén a eso.

Brand, Russell. Llega la B de Brand, británico y burro. Brand se llama y, al igual que la traducción de su apellido, Russell es la imagen de una marca. La suya. Zarrapastroso y con aire de rocker, hay quien le describe como el hijo de Tim Burton y Keith Richards si tuvieran uno juntos. Británico porque ese es el origen de este cómico de 35 años que se crió con una dieta de Monty Python, Fawlty Towers y Black Adder. Y burro porque nada le detiene. Será su condición de ex yonqui confeso la que le hace más irreverente, pero nada frena esa lengua de metralleta cargada con una verborrea intelectual gramáticalmente correcta. Al revés, la adicción al sexo, los escándalos y la heroína son el combustible que alimenta su humor, conocido desde antiguo en el Reino Unido, pero que en 2008 saltó el charco con Paso de ti, donde no era más que un secundario, pero se comió la peli y como los superhéroes inspiró su propia secuela: Get Him to the Greek. Su próximo peldaño, el remake de Arthur, el soltero de oro. Ya hay quien compara su carrera a la de Johnny Depp. "Mi madre me quiere igual. Pero ella piensa que soy Cristo", remata.

Carell, Steve. Carell es el hombre de las mil escuelas. La Second City de Chicago, una de las mejores canteras de improvisadores en EE UU. The Daily Show, el informativo más creíble de la televisión estadounidense, aunque sea en clave de humor, y el programa que le dio a conocer entre el público. Y esa otra cantera de papeles secundarios, por ejemplo, Como Dios, que le pusieron en el mapa en lo que parecía la cima de su carrera. Pero la fama con mayúsculas le llegó con la escuela Apatow y Virgen a los 40, doblete que remató en televisión como el jefe de la versión estadounidense de The Office, esa serie que, para desquicie de Ricky Gervais, ha superado en ventas y humor a su originaria británica. Señas de identidad: su pinta de idiota, sus razonamientos idiotas y esa cara capaz de reflejar el vacío más enorme en el cerebro de este cómico de 46 años. El hombre perfecto para su próximo estreno, La cena de los idiotas (previsto para septiembre en España) . "Soy el idiota", confiesa en cuanto tiene oportunidad. "Es mi nicho. Me sale de natural".

Fey, Tina La reina en un mundo sin mujeres. Lo ha sido siempre. La listilla en clase, la friki del cole cuando no existía ni el término, y menos para mujeres, y la primera escritora al frente del grupo de guionistas del legendario Saturday Night Live. Escritora, con A, femenino singular. Fay recuerda que su educación empezó pronto, a los cuatro años, cuando sus padres la dejaron ver El jovencito Frankenstein. "Ahora es mi turno de enseñarle a mi hija la película de Mel Brooks y los Monty Python. Aunque de momento se ríe con los chistes de Bob Esponja. Eso es bueno. Muestra de inteligencia", dice esta madre orgullosa. Sus otros niños, los artísticos, van desde el guión de Chicas malas hasta la producción, historia e interpretación de la serie Rockefeller Center. O, simplemente, su recreación de Sarah Palin, la aspirante a la vicepresidencia estadounidense a la que supo imitar en toda su crudeza. "Al final no importa quién sea presidente, la política es siempre un campo bien abonado para el humor", confirma una de las pocas mujeres que siguen haciendo comedia en un mundo de hombres. ¿El porqué de su éxito? Basta preguntar a cualquier mujer ejecutiva en EE UU quién es su role model y dirá Liz Lemon, de Rockefeller Center. Hasta en las ojeras de no haber dormido bien.

Heigl, Katherine Cuando el campo de la comedia romántica parecía muerto, el mismo esquema repetido hasta la saciedad y con sus reinas Julia Roberts y Sandra Bullock bien entradas en los 40, la H de Heigl llegó al rescate con un tipo de chica diferente, menos edulcorado y más gamberra. Quizá porque lo hizo como válvula de escape mientras evitaba una muerte segura. "Me he pasado nueve meses de cada uno de los últimos cinco años año sufriendo como Izzie. Y seis al borde de la muerte. ¡Vaya dramón! Así que cada vez que hacía una película me parecía de lo más divertida. Un buen momento para soltar toda la energía", se sincera esta actriz que comenzó de niña haciendo anuncios, pasó a ser el personaje más querido por el público (y odiado por la productora) de la serie dramática Anatomía de Grey y una de las pocas "mujeres Apatow", bendecida con un trabajo en Lío embarazoso. "Lo más divertido de las comedias es que te pasas el día discutiendo seriamente cuáles son los chistes más divertidos", comenta. Algunos tienen poca discusión, como su último trabajo junto a Aston Kutcher en Killers, comedia de acción con tintes cercanos a ese otro estreno de pesos pesados como Cameron Díaz y Tom Cruise llamado Knight & Day. "En ningún momento intento ser graciosa cuando corro. Soy así", se encoge de hombros.

Resacón. Para resaca, la que vivieron los estudios Warner cuando dieron en la diana con Resacón en Las Vegas. Si Apatow acuñó el término de "bromedy" o "comedia de tíos", Resacón en Las Vegas lo dejó grabado en oro con el éxito que disfrutó el pasado año la historia de una despedida de soltero donde tres amigos (y un tigre) pierden al novio. Una especie de Memento etílico. El filme también reivindicó lo que Apatow llevaba apuntando años: no se necesitan estrellas para rodar una buena comedia. Los años en los que humoristas como Jim Carrey o Mike Meyers hicieron saltar la bolsa de Hollywood con sus salarios son cosa del pasado. Bradley Cooper era el rostro más conocido de Resacón… Un actor que iba para guapo (Sexo en Nueva York) y de trascendente (su inspiración, John Hurt en El hombre elefante) y que tras numerosos fracasos: Novia por contrato, Loca obsesión o Di que sí, como el payaso serio de la comedia, decidió reírse de sí mismo en Resacón en Las Vegas. "Desde el momento en que concluimos el rodaje supimos que teníamos algo especial en nuestras manos", confesó a la prensa. Los estudios también, y para estar seguros se dedicaron a promocionar la película a lo Mel Gibson, pero en lugar de en las iglesias en los colegios mayores, que se consume más alcohol. El resultado, 231 millones de euros de recaudación para una película cuyo costo no llegó a los 30 millones. Por supuesto eso significa que la secuela ya está en camino y Warner Bross todavía se está riendo con los bolsillos bien llenos.

Sobrepeso. Fatty Arbuckle en los veinte. El Gordo (y el flaco) hasta bien entrados los años cuarenta. Dom DeLuise para los nostálgicos de los sesenta y las carnes de John Belushi en la revolución de los setenta. O las de Chris Farley para los noventa. Todos tienen algo en común: su gordura y su capacidad de hacer reír. La gordura hace gracia, al menos en la pantalla, y toda la corrección política del nuevo milenio no lo puede evitar. "Quizá por eso los cómicos siempre visten zapatillas de deporte. No es para hacer deporte. Se trata de que estamos gordos y no nos gusta que nos duelan los pies", afirma Apatow en nombre de su clan. Él solo tiene barriguita de cuarentón, pero en su escudería cuenta con dos pesos pesados: Seth Rogen y Jonah Hill. O contaba, porque Rogen, tras su salto a la fama con Lío embarazoso y Los superfumados, se ha quitado los kilos de encima para hacer de héroe en The Green Hornet. "Seguro que ahora la gente piensa que soy diez kilos menos gracioso, cuando lo cierto es que lo hice porque interpreto a un tipo que se pasa el día persiguiendo criminales. Una buena razón para ponerse en forma", se defiende Rogen. Así que Hill es el único que queda con forma redondeada. "Mi peso no me define y no quiero hablar del tema. Seth sigue siendo divertido y es todo lo que tengo que decir", comenta el por lo demás hilarante humorista de 26 años de los kilos que tiene empaquetados en sus justitos 1,69 metros de altura. Queda claro que la gordura hace gracia, pero no a quien la tiene. Incluso cuando se trata de cómicos.

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