Una cita con lo desconocido

El Mundial de Sudáfrica es una aventura a lo desconocido: por primera vez en invierno desde Argentina 78, por primera vez en altitud desde México 86, por primera vez en un país africano. Las predicciones son más difíciles que nunca. Y el simbolismo, más poderoso. Un continente relacionado con las guerras, el hambre y la pobreza tiene la oportunidad de dar un paso al frente. Y aprovechar esta formidable caja de resonancia para superar los recelos que despiertan la seguridad, el transporte y las comunicaciones.

Seis magníficos estadios nuevos muestran que sí es posible para África. Frente a las reticencias, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, eligió la sede solicitada por Nelson Mandela, un país que ama el fútbol. También fueron controvertidas en su día las designaciones de Chile 62, después de un terremoto; Argentina 78, tras el golpe militar, o Estados Unidos 2004, por su escasa tradición futbolística. La gloria de los jugadores -Garrincha, Kempes, Rossi, Romario y Baggio- se alzó por encima de los recelos.

Xavi es la clave para imponer el estilo de españa

Hay algunos campos en altitud y otros al nivel del mar

A la cita acuden 736 futbolistas de 32 selecciones, que disputarán 64 partidos en 10 estadios de nueve ciudades. Treinta árbitros. La etiqueta de favoritos se la reparten Brasil, España y, en un tercer peldaño, Inglaterra. Tras ellos, la actual campeona, Italia, y aspirantes como Alemania, Holanda, Francia y Portugal. La más desconocida, Corea del Norte, anhela la sorpresa que ya dio en Inglaterra 66, cuando eliminó a Italia. Estas son algunas de las claves del Mundial de Sudáfrica.

LA ALTITUD. "Tenemos que aclimatarnos un poquito porque la altitud será baja o moderada", explica Óscar Celada, médico de la selección española, que ha pasado ocho días en Austria, a una altura de entre "800 y 900 metros", y después se instalará en Potch (Sudáfrica), a 1.400 metros, "de 15 a 20 días". La selección trata así de verse beneficiada de los efectos positivos de la altitud (producción de glóbulos rojos y mejoras musculares), pero sin darle demasiada importancia. La que sí le han dado los ingleses: algunos de sus jugadores, los más sensibles a la altitud, han estado durmiendo en los últimos meses en cámaras hiperbáricas con oxígeno en las camas. "Nosotros no las vamos a utilizar porque tienen efecto a largo plazo y deberíamos haber empezado antes", aclara Celada.

Al contrario que en México 86, donde la altitud sí fue determinante (el estadio Azteca está a 2.200 metros), la particularidad de Sudáfrica es que hay algunos campos con altitud y otros al nivel del mar. En la sede más alta, Johanesburgo, a 1.750 metros, España se medirá a Honduras el 21 de junio en su segundo partido. Antes se enfrenta a Suiza, el 16 de junio, en el invierno templado y subtropical de Durban, al nivel del mar. La primera fase la acaba frente a Chile el 25 en Pretoria, a 1.400 metros.

La preocupación por la merma del rendimiento existe, al menos la duda. Takeshi Okada, seleccionador de Japón, ha suministrado a sus jugadores bombonas de oxígeno una hora al día. Los seleccionados de Francia se subieron al glacial Tignes, un centro de esquí en los Alpes a más de 2.000 metros, y allí descubrieron la enfermedad del centrocampista del Madrid Laas Diarra, una alteración genética en sus glóbulos rojos que lo ha excluido de la cita mundialista. Por si acaso, las selecciones han huido del mar de Ciudad del Cabo y han preferido concentrarse en altura.

MARADONA. Exagerado dentro de un país ya de por sí hiperbólico, Maradona será un personaje central del torneo. Pese a disponer de la mejor generación de jugadores de los últimos 20 años, los argentinos, por primera vez en mucho tiempo, no se consideran entre los elegidos. La razón se sienta en el banquillo o se lanza en plancha sobre el césped a la menor oportunidad. Maradona está lejos de ser el seleccionador ideal. Y la brillante actuación de Diego Milito en la final de la Champions pone más presión sobre él, sobre su capacidad para gestionar un caudal de delanteros inigualable: Messi, Higuaín, Milito, Tévez y Agüero.

"Tendré la filosofía de Menotti en 1978 y la de Bilardo en 1986", ha declarado Diego, tratando de fundir a los dos campeones argentinos, si bien él es mucho más cercano al último pese a que como jugador fuera la esencia de la fantasía pregonada por el primero. Tras probar a más de 100 futbolistas, El Pelusa ha llegado a fijar un equipo base, con un 4?4-2 en el que Messi ejercerá de segunda punta, demasiado lejos del área, que ocupará en un principio Higuaín. "No creo en posiciones fijas, mucho menos con Messi, y así se lo dije cuando finalmente pude tener una larga conversación con él en marzo en Barcelona. Es más difícil de localizar que el presidente Obama", se quejó Diego, en permanente rivalidad con su estrella, con quien compite por el trono de mejor futbolista de la historia. De su química dependerá el recorrido de Argentina.

CRUCES DE ESPAÑA. En el Mundial soñado por Vicente del Bosque, España se mediría en octavos de final a Portugal; en cuartos, a Italia; en semifinales, a Argentina, y en la final, a Brasil. Extenuante, pero de eso se trata en una Copa del Mundo. Así llegaría al escenario ideal del Soccer City en Johanesburgo, el 11 de julio, si los más fuertes ocuparan su lugar y fueran avanzando hacia la final. Portugal es un rival accesible, titubeante en la fase de clasificación, muy dependiente de un Cristiano Ronaldo que, lo mismo que Messi, rinde menos en la selección. Ahora bien, un traspié de España en la primera fase la dejaría a los pies del temible Brasil, equipo tan antiestético como pragmático, con una derrota en 24 partidos (ante Bolivia en La Paz), vencedor de la Copa de América en 2007 y la Copa Confederaciones de 2009. Brasil ha ganado un Mundial en Europa (1958), uno en Sudamérica (1962), dos en Norteamérica (México 1970 y Estados Unidos 1994) y otro en Asia (Japón y Corea 2002).

España y Brasil representan planetas distintos. La sublimación de la técnica frente a un conjunto física y mentalmente muy fuerte, con una idea táctica clara. Devastador al contragolpe y con una gran variedad de jugadas de estrategia, en el centro del campo de Brasil ya no están Gerson ni Sócrates, sino Gilberto Silva y Felipe Melo, grandes y fuertes, sin la creatividad de sus predecesores.

FÚTBOL AFRICANO. Justo ahora que juegan en casa, nadie apuesta por ellos. Argelia, Nigeria, Camerún, Ghana, Costa de Marfil y Sudáfrica carecen de argumentos para dejar huella en la Copa del Mundo. Desde el Mundial de Italia 90 se viene anunciando una explosión que nunca llega. Con grandes jugadores, eso sí, especialmente Drogba y Eto?, entre los más competitivos en la última década, pero equipos poco consistentes. La pasada Copa de África, además, dejó muy tocados a sus participantes. Enlutados por el ataque terrorista que acabó con la vida de tres miembros de la expedición de Togo, y desprestigiados por el paupérrimo nivel del torneo.

Al igual que en Japón y Corea 2002, Nigeria cambió de entrenador seis meses antes del Mundial. Tras firmar en febrero un contrato de cinco meses, el sueco Lars Lagerback dirige una generación de futbolistas que no inspira confianza. Para Argelia, haber llegado a Sudáfrica tras haber eliminado a Egipto es ya un gran éxito. "¿Quién habría imaginado hace 25 años que nuestro continente acogería un Mundial?", se pregunta Roger Milla, leyenda del fútbol africano, esperanzado de que Camerún alcance los cuartos de final como en Italia 90, el mayor logro de los combinados africanos.

Ghana depende de la recuperación de su capitán, Essien, lesionado gran parte del curso en el Chelsea. Y de la joven quinta que ganó la Copa del Mundo juvenil en Egipto antes de ayudar a ser finalista en la pasada Copa de África, a la que faltaron sus tres figuras: Essien, Apiah y Muntari. Todo gira en torno a Drogba en Costa de Marfil, otra selección que se cargó a su entrenador, el serbio Vahid Halihodzic, tras perder sólo dos de 24 encuentros. El nuevo, Sven Goran Eriksson, conoce bien a Drogba de la Liga inglesa y su misión es sacarle el máximo partido.

A la selección sudafricana de Carlos Parreira no se la toman en serio ni sus propios aficionados. Sólo Corea del Norte está por debajo en la clasificación de la FIFA. Corre el riesgo de convertirse en la primera anfitriona que no pase la primera fase.

EL RENDIMIENTO DE LOS ?RACKS? El éxtasis de Maradona se produjo a los 26 años en México 86. Cristiano Ronaldo llega a Sudáfrica con 25. Y Messi cumplirá 23 durante el Mundial. Para ambos es su segunda experiencia después de cierto fracaso en Alemania 2006. Ni siquiera se impusieron en el trofeo al mejor jugador joven, que se llevó Podolski. Ahora, Cristiano y Messi aterrizan pletóricos en Sudáfrica, codo con codo por ser el número uno, aunque cuestionados curiosamente en sus selecciones.

El potente ojo de la televisión e Internet niega la posibilidad de un deslumbramiento como el de Pelé en 1958 o Amarildo en 1962. Sin novedades tácticas a la vista, todas las miradas se posan en los cracks. Pese a una temporada tormentosa en el Madrid, Kaka es la referencia creativa de Brasil. Inglaterra se fía de la explosión goleadora de Rooney, de 24 años. Y Holanda recurre a la capacidad de desborde de Robben y a la variedad ofensiva de Sneijder. En cuanto a Xavi, de 30 años, Del Bosque sabe que es la clave para imponer a fuego lento el estilo de España.