La primera crisis del euro
Además de varios millones de parados y muchas dudas sobre el futuro, la crisis ha dejado tras de sí unas cuantas paradojas. Por ejemplo, nunca antes se había hablado tanto de la deuda pública pese a que nunca antes le había salido a España tan barato financiarse.
El capitalismo es la asombrosa idea de que los peores hombres harán las peores cosas para alcanzar el bienestar de todos. Siempre Keynes. En el corto plazo, todas las crisis dejan montones de perdedores (casi siempre los mismos) y un puñado de ganadores (de nuevo los mismos, o parecidos).
Al nuevo Gobierno húngaro, presidido desde hace una semana por Viktor Orbán, le han bastado tres días para decir una cosa y la contraria. El jueves, dirigentes del partido gobernante (Fidesz), de centro-derecha, acusaron al anterior Ejecutivo socialista de falsear las cuentas y de colocar al Estado al borde de la quiebra.
Han sido meses de desencuentros, de pasos en falso y, sobre todo, de dilaciones. Pero en la recta final de la reforma laboral, el Gobierno se ha vuelto estratega, justo cuando el margen de maniobra es más estrecho. Empeñado en seguir negociando con patronal y sindicatos hasta el momento de presentar su proyecto, el Ejecutivo ha perfilado unos cambios en la regulación del despido.
"Algunos han pasado de buscar matrimonios formales a admitir el amor libre y organizar camas redondas con parejas desconocidas", comenta con humor el ejecutivo de una entidad - sin pareja-, como descripción de lo que ha ocurrido en el sector en las tres últimas semanas.