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Visita de obras y de barrio

El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, salta al ruedo de las calles del Born

Hay vida más allá de la Diagonal. O eso pretende demostrar. Jordi Hereu sabe que lo tiene crudo para recuperar la confianza de los ciudadanos, y tal vez también de su partido, pero le queda un año de mandato como alcalde y se ha propuesto, explica, bajar al ruedo de la calle para intentar convencer a quien quiera escucharlo de que pese a todo, incluidos los recortes, hay proyectos en marcha.

La cita es a las diez de la mañana en la plaza de Sant Jaume y allí, con la casa consistorial tomada por los visitantes del día del Corpus, el alcalde recibe a la periodista para iniciar el recorrido por el Born. "Esta historia viene de lejos, yo me encontré el tema ya muy enquistado", comenta con relación a la eterna rehabilitación del mercado del Born. Será uno de los puntos álgidos del recorrido, pero antes quiere pasar por otros emblemas del barrio. Primero, la plaza del Pou de la Figuera, antaño conocida como el Forat de la Vergonya. Por el camino, como si estuviera en campaña, Hereu va saludando a los comerciantes y ciudadanos que se encuentran en la calle. Unos le ríen las gracias, otros se limitan a ser educados, algunos aprovechan para charlar un rato... Atraviesa la plaza con decisión hacia el Palau Alòs, en Sant Pere més Baix, de infausto recuerdo para Hereu. "Allí fue donde los okupas lanzaron una piedra que dejó catatónico a un guardia urbano", comenta. "Fue terrible". Ahora el viejo edificio medieval está en obras para adaptarlo como casal de jóvenes, guardería y centro de formación de adultos. Se prevé que pueda abrir a principios del año que viene. "Estas obras no se paran", dice. Una coletilla que repite durante todo el recorrido.

Vuelve a cruzar la plaza -más tarde, cuando se reúna con un grupo de vecinos, uno le explicará que evita hacerlo porque allí se han instalado bandas juveniles violentas; la seguridad parece la máxima preocupación del barrio- para dirigirse a la Seca, la antigua casa de acuñación de moneda en la calle de los Flassaders, ahora en obras (2,4 millones de euros). La rehabilitación del edificio (será un teatro gestionado por el Espai Brossa) se acabará en la primavera de 2011, unos meses más tarde que el edificio anexo al Museo Picasso, en la vecina plaza de Jaume Sabartés. Aquí el presupuesto es mayor, casi cinco millones de euros, pero además de centro de estudios y salas polivalentes, el nuevo edificio se perfila como futura entrada para grupos del museo, lo que puede descongestionar la calle de Montcada. Hereu parece un tanto abrumado por las exhaustivas explicaciones de sus responsables, pero mira los ladrillos con orgullo. Un vecino le corta el paso para reclamar que le agilizen una gestión y otra intenta que recuerde que hace años bailaron juntos en la Feria de Abril.

Así, entrando ahora en una tienda y después en un restaurante, consigue llegar al mercado del Born. Alberto García Espuche, el historiador que se lo conoce como su casa, llega al mismo tiempo. Define el proyecto del futuro centro cultural polivalente, plaza pública y ruina de forma curiosa: "Será una especie de CCCBorn". Lo más peliagudo son las obras (22 millones de euros y subiendo). Se han retrasado más de un año porque resultó que la estructura del edificio de hierro de Fontseré estaba en mal estado y ahora se han tenido que restituir algunas columnas, canales y todo el tejado y los paramentos de ladrillo. Hereu se anima a subir al tejado, desde donde se ve una pancarta que denuncia "las falsas promesas". Una vecina pregunta: "¿Por qué no estudiaron antes que el edificio estaba tan mal?". Nadie parece darle tampoco respuestas al alcalde, que repite el mantra de que "ahora sí, ahora está todo encaminado". Será al acabar 2012, o 2013, como mucho...

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