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Feria de San Isidro | Primera corrida | La lidia
Columna
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El rumor unísono

Hace 25 años que conservo mi abono para la Feria de San Isidro y desde el primer día bajo a la plaza con el mismo ánimo. Cada año siento que voy a descubrir algún novillero que despunta, un joven torero que me convenza. A mí me interesan más los desconocidos en busca de una faena que les arregle en Las Ventas toda la temporada que los supuestos llamados a cuajar una hipotética magnífica corrida.

Este año espero con interés a Morante de la Puebla. No creo que, pese a las expectativas, me sorprendan ni El Juli ni Sebastián Castella, y me apena no contar con una tarde de victorinos. En cuanto a la pregunta que todos nos hacemos -¿llegará a tiempo José Tomás?-, pido un poco de calma. Más vale que se recupere para seguir siendo el torero que es, a que le venzan la ansiedad y las prisas. De todos modos, resulta una incógnita banal. Así es como demuestra su leyenda. Se habla de él aunque no toree. Para mí, después de la cogida de Aguascalientes ya es un Manolete que ha escapado a la muerte. No le pidamos más milagros. Dejémosle tranquilo antes de volver a disfrutarle toreando.

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Seguramente, la mayoría de esas preguntas quedarán en nada y dentro de un mes andaremos hablando de algo que a día de hoy no conocemos. Esa es la emoción que me empuja cada tarde hacia Las Ventas. Esa y la de sentirme parte de un club con 23.000 miembros que acuden durante casi un mes al mismo sitio en espera del deslumbramiento. A veces se produce, sólo a veces. Pero mientras llega, yo me entretengo entregado al rumor unísono de la plaza. Es curioso. En otros lugares públicos no ocurre lo mismo. En Las Ventas se produce un runrún especial, una comunión extraña. No distingues las palabras, pero sabes perfectamente que todos a la vez están hablando de lo mismo.

Hoy muchos aficionados andan temblando por una patética persecución a la fiesta en Cataluña. En realidad, no importa. No hace daño. Allí se ha instalado la horripilante costumbre de prohibir y con ese vicio van a acabar hasta con una feria de sellos que se hace en las Ramblas. Peor para ellos. Mientras, en Madrid, tiene lugar desde ayer el único espectáculo que reúne a 23.000 personas en el mismo sitio cada día y que, para más inri, se transmite por Canal +.

Eduardo Arroyo es pintor.

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