Populismo racista en Badalona
Desde hace más de cinco años no vive en Badalona, sino en la Gran Vía de Carlos III, casi esquina con la travesera de Les Corts barcelonesa. "Era la casa de mi suegra", explica una y otra vez Xavier García Albiol, líder del PP en la tercera ciudad de Cataluña para justificar su mudanza a lugares más céntricos. Se lo puede permitir, porque a distancia ha convertido a su partido en la segunda fuerza política de Badalona y trata de rebañar votos para acortar los 5.000 que precisa para hacerse con la alcaldía. Su receta es fácil: contundencia y populismo contra la inmigración.
García Albiol lo es todo menos un novato excursionista a zonas escabrosas. Si hace unos días calificó a los gitanos rumanos de "plaga", el pasado sábado, y con acompañamiento de lujo -nada menos que el de la líder catalana del partido, Alicia Sánchez Camacho-, salió al mercadillo del barrio de la Salut, en la periferia de Badalona, armado de octavillas. Bueno, exactamente se trataba de un díptico-panfleto, en el que una foto de varios rumanos de etnia gitana daba ya respuesta a la pregunta que planteaba: "¿Tu barrio es seguro?". Una pancarta fotografiada en el díptico -"No queremos rumanos"- procuraba orientar a quien aún albergara dudas.
Es un paso más en la carrera de un hombre de acción, que ya participó en un intercambio de golpes en 2006, cuando un grupo de jóvenes protestaban ante un mitin de Ángel Acebes en Martorell. Ha encabezado manifestaciones contra la construcción de un oratorio musulmán y contra los pisos patera de Badalona. Ha impulsado un DVD corto y lamentable -siete minutos de puro agit-prop- sobre la inmigración que, también en 2007, dio mucho que hablar. Esta suerte de aprendiz de brujo presenta una brillante hoja de servicios con la que aspira a gobernar en Badalona.
Ante el último reparto de octavillas, el partido ya se ha disculpado. Pero la cosa no pasará a mayores. El fin justifica los medios, y de hacerse con la alcaldía de Badalona, el PP obtendría el gobierno local más importante que jamás ha tenido en Cataluña. Badalona -con 210.000 habitantes- es un bocado muy apetitoso. Aunque sea a costa de azuzar la xenofobia.
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