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Entrevista:ANDRÉ GLUCKSMANN | Filósofo

"No lamento haber hecho público mi voto a Nicolas Sarkozy"

José María Ridao

André Glucksmann (Boulogne-Billancourt, Francia, 1937) se reconoce incapaz de mantenerse apartado de la actualidad. En el posfacio de Los dos caminos de la filosofía, Sócrates y Heidegger: ideas para un tiempo trágico, cuya traducción acaba de publicar Tusquets, advierte que "este libro había llegado a la fase final de su redacción al estallar la crisis económica y financiera mundial". Una opción era "guardarme el manuscrito bajo el brazo y dedicarme intelectualmente al drama que trastorna de arriba abajo a millones de terráqueos?" Otra, "ayudar a recuperar el aliento y encontrar en la conmoción actual un estar-en-la-crisis".

Pregunta. Reconocer que la actualidad le ha obligado a plantearse el sentido de su trabajo filosófico exige tener una posición sobre el papel de la prensa.

"El sensacionalismo es de integristas, así pusieron en marcha la campaña del velo"

Respuesta. No soy enemigo de los periódicos ni de la televisión. Un simple telespectador dispone a menudo de más información que un responsable político, y puede reaccionar con mayor rapidez. Al mismo tiempo, no creo que la información ofrecida por los medios sea suficiente.

P. Existe, sin embargo, el riesgo del sensacionalismo. El caso aislado de una niña vistiendo el hiyab se presenta como si peligrara nuestra civilización.

R. En Francia, el recurso al sensacionalismo es propio de los integristas; ellos pusieron en marcha la campaña del velo. No era una afirmación del credo musulmán, puesto que el Corán no dice nada, sino una reivindicación sectaria y también una provocación.

P. Vuelve al nihilismo como fundamento del terrorismo suicida. ¿Qué entiende por nihilismo?

R. Bazarov, el personaje de Iván Turguenev, pone de manifiesto que la disposición al suicidio esconde, en realidad, una disposición al asesinato, lo que constituye el núcleo del nihilismo. Heidegger habla del "ser para la muerte"; esto es, un ser que domina su vida porque escoge su muerte y así alcanza la autenticidad. Así razonan los terroristas.

P. ¿Y quienes acusaban de tibios a los que no apoyaron la guerra de Irak?

R. Si se afirma que hacer la guerra a veces es nihilismo, también se puede sostener que es nihilismo negarse a hacerla.

P. ¿Obama ha cambiado cosas?

R. La reforma sanitaria ha sido importante, pero en política exterior es pronto para pronunciarse. En Irak y Afganistán ha prolongado la que siguió Bush durante su segundo mandato. Las diferencias son grandes con respecto a Europa, por la que Obama no ha mostrado interés. Y juzga a Putin desde la misma ingenuidad que otros dirigentes occidentales.

P. Usted anunció públicamente que votaría a Sarkozy.

R. Si sorprendió es porque en Francia se parte del principio de que el intelectual tiene que situarse en la izquierda. Quien diga que votará por un candidato de la derecha se convierte en un apóstata. He roto este tabú, y me enorgullezco. No creo que la izquierda tenga toda la razón y que la derecha sea necesariamente innoble, infame y estúpida. Apoyé a Sarkozy porque fue el único que dijo que 200.000 chechenos asesinados no eran un detalle.

P. ¿Está decepcionado?

R. En la política hacia Rusia, por completo. No lamento, sin embargo, haber hecho pública la intención de darle mi voto.

P. Sarkozy promovió un debate sobre la identidad nacional.

R. Era oportuno, y el interés existía antes de que él llegara al Elíseo. También entre la izquierda. Pero el debate se ha frustrado por la manera en la que se ha desarrollado. La identidad nacional no debería relacionarse con la inmigración, sino con las preguntas de qué es Francia en Europa y qué es Europa en el mundo.

P. ¿Forma parte la crisis económica de este tiempo trágico?

R. Se equivocan quienes mantienen un pesimismo absoluto, porque el capitalismo siempre ha padecido crisis. E impide distinguir sus causas, que tienen que ver con la globalización.

P. ¿Y los optimistas?

R. Se equivocan también, porque la raíz del actual drama económico está en pensar que la ciencia podía abolir los riesgos. La crisis se desencadenó cuando se empezó a creer que era imposible.

El filósofo francés André Glucksmann, retratado en la madrileña calle de Atocha.
El filósofo francés André Glucksmann, retratado en la madrileña calle de Atocha.CRISTÓBAL MANUEL

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