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Reportaje:La lucha contra el ruido en la capital

Un 'fiestódromo' en horas bajas

Los vecinos aseguran que el barullo ha bajado mucho

Pablo de Llano Neira

En los bajos de Aurrerá (una manzana a medio kilómetro de la calle de la Princesa) hay más rabia entre los propietarios de los bares que alegría entre los vecinos. Quienes viven en los edificios que hay sobre los patios y los pasillos interiores, donde están los bares y discotecas, hablan con satisfacción del recorte de horarios, pero no como si fuese algo apremiante. "No hay tantos problemas como antes", dice una vecina que vive en un segundo piso, María Victoria Gutiérrez.

Los vecinos hablan de los tiempos en que salían a manifestarse contra los ruidos, "unos 10 años atrás", según Gutiérrez. "Sí, esto ha bajado mucho", corrobora otro vecino de Aurrerá, que recuerda muchedumbres de jóvenes saliendo de marcha: "Sacabas la cabeza por el portal y había miles, todo lleno", describe. En el lugar se cuenta que no era raro que la policía antidisturbios interviniese en los días de mayor jaleo.

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El Ayuntamiento quiere adelantar el cierre de los bares de Aurrerá

Hoy quedan "dos discotecas y unos 13 o 14" bares abiertos, según recuenta el propietario del pub TNT, Pablo Velasco. Cerca de una decena de locales cerraron en los últimos dos años por problemas de licencias, lo que ha acentuado más la pérdida de pulso nocturno de Aurrerá. Y los propietarios de los bares, que se acuerdan de los años de fiesta masiva, no asimilan que sea ahora cuando se les apriete las tuercas: "¡Cuando había problemas era antes, no ahora!", se queja Manuel Martín en la barra de su bar, el Yedra, 30 años en este lugar.

Los empresarios insisten en que el botellón es el único motivo de malestar que puede quedar a los vecinos ("es un problema de orden público, no de los locales", juzga Velasco), advierten de que no es su responsabilidad controlarlo y se preguntan por qué el Ayuntamiento no lo controla. Bueno, realmente, se lo preguntan y se responden: "Hay una solución, que manden policías municipales. Pero no lo hacen porque no tienen recursos", opina Manuel, del bar Madrid Madrid, que asegura que los bares de Aurrerá están marginados por los responsables municipales: "Si queremos hablar con ellos, no nos atienden, y ahora nos van a utilizar de conejillos de Indias".

"¿Por qué tenemos que ser el barrio piloto de las pruebas?", protesta un camarero que guarda su anonimato. "Que vayan a la zona de Alonso Martínez, a las discotecas que se pasan de aforo y dejan entrar a menores porque tienen dinero de sobra para pagar multas", añade.

En los bares apuntan otro factor olvidado junto al botellón, los proveedores del licor que beben los grupos de jóvenes que se asientan en las zonas abiertas de los bajos. Dando una vuelta a la manzana se detectan las fuentes de alcohol: cinco tiendas chinas con un surtido variado.

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