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Sarkozy mantiene su política de reformas pese al batacazo electoral

El presidente anuncia una nueva ley de pensiones y la prohibición del 'burka'

Antonio Jiménez Barca

Tres días después de su derrota electoral, Nicolas Sarkozy habló y despejó el enigma. Después de reunirse con su nuevo Gobierno, ligeramente retocado con nuevas adquisiciones destinadas a contentar a su familia política, el presidente de la República Francesa se presentó ayer delante de los periodistas y en una alocución de 15 minutos leída, estudiada, televisada, poblada de sus acostumbradas expresiones grandilocuentes y sin que mediaran preguntas, aseguró que, a pesar del hundimiento en las urnas y la victoria de la izquierda, mantendrá la política y las reformas económicas por las que fue elegido por los franceses en 2007.

Y lanzó mensajes con destinatarios claros: a los agricultores y ganaderos, que han sufrido en los últimos años el desplome de los precios de venta, sobre todo en la leche, a los que aseguró defender aunque tenga que enfrentarse a la mismísima Unión Europea: "Iré hasta la crisis con Europa si se tiende a la destrucción de la Política Agrícola Común, no dejaré morir la agricultura francesa".

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También se refirió a los que reclaman más seguridad en colegios y campos de fútbol, a los que prometió resultados: "Los que esperan en esto una reacción de mi parte no saldrán decepcionados". Y a los partidarios de prohibir el velo integral para las mujeres musulmanas en las ciudades y pueblos franceses, a los que anunció una ley próxima elaborada por el Gobierno.

En una palabra: Sarkozy no se dirigió a los que votaron en masa a la izquierda el domingo, entregándoles 23 de las 26 regiones francesas y más de un 54,6% de los votos, sino a los que considera suyos, a los que se quedaron en casa (la abstención llegó a un 48,1%) o le abandonaron para engordar el gran porcentaje del Frente Nacional, que alcanzó casi un 10%.

"Me elegisteis para terminar con un retraso. Por eso iniciamos un periodo de reformas. Hay quienes piensan que esas medidas no se notan, pero es debido a que estamos atravesando una crisis mundial. Yo comprendo su impaciencia. Pero no se puede cambiar el rumbo por una cita electoral. Parar ahora equivaldría a arruinar los esfuerzos hechos", manifestó Sarkozy.

En 2007, el actual jefe del Estado se entronizó con un eslogan liberal y clarificador: Trabajar más para ganar más. Y se aplicó a ello: reformó la ley para no gravar a los empresarios y empleados que no estuvieran de acuerdo con la jornada laboral de las 35 horas; estableció un "escudo fiscal" destinado a que nadie (pero sobre todo los que más ganaban, a los que iba destinada la ley) pagara más del 50% del sueldo; decidió recortar el número de funcionarios para adelgazar el peso y el coste del Estado, etcétera.

Ahora, cuando Francia empieza, aunque a rastras, a salir de la crisis, con un crecimiento previsto para este año del 1,6%, un paro del 10% que aún sube a razón de un 0,1% cada mes, y después del batacazo electoral del domingo, Sarkozy asegura que su deber es "escuchar el mensaje lanzado por los electores".

A su juicio, eso consiste en no dar golpes de timón: no subir los impuestos, esto es, mantener el "escudo fiscal"; "aligerar las cargas a empresas y trabajadores"; mantener las reformas económicas y abordar nuevas (en otoño se modificarán las pensiones), y aparcar una tasa ecológica, la "tasa carbono", de la que muchos industriales y empresarios y su propia formación parlamentaria de centro-derecha echaban pestes. A este respecto, los dirigentes ecologistas denunciaron ayer la, a su juicio, hipocresía y falta de principios de Sarkozy, al defender, hace meses, un impuesto ecológico "para atraerse votos" y luego abandonarlo al comprobar que la idea no ha dado mucho resultado.

La izquierda, en general, fue muy dura con Sarkozy. Le acusaron de sordera y de indiferencia al resultado de las elecciones, de afirmar que escucha pero sin cambiar nada, de volver al mismo discurso de hace tres años y, sobre todo, de pensar más en su propia formación que en un país que sale de la crisis con muchos costurones a cuestas.

Jean-Christophe Cambadlis, diputado socialista, aseguró a la cadena de televisión LCI: "Es una simple operación de reconquista del electorado de derecha. Busca eso más que restablecer la competitividad internacional de Francia".

Sarkozy comparece ante los medios de comunicación tras la reunión ministerial de ayer en París.
Sarkozy comparece ante los medios de comunicación tras la reunión ministerial de ayer en París.AFP

Trabajar más años para jubilarse

Hay una reforma clave e ineludible que Francia afrontará antes de que termine el año, que ha condicionado la última crisis de Gobierno y que va a condicionar la vida política desde ahora hasta el otoño: la reforma de las pensiones. A mediados de febrero, Sarkozy ya avisó de que tenía pensado acometer el asunto en otoño: en septiembre, el Gobierno enviará a la Asamblea Nacional una nueva ley con los cambios.

Actualmente, los trabajadores franceses se pueden jubilar a los 60 años (una de las edades más tempranas en Europa). Ahora bien, para que obtengan la pensión máxima a la que por ley tienen derecho, deben haber cotizado durante 40 años. Esto explica que, en realidad, la edad media de jubilación en Francia suba a los 62 años.

Pero, según los cálculos del Ministerio de Economía francés, dados el envejecimiento de la población y la mayor esperanza de vida, esto ya no es viable. O no va a ser viable muy pronto. La ministra de Economía, Christine Lagarde, aseguró hace dos semanas a este periódico que con una deuda pública que este año trepará hasta el 87% y un déficit que coquetea con el 8,2%, la reforma es ineludible, casi urgente y que todos los parámetros pueden moverse y bailar excepto el de la cuantía del importe que se cobra y se cobrará, que permanecerá inamovible por orden expresa del presidente Sarkozy. Todo apunta a que el Gobierno propondrá retrasar la edad legal en dos años, hasta los 62, pero los sindicatos lo rechazan de plano.

Ayer, el jefe del Estado francés aseguró que para defender las pensiones es necesaria esta reforma, que no pretende imponerla por la fuerza, que está dispuesto a negociar, pero que en septiembre será un hecho.

El pequeño pero sintomático retoque gubernamental hecho público el lunes vino condicionado también por esta reforma. El ex ministro de Trabajo Xavier Darcos, se vio de repente desautorizado para llevarla a cabo dado el nefasto resultado que obtuvo en la región de Aquitania, donde se presentaba como cabeza de lista. Su sucesor, Eric Woerth, ex ministro del Presupuesto, con experiencia a la hora de negociar con los sindicatos, será ahora el encargado de pilotarla. Ya hay medios de comunicación que sugieren que, si la lleva a buen puerto, gozará de posibilidades como para convertirse en el próximo primer ministro.

De momento los sindicatos le dieron el martes un aviso de lo que le espera: una huelga general, no muy seguida pero sintomática, que no será la última en esta primavera francesa caliente.

Gasto en pensiones

- El gasto público en pensiones en Francia representa un 12,4% del producto interior bruto (PIB), frente al 7,2% de media de los países de la OCDE. Ese nivel sólo se ve superado en Italia (14% del PIB) y Austria (12,6%).

- La esperanza de vida en Francia es de casi 81 años, mientras la media de la OCDE es de casi 79.

- Los ingresos medios de un pensionista en Francia son de 31.000 euros, frente a la media de 28.600 de la OCDE.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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