¿Merluza o tira de asado?
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se acercó el otro día a una pescadería itinerante que se ha instalado cerca de la Casa Rosada y compró merluza. Era su manera de apoyar la campaña institucional que se ha puesto en marcha para evitar que el precio de la carne siga subiendo. Bajo el lema Pescado, ahora para todos recorren las calles de Buenos Aires tres camiones frigoríficos que venden el kilo de merluza a 12,5 pesos (2,4 euros) y el calamar a seis. El gancho: al que compra tres kilos, se le regala uno de arroz. Estas pescaderías itinerantes están que lo tiran, porque en muchos mercados la merluza sigue costando alrededor del doble.
Tiene mérito el entusiasmo que le pone la presidenta a la tarea de revolucionar la dieta de sus compatriotas, mal acostumbrados como están a la tira de asado. Primero se lanzó a alabar la carne de cerdo ("Yo estimo que es mucho más gratificante comerse un cerdito a la parrilla que tomar Viagra", dijo), luego se dedicó a promocionar los menús a base de pollo y ahora celebra las excelencias del pescado.
El problema que hay detrás es grave. Los argentinos adoran la carne de vacuno y el precio de los llamados cortes populares ha subido un 44% en el último trimestre. Faltan vacas en ese país de más de 40 millones de habitantes. El inventario de cabezas de ganado a día de hoy es de 52 millones frente a los 58 de hace dos años. Fue el Gobierno el que provocó el desastre: obstruyó las exportaciones de vacuno con lo que desactivó los incentivos de los ganaderos. Muchos prefirieron plantar soja.
Irse al tacho" es la expresión que usan los argentinos para decir que alguien fracasa en una empresa. Para prevenir que su destino sea ése, Cristina Fernández va pulsando todas las teclas a fin de publicitar cualquier manjar que no tenga que ver con la tira de asado. Por si acaso, su secretario de Comercio, Guillermo Moreno, utiliza caminos menos ortodoxos pero más expeditivos. Ordenó paralizar las exportaciones de vacuno y llegó incluso a impedir que las cargas ya listas subieran a los aviones. Su objetivo: desviar al mercado interno esos cortes populares para bajar los precios. Claro que luego se negó todo. Y, para disipar dudas, la presidenta se llevó a Moreno... a comprar merluzas.
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