Camps el manirroto
Ahora se entiende todo. Resulta que Francisco Camps, el presidente de la Generalitat valenciana, dispone de poco capital. Este hombre, cuyo sueldo es de 79.546 euros brutos al año, sólo tiene 3.300 euros en los bancos, una casa compartida con su esposa de 110.339 de valor catastral y un coche de 15 años, eso sí, impecable a fuerza de no usarlo. ¿No ha sido capaz de ahorrar un poco más durante estos 14 años en primera línea de la política? Hubo tiempos en que ganó más -fue secretario de Estado con Aznar- y, sin embargo, ahí lo tienen: no más acaudalado que un humilde mileurista. De haberlo sabido, nadie le habría reclamado los recibos de los trajes que, supuestamente, le regalaba la trama Gürtel. Si Camps es, como demuestra su declaración de bienes publicada el martes, un malísimo gestor de su hacienda, ¿cómo iba a conservar unas cuantas facturillas? Hay otra opción: que sea un consumista compulsivo incapaz de llegar a fin de mes, y, por tanto, de pagarse los trajes a medida que le hacían en Madrid.
En cualquier caso, su declaración de patrimonio debería ser la prueba del nueve de que este hombre está incapacitado para administrar los dineros públicos. Éste sí que es un pirómano en la jefatura de los bomberos. Aunque, lamentablemente, no es el único. ¿Recuerdan la declaración de bienes del vicepresidente Manuel Chaves? Veamos: nueve años de diputado, tres de ministro y 18 de presidente de la Junta le han dado para hacerse un patrimonio de 69.000 euros. Un desastre.
Las declaraciones de los políticos valencianos están en la web (cortsvalencianes.es), aunque no es fácil llegar a ellas; que tampoco hay que poner las cosas tan fáciles en nombre de la maldita transparencia.
Cualquiera podrá observar ahí que Ricardo Costa dice poseer un interesante patrimonio (hace sólo un año declaró que estaba en números rojos) o comprobar que Camps se olvidó del seguro de vida de 150.000 euros que le pagan las Cortes (y que Costa sí explicita). No hay comprobantes ni valoraciones externas. Todo es un acto de fe.
Con tal método, hacer la declaración de la renta sería una fiesta.
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