Los 'narcos' abren tienda en Internet
La policía ha culminado una larga investigación que ha desmontado una organización que vendía cocaína y hachís a través de la Red - Hay un total de 29 detenidos
"Vendemos cocaína de varias clases. 60, 70, 80, 90% de pureza. Para particular y revendedores. A buenos precios. Total seriedad. Abstenerse curiosos. Interesados enviar e-mail". Tan descarado parecía el anuncio, publicado en foros y chats de Internet frecuentados por jóvenes y adolescentes, que los policías creyeron inicialmente que sería un simple timo, un reclamo para incautos. Pero no. El anuncio respondía a lo que prometía: "total seriedad".
Los camellos también se han apuntado a las nuevas tecnologías. Han descubierto Internet como instrumento para la venta y distribución, sobre todo de cocaína y hachís. La Brigada Central de Estupefacientes así lo ha constatado tras un año de investigaciones que se han saldado con la desarticulación de una trama que comercializaba la droga a través de los foros y los chats frecuentados por jóvenes y adolescentes o bien en páginas de anuncios clasificados. "Los clientes hacían su pedido por la Red y al poco tiempo recibían la mercancía. Es la primera vez que descubrimos un entramado de este tipo", asegura uno de los responsables de las pesquisas.
El grupo usaba 'encriptadores' y otras técnicas para ocultar mensajes Colgaban sus anuncios en páginas 'web' y en foros juveniles
Las investigaciones han atacado los tres escalones que constituían la trabazón de los cibernarcos: el grupo de distribuidores que utilizando Internet vendía la droga a los consumidores; los proveedores que surtían de cocaína, hachís y marihuana a los anteriores; y, en tercer lugar, los traficantes que se dedicaban a introducir la droga en nuestro país.
El Grupo 34 de la Sección 3ª de la Brigada Central de Estupefacientes ha desarrollado su labor en cuatro fases sucesivas a lo largo de un año. La Operación Desierto -por el nombre en clave que usaban los cibernarcos- ha supuesto el desmantelamiento de la red, bajo la supervisión de Eloy Velasco, juez de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional.
"Los traficantes utilizaban las múltiples posibilidades que ofrece Internet para dar publicidad a las drogas que ofertaban y, posteriormente, concertar on line las citas para proceder a la compraventa", según un mando policial. Y lo hacían sin el menor pudor: "Porros, polen virgen, cocaína. Sólo gente de fiar. Grandes precios para revendedores".
Insertaban sus reclamos en páginas tan inocentes como Campusanuncio, Habitamos y Segundamano. Pero también en foros y chats en los que habían encontrado un buen caladero entre jóvenes y adolescentes quinceañeros, o bien empleando IRC (protocolo de comunicación en tiempo real a través de texto), utilizando canales creados expresamente o bien usurpando los creados para otros fines.
Además, los investigadores han comprobado que los delincuentes abrían blogs o páginas web específicas que no están sujetas al control de ningún administrador. "A fin de concretar las ventas, los camellos empleaban distintas formas de comunicación privada, tales como el correo electrónico, Messenger, voz sobre IP, redes sociales e incluso mundos virtuales", según la policía.
Al mismo tiempo, los traficantes también se valían de todas las herramientas existentes en la Red para dificultar su localización. Para ocultar las comunicaciones, se servían de conexiones desde cibercafés, cuyos propietarios borran cada día el rastro de sus clientes para impedir la introducción de virus o troyanos en sus sistemas, o bien servidores de Internet radicados en países en los que la policía española no tiene jurisdicción, por ejemplo en Taiwan.
Sólo uno de ellos había realizado un cursillo de informática, pero todos son muy hábiles en el manejo de las nuevas tecnologías, gracias a las muchas horas que pasaban a diario ante un ordenador. Eso les permitía conocer tácticas como los anonimizadores, los encriptadores, los remailers y la esteganografía, todas ellas técnicas que permiten el ocultamiento de mensajes de modo que personas ajenas no se aperciban de su existencia.
El arranque de las investigaciones data de febrero del año pasado, cuando la Brigada Central de Estupefacientes interceptó un paquete postal procedente de Colombia que contenía 900 gramos de cocaína. Entonces fue detenida la persona que acudió a hacerse cargo del paquete.
En marzo de 2009, los agentes atacaron a una de las ramas de la red que abastecía de mercancía a los cibernarcos. Fueron detenidos cinco individuos, entre ellos los encargados de meter cocaína desde la República Dominicana y otros que vendían la droga en el barrio madrileño de Lavapiés.
En los meses posteriores, los policías desarticularon otro de los tentáculos de la organización, cuyo cometido era introducir cocaína desde Colombia para distribuirla en Cataluña, el sur de Francia, Madrid y al grupo de cibernarcos. En esa ocasión, fueron decomisados cuatro kilos de estupefaciente, medio millón de euros, joyas y ordenadores, además de ser descubierto un local que servía de centro de manipulación y adulteración de la droga. Entre los detenidos estaban varios colombianos encargados de recibir la mercancía en España y los traficantes españoles, que habían llegado a acumular un abultado patrimonio inmobiliario, grandes sumas en metálico y varios vehículos de lujo, según las fuentes informantes.
La última fase de la Operación Desierto ha culminado recientemente con el desmantelamiento de la red de venta de drogas por Internet, tras identificar y localizar a los principales distribuidores on line y a quienes les suministraban los narcóticos.
En conjunto, la policía ha puesto a disposición judicial a 29 personas, entre ellas siete mujeres, durante las sucesivas redadas efectuadas a lo largo del año que han durado las pesquisas. Son españoles, marroquíes y colombianos. Entre ellos hay uno, residente en Girona, que está emparentado con Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, célebre delincuente juvenil barcelonés que falleció en diciembre de 2003 tras una vida de reformatorios, cárceles y persecuciones de la policía. Su pariente, en cambio, ha logrado amasar un cuantioso patrimonio en el que no faltan los caballos de raza.
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