_
_
_
_

El Pentágono entierra la doctrina que oculta a los homosexuales

El secretario de Defensa de EE UU considera que la norma debe ser abolida

Yolanda Monge

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, declaró ayer que debe cambiar la ley que dicta que los militares que se declaren homosexuales deben ser expulsados del Ejército. El proceso de acabar con la política actual conocida como don't ask, don't tell (no preguntes, no digas) se llevará a cabo de una forma "profesional y desapasionada", añadió Gates.

En una comparecencia ante la Comisión de las Fuerzas Armadas del Senado, Gates dijo que desde que en 1993 se aprobara la polémica ley habían cambiado mucho las actitudes hacia los gays y lesbianas en la sociedad y que el Ejército debía modificar las reglas para adaptarse a los nuevos tiempos. "El presidente cuenta con mi total apoyo en este tema", manifestó el secretario de Defensa. "La ley no preguntes, no digas debe de ser revocada". El anuncio -comedido y razonado- de Gates fue un paso más hacia la meta de Obama de poner fin a la ley que hace más de 15 años condenó al silencio a los homosexuales que servían en las fuerzas norteamericanas. Desde entonces, más de 11.000 militares se han visto forzados a renunciar al uniforme debido a su orientación sexual.

Es el mayor cambio desde que en 1948 se suprimió la discriminación racial
Más información
Obama ordena el fin de la discriminación de parejas de pacientes gays en los hospitales

Con el país sumido en dos guerras y tras casi diez años de combates en el extranjero, Gates insistió en que su objetivo es que revertir la ley no cause ningún conflicto interno en unas fuerzas armadas que ya soportan sobre sus hombros una gran carga. Por ese motivo, el secretario de Defensa ha nombrado un grupo de expertos -"que trabajará sin prejuicios"- que revisará a fondo las consecuencias de la transición que ponga fin a la discriminación. El grupo tendrá hasta final de año para presentar su informe.

Consciente de que el tema es de alto riesgo y que desatará una profunda división entre los miembros de las fuerzas armadas, Gates reconoció la gran dificultad de una tarea que podría abrir el camino al mayor cambio dentro del servicio militar desde que en 1948 se ordenó que las unidades suprimieran la discriminación racial en los criterios de admisión.

Junto a Gates compareció el jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas estadounidenses, Mike Mullen, quien dijo que los homosexuales tienen que formar parte del Ejército porque "es lo correcto". La declaración de Mullen es la más contundente realizada nunca por un alto rango de las fuerzas armadas, aunque el almirante quiso puntualizar que hablaba por si mismo y sólo por si mismo.

La política de exclusión de gays y lesbianas dictada durante la Administración de Bill Clinton permite que éstos permanezcan en las fuerzas armadas siempre que oculten sus preferencias sexuales. A cambio, sus superiores no podrán hacer nada para investigar su verdadera orientación sexual.

Aunque lo que se prohíbe, en realidad, es que los soldados "muestren propensión a o intento alguno de tomar parte en actos homosexuales".

Ya en 1981 el entonces presidente Ronald Reagan firmó una directriz en la que decía que "ser homosexual es incompatible con el servicio militar", por riesgo de insubordinación, falta de confianza en los compañeros de filas o riesgos de filtración de información secreta. Los homosexuales eran expulsados del ejército sin derecho a las pensiones de las que disfrutan los otros veteranos, de un modo calificado oficialmente de deshonroso. Bill Clinton quiso solucionar aquello y fue quien firmó la ley, en 1993, que aceptaba que los gays prestaran servicio de uniforme, siempre y cuando no manifestaran abiertamente su sexualidad.

El secretario de Defensa, Robert Gates, junto al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Mike Mullen.
El secretario de Defensa, Robert Gates, junto al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Mike Mullen.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_