El banquillo aguarda a los detenidos en Haití
Más padres reclaman a niños del grupo que iba a ser sacado del país - Los 10 estadounidenses arrestados aún no saben si serán juzgados por un tribunal haitiano o de EE UU
Conforme pasan las horas la balanza de la justicia en Haití se va inclinando en contra de los 10 estadounidenses que en la noche del viernes fueron detenidos cuando intentaban cruzar la frontera en autobús con 33 supuestos huérfanos del terremoto. Ellos alegan que sólo pretendían ofrecerles a los chiquillos alimentos, una escuela y el cobijo de una iglesia, como las dos que frecuentan la mayoría de ellos en el Estado estadounidense de Idaho. En definitiva, una vida mejor. Y para eso crearon la asociación Refugio Para Menores Nueva Vida. En su página de Internet anunciaron que recogieron a los "huérfanos" en la propia calle y en los orfanatos destruidos. Pero desde el sábado no dejan de presentarse padres biológicos ante la sede de Aldeas Infantiles, donde se encuentran los 33 niños. De momento, ya han comparecido 12 para reclamar a 15 de los chiquillos.
"Algunos padres nos han dicho que el pastor protestante de la iglesia de su barrio les convenció para entregar a los niños diciéndoles que disfrutarían de una vida mejor", dijo ayer Edgar Orantes, responsable de Emergencias de la ONG. "Les explicaron que tras el seísmo vendrían epidemias, que escasearía la comida y que la mejor salida para los niños era irse a un orfanato en República Dominicana".
Ahora, algunos de esos padres se confiesan arrepentidos. Y desean recuperar a sus hijos lo antes posible. "Pero nosotros no podemos entregárselos, dependemos de lo que nos diga el Gobierno de Haití. Estamos tratando de agilizar una reunión con el Instituto de Bienestar Social porque algunos niños también están echando mucho de menos a sus padres. Y no podemos hacer nada por que los vean".
La balanza puede inclinarse todo lo que quiera en contra de los 10 estadounidenses. Pero la justicia ahora mismo no parece ser la máxima prioridad en el país. Un consejero presidencial que exige mantener el anonimato le dijo ayer al presidente, René Préval: "Lo último que necesitamos ahora es juzgar a 10 gringos. El Palacio de Justicia se nos ha caído y no tenemos ni cárceles donde meter a esta gente [los detenidos se encuentran en las dependencias de la Dirección General de la Policía, junto a la sede provisional del Gobierno]. Así que tómales las huellas, prohíbeles la entrada en Haití y entrégalos en su embajada lo antes posible. Acabamos de enterrar a más de 150.000 muertos [el último balance del Ejecutivo llega a 200.000], tenemos miles de personas esperando comida y ahora, ¿vamos a desperdiciar nuestra energía en juzgar a 10 estadounidenses? Como se nos muera un blanco en la cárcel todo el mundo nos va a crucificar".
Por su parte, la ministra portavoz del Gobierno, Marie-Laurence Jocelin Lassègue, declaró que la decisión respecto a si los detenidos son juzgados en Haití o en EE UU dependerá de la justicia haitiana. Anoche, los estadounidenses comenzaron a prestar declaración ante un juez.
EE UU es el país que más personas y dinero está empleando en ayudar al Gobierno de Haití. Las grandes cadenas estadounidenses han accedido a las celdas de los arrestados y no dejan de difundir sus proclamas de inocencia. "Los niños no tenían ningún documento... Y no pensé que nos fuese a hacer ninguna falta", dijo la directora del proyecto, Laura Silsby, a la cadena CNN. Silsby añadió que en mitad del caos no pensó que fuese necesario ningún trámite. "Queríamos criar a esos niños y estar con ellos el resto de nuestras vidas si hubiese sido necesario. Esa clase de chiquillos son vendidos al otro lado de la frontera por el precio de un pollo. Nosotros pretendíamos darles la vida, la alegría y la dignidad del amor de Dios". Su compañera Carla Thompson añadió: "Dios es el único que nos ha llamado para venir aquí y nosotros simplemente hemos creído en nuestro propósito".
Quien crea en la inocencia de este grupo tal vez recuerde lo que el novelista británico Graham Green escribió en El americano impasible cuando hace referencia al peligro que ocasionan quienes creen ciegamente en la superioridad de su fe y sus valores: "La inocencia siempre solicita tácitamente ser protegida, cuando haríamos mucho mejor en protegernos de ella". Sin embargo, el Gobierno se muestra escéptico ante la supuesta inconsciencia o ignorancia del grupo baptista. El primer ministro, Jean-Max Bellerive, mantiene que los "secuestradores" sabían que actuaban de forma ilícita. "Lo que me sorprende es que esta gente no habría hecho en su propio país lo que hicieron aquí", declaró el jefe nacional de Policía, Frantz Thermilus.
Cuando se le pregunta al consejero de Préval si cree en la buena fe del grupo, da una de las respuestas más concisas posibles:
- Yo no sé cuál era la intención de ellos. Lo que sí sé es que la manera en que actuaron era absolutamente ilegal.
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