_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El tren de la paciencia

Francesc Valls

Vivimos la cultura de lo inmediato. La ciudadanía demanda frutos en un periodo de tiempo razonablemente corto, hija como es la inmediatez de estos tiempos. Por eso justo cuando se produce el traspaso de Cercanías, Rodalies en denominación de ahora en adelante, los 114 millones de pasajeros anuales se preguntan qué pasará mañana, cómo cambiarán sus vidas. Hoy mismo, con 48 horas de plena soberanía en la gestión del servicio, no se ha producido ningún hecho prodigioso. Hoy, pasado mañana y dentro de 12 meses se seguirá tardando 60 minutos en ir de Barcelona a Vilafranca del Penedès, como en 1940. El viaje de Barcelona a Puigcerdà -que sería una salida natural de mercancías a Francia a través de la Tour de Carol-Toulouse- lleva más tiempo que ir en AVE de Barcelona a Madrid. Por no hablar de que el desdoblamiento de la línea de Puigcerdà, en este caso en el tramo entre Montcada y Vic, tiene sus primeros borradores datados en la remota dictadura de Primo de Rivera. Y ahí sigue la unívoca unicidad de su vía.

El retraso ferroviario catalán es secular y con el traspaso de Cercanías corremos el riesgo de exigirlo todo ya, aquí y ahora

Nuestro retraso es secular y ahora corremos el riesgo de exigirlo todo ya, aquí y ahora. Y de no obtenerlo concentraremos en la Administración -en este caso la autonómica más cercana- las manifestaciones de nuestra frustración. El ciudadano desea que un Gobierno, ya que no decide sobre las grandes líneas de la economía, pueda al menos gestionar con eficacia los servicios. Las expectativas generadas con el Estatuto hacían presagiar que se haría pronto realidad la frase del genio de la rauxa Francesc Pujols: Vindrà un dia que els catalans ho tindrem tot pagat. Pero la realidad lo devuelve todo a su sitio. De momento con el asunto de Rodalies, la Generalitat se ha comprometido a mejorar la información y los horarios. Un anuncio lo dejaba ayer claro en los diarios catalanes: Des d'ara, Rodalies més aprop teu. Y sentenciaba con modestia: "A partir d'ara el Govern de la Generalitat es posa a treballar perquè el serveis de Rodalia millorin progressivament". El 2010 será un año de pruebas y de estancamiento hasta que acabe el contrato programa con Renfe y la Generalitat decida si hay o no nuevo operador. Todo eso augura un progreso lento. No hay que desfallecer. De momento todas las mejoras de la red que decida el Ministerio de Fomento afectarán en parte alícuota a Cataluña, aun cuando el Gobierno catalán decidiese optar por un operador distinto de Renfe. En ese caso, además, los trenes y la plantilla de la compañía pasarán a ser subrogadas a aquél. De manera que es un traspaso en el que nada cambiará de forma inmediata, pero sí lenta y -si se hacen bien las cosas- profundamente. "Los milagros no son cosa terrenal", aseguraba el consejero Joaquim Nadal a propósito de los resultados inmediatos.

Los expertos aseguran que los proyectos de infraestructuras ferroviarias precisan 15 años de maduración. A cambio, su duración y funcionamiento óptimo son 150 años, algo que no sucede con las autovías y autopistas, que, por mucho que se amplíen, acaban colapsándose, como se pone de relieve cada día en las principales urbes mundiales.

¿Quién recuerda que el primer dibujo del AVE se remonta a 1980? ¿O que la línea 9 de metro fue proyectada en plena Administración convergente y las primeras estaciones se han inaugurado hace justo unas semanas?

Una cosa es quién proyecta y otra quién paga. Eso lo tienen muy claro los políticos, que saben de sobra que los grandes proyectos de modernización de infraestructuras ferroviarias suponen obras de gran envergadura y superan los estrechos marcos de los cuatro años de legislaturas políticas. Es, por tanto, una inversión escasamente rentable en términos políticos a menos que el líder de turno pueda lucir fotografía cortando la cinta.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Pero Cataluña necesita esta apuesta. Ahora hay un buen punto de partida y se podrá empezar a trabajar en serio en un buen mapa ferroviario, a la espera de que haga efectivo el traspaso de los servicios regionales. Se debe avanzar gobierne quien gobierne en la Generalitat. No hay prisas, hay que hacerlo a conciencia. Y, desde luego, exigir responsabilidades.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_