Un país de tarjeta postal
Se cumplen 70 años de la canción 'Aquarela do Brasil', un himno universal
Muchos lo consideran el auténtico himno brasileño: Aquarela do Brasil, que Ary Barroso escribió en 1939, es una de las canciones más tocadas de todos los tiempos. Cuando la Academia Brasileira de Letras realizó una encuesta sobre las canciones brasileñas más importantes del siglo XX, Aquarela do Brasil quedó primera. Hay cientos de grabaciones -la primera de Francisco Alves, en 1939, con arreglos de Radamés Gnatalli, para el sello Odeón- firmadas por Frank Sinatra, Bing Crosby, Paul Anka, Xavier Cugat, Django Reinhardt, João Gilberto, Harry Belafonte, Rosemary Clooney -la tía de George-, Chick Corea con Bela Fleck o Daniel Barenboim. Se puede escuchar en las bandas sonoras de películas como Stardust memories, de Woody Allen; Brazil, de Terry Gilliam, o El aviador, de Martin Scorsese. Y hasta en un episodio de Los Simpson.
Una noche lluviosa, Ary Barroso compuso de un tirón la música y la letra
El artista quería liberar la samba de las tragedias de la vida y las pasiones
El imaginario brasileño le debe mucho a Ary Barroso. Él cantó a un Brasil idílico, tierra de samba y pandero. Dibujó esa postal amable del país que dio la vuelta al mundo y que ha pervivido a pesar de la violencia y la pobreza. Eran los tiempos del nacionalismo ufano del presidente Getúlio Vargas y el inicio del proceso de industrialización. En 1942, Walt Disney utilizó Aquarela do Brasil -rebautizada Brazil- en Saludos amigos, que se enmarcaba dentro de la política del presidente Roosevelt de buena vecindad con América del Sur durante la II Guerra Mundial. Y, en 1944, se estrenó con gran éxito en Estados Unidos Los tres caballeros, que mezclaba actores de carne y hueso con personajes de dibujos animados, como el Pato Donald y José Carioca, un loro con sombrero de paja. En la película, dos obras de Ary Barroso: cantada por Aurora Miranda -la hermana de Carmen- Os quindins de Iaiá, y, en la voz de Nestor Amaral, Na baixa do sapateiro -también conocida como Bahia-.
Una noche lluviosa en Río de Janeiro. Ary Barroso estaba en el salón de su casa conversando con su mujer y su cuñado cuando se sentó ante el piano y compuso de un tirón la música y letra de Aquarela do Brasil ("Brasil / Meu Brasil brasileiro / Meu mulato inzoneiro / Vou cantar-te nos meus versos..."). Contó que había sentido la imperativa necesidad de liberar la samba de las tragedias de la vida y las pasiones sensuales.
El compositor de números antológicos como Camisa amarela, No tabuleiro da baiana, É luxo só... fue un tipo original. Nacido en 1903, en Ubá, estado de Minas Gerais, Ary Evangelista Barroso ejerció de locutor deportivo, como jurado de concursos para noveles en radio y televisión, de pianista para películas mudas en cines de Río, como columnista... Hasta llegó a ser concejal.
Los aspirantes a artistas sufrían sus ironías y la humillación de oír el gong reprobador que los interrumpía definitivamente. Durante las retransmisiones de los partidos de fútbol, este hincha acérrimo del Flamengo tocaba una armónica para cantar los goles -sin cabinas que aislaran a los locutores de la grada, el griterío no permitía a veces saber qué estaba pasando-. Una tarde que el Flamengo perdía 6 a 0, llegó un espectador al campo. Le avisaron de que estaba casi terminado y él dijo: "Si no quiero ver el partido, lo que quiero es ver la cara de Ary Barroso".
Cuando Walt Disney le ofreció la dirección musical de Disney Productions, un trabajo muy bien remunerado, Barroso pidió 24 horas para pensárselo. Su respuesta fue no, porque en Estados Unidos no podía ver jugar al equipo rojinegro. Y no había Hollywood que le apartara de su Flamengo.
Ary Barroso murió a los 60 años, de cirrosis, un domingo de carnaval justo cuando su escuela de samba favorita, Imperio Serrano, iba a desfilar por la avenida del Presidente Vargas rindiéndole homenaje. La calle de Río de Janeiro en la que vivió lleva su nombre. Y hay una estatua suya que lo representa sentado en la mesa de una terraza. Pero lo mejor, como escribió Sérgio Cabral al final de su biografía de 467 páginas No tempo de Ary Barroso, es que el pueblo continúa cantando sus canciones.
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