Exiliados norcoreanos piden en La Haya una investigación de los crímenes de Kim
Unos 200.000 presos políticos están internados en campos de trabajo en Corea del Norte. En ellos sufren torturas y ejecuciones públicas, informan las ONG. Cada año huyen del país entre 1.000 y 1.500 norcoreanos. Unos 18.000 residen en Corea del Sur, donde tras analizar su situación se les concede la nacionalidad.
Arropados por varias ONG surcoreanas y canadienses, un centenar de estos exiliados han presentado una solicitud ante la Corte Penal Internacional (CPI) para que la fiscalía abra una investigación por crímenes contra la humanidad contra Kim Jong-il, líder comunista del Norte.
Les anima el precedente de la orden de arresto contra Omar el Bashir, presidente de Sudán, acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad en Darfur. A su entender, los de Pyongyang son tan graves como los que se atribuyen al líder africano, primer jefe de Estado en ejercicio imputado por la justicia internacional.
Park Hye-ri es una mujer de 43 años que acudió con la delegación de exiliados. Los gendarmes fronterizos de China descubrieron su fuga, y la devolvieron a su país cuando las temperaturas rondaban los 40 grados bajo cero. A su regreso, y con los pies helados, fue apaleada por la policía secreta norcoreana hasta que perdió las piernas. Desde hace tres años vive en el sur con su hijo. Su caso es similar al de los 150 compatriotas que avalaron con sus biografías la demanda ante la CPI.
El grupo recuerda en la petición que el régimen de Kim Jon-il separa dos categorías de ciudadanos. "Por un lado, los enemigos del país, que desaparecen o son internados en campos de prisioneros políticos, denominados kwan-li-so. De otro, los repatriados a la fuerza por China y sospechosos de haber tenido contactos con el Sur. Éstos acaban en penitenciarías con castigos brutales, las kyo-hwa-so. Como Pyongyang vigila estrechamente su frontera con Seúl, los evadidos toman rutas alternativas muy peligrosas. No sólo van por China, que comparte 1.500 kilómetros de lindes con Corea del Norte. Amnistía Internacional tiene datos de "huidas que acabaron desviadas a una ruta larguísima por Mongolia, Vietnam y hasta Myanmar, para que no se asentaran en algún punto del territorio chino como inmigrantes económicos".
La situación de los refugiados está ahora marcada por la actitud más dialogante de Washington, que espera que Corea del Norte regrese a las discusiones sobre el control del poder nuclear, abandonadas por Kim Jong-il. Estas negociaciones incluyen también a Corea del Sur, China, Japón y Rusia.
A su vez, Seúl sigue ayudando con alimentos mientras exige coherencia a Pyongyang. Los firmantes de la solicitud ante la Corte Penal Internacional admiten que su gesto tiene aún más peso simbólico que jurídico, pero esperan que refuerce la presión internacional para mejorar los derechos humanos en su país.
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