Berlusconi: "Si cambia el clima político, mi dolor no será inútil"
El primer ministro italiano sale del hospital cuatro días después de su agresión
Con una media sonrisa tras el vendaje que cubre la nariz, el labio superior y la mejilla izquierda, saludando a las cámaras, Silvio Berlusconi abandonó ayer el hospital San Raffaele de Milán, donde ha pasado cuatro días recuperándose de la agresión que sufrió el domingo en la plaza del Duomo.
Antes de llegar a su residencia Villa San Martino en Arcore, al norte de Milán, el primer ministro italiano se detuvo en la consulta de su dentista, Massimo Mazza, para tratarse los dos dientes afectados por el golpe. Deberá guardar reposo durante 10 o 15 días, según sus médicos. El rotativo suizo Le Matin informó de que el jefe de Gobierno, de 73 años, ha pedido cita en una clínica de cirugía estética en Gravesano (Suiza), se supone que para reparar el tabique nasal parcialmente fracturado y posibles cicatrices.
Il Cavaliere ha pedido cita en una clínica de cirugía estética en Suiza
Sus primeras palabras tras el alta llegaron por una nota oficial. "Me quedarán dos o tres recuerdos de estos días", decía. "El odio de unos pocos y el amor de muchísimos italianos. A todos les hago la misma promesa: seguiremos adelante con la misma fuerza y determinación que antes por el camino de la libertad".
"Se lo debemos a nuestro pueblo y a nuestra democracia", agregó Berlusconi, asegurando que "no prevalecerá ni la violencia de las piedras ni la de las palabras, que todavía es peor". "Si con lo que ha pasado obtenemos un clima más tranquilo y honesto en la política italiana, mi dolor no habrá sido inútil", señaló.
Ahí acabaron las palabras pacificadoras. El resto mostró que aunque el magnate ha salido del trauma tocado de un espíritu más integrador, no se ha convertido, como algunos pensaban, en un franciscano pacifista.
El primer ministro será inflexible con quienes, en su opinión, promueven el odio. "Si la oposición sabe de verdad tomar distancia de forma honrada de los pocos que fomentan el odio, podemos abrir una nueva fase de diálogo. Yo de todos modos seguiré adelante con las reformas, porque las piden los italianos", advirtió.
La impresión es que, usando un lenguaje algo menos agresivo, Berlusconi sigue teniendo las mismas intenciones y problemas que antes. Y que no piensa renunciar a su proyecto: primero, librarse como sea de los juicios que tiene pendientes; segundo, reformar la Constitución para controlar mejor a fiscales y jueces e incluso al Tribunal Constitucional.
Para ello, tratará de aislar a la oposición irreductible del ex juez Antonio di Pietro, que el domingo estaba ya formando un frente común antiberlusconiano con la oposición en pleno; y sin duda, Il Cavaliere seguirá atacando a la prensa más crítica.
El Pueblo de la Libertad (PDL) ha ofrecido al Partido Democrático (PD) y a los democristianos de la UCD un "pacto democrático", y parece haber seducido a ambos. El PD se plantea abandonar a su aliado ocasional, Di Pietro. El líder, Pier Luigi Bersani, tras visitar a Berlusconi en el lecho del dolor, salió entregado a la causa. Y Nicola Latorre, hombre de confianza de Massimo D'Alema, ha dicho que "el deber es frenar el conflicto político y comenzar a reformar".
La oferta del PDL habla de "no utilizar atajos judiciales", frase que no se refiere a que Berlusconi se vaya a someter a los procesos; al revés, critica un supuesto uso espurio de la justicia para deslegitimar la voluntad popular.
La idea de la mayoría sigue siendo aprobar lo antes posible un escudo legal transitorio, una ley puente a medida que ofrezca 18 meses de calma para sacar adelante la reforma constitucional que incluirá la inmunidad de los altos cargos del Estado.
El mediador es Gianfranco Fini, el único del PDL que puede hablar con la oposición y con Berlusconi a la vez. Su aspiración es abrir una nueva estación política, de reformas constituyentes. Antes de Navidad, se reunirá con Berlusconi en Arcore, dice su portavoz, "con la idea de pactar una reforma que conforme a todos".
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