Generosidad bajo sospecha
A la mujer más rica de Francia, propietaria de L'Oréal, un imperio valorado en 17.000 millones de euros, la quiere incapacitar su única hija para que deje de administrar su fortuna. Lilianne Bettencourt, una mujer otrora discreta, es a los 87 años la comidilla de la prensa francesa, a cuenta de la batalla abierta por Françoise Bettencourt, que recela de la inmensa generosidad desplegada por su madre.
Lilianne Bettencourt, que heredó la marca de cosméticos fundada por su padre y la convirtió en una exitosa multinacional, ha demostrado en los últimos 12 años ser capaz de gastar el dinero al mismo ritmo que hace caja. Ha hecho regalos millonarios a gente diversa, pero el más beneficiado por su espíritu desprendido es el fotógrafo de 62 años François-Marie Banier, un amigo que llegó a su vida precedido por la fama de sus instantáneas y de sus amistades con mujeres más ricas y maduras que él. Entre seguros de vida, obras de arte y dinero en metálico, Lilianne Bettencourt le ha regalado 993 millones de euros.
El enredo es competencia desleal para guionistas de teleseries. La hija está convencida de que Banier abusa de la debilidad de su madre. Hay informes médicos que hablan de su desorientación mental y los testimonios del servicio doméstico esbozan una relación enfermiza con episodios de chantaje emocional entre la empresaria y el fotógrafo. Pero la dueña de L'Oréal se niega a someterse a nuevos análisis médicos y, además, ha esgrimido un par de informes que certifican su buen estado de salud. ¿A quién creer?
Dice el abogado de Lilianne que a su hija, que lleva tres años pleiteando, la delata su impaciencia por tomar las riendas de la fortuna familiar. El martes pasado, Françoise enviaba a su madre una carta explicativa y exculpatoria (con copia a Le Figaro): "Mi querida mamá" (...) "no tengo más elección que solicitar del juez tu protección"...
El viernes habrá una primera decisión judicial, pero al culebrón le faltan muchos capítulos porque la gran dama no se rinde y da muestras de astucia. "La generosidad es un impulso gratuito", contraatacó en la prensa. "Cuando se ha recibido mucho ha de gustar regalar".
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