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La oposición iraní renueva su desafío

Las fuerzas de seguridad reprimen a los manifestantes en Teherán con gases lacrimógenos y tiros al aire - La protesta se radicaliza y exige el fin del régimen

Ángeles Espinosa

La oposición iraní volvió a desafiar ayer la prohibición de manifestarse y se encontró una vez más con las porras y los gases lacrimógenos de antidisturbios y paramilitares. A pesar del enorme despliegue policial que rodeaba la Universidad de Teherán, miles de personas se acercaron a apoyar la protesta convocada con motivo del Día del Estudiante. La reacción de las autoridades muestra su preocupación. Los opositores mantienen el pulso seis meses después de las elecciones que denunciaron como fraudulentas. Desde entonces, también se han radicalizado. En las calles ya no se pide el recuento de los votos o unas nuevas elecciones, sino el fin del régimen clerical.

Los enfrentamientos estallaron hacia la una de la tarde, cuando miles de personas que se habían dado cita en los alrededores de la universidad para acompañar a los estudiantes empezaron a corear "Muerte al dictador". De inmediato, los antidisturbios respondieron con gases lacrimógenos y los milicianos basiyís cargaron contra la multitud, según varios testigos. Hasta entonces, unos y otros habían tratado de impedir que la gente se concentrara desviando a los viandantes hacia las calles adyacentes, pero sin cortar el tráfico rodado.

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"Las fuerzas de seguridad han disparado al aire para dispersar a los manifestantes en la plaza de Enghelab... todavía hay enfrentamientos esporádicos entre la policía y los manifestantes", aseguraba a media tarde la web reformista Mowjcamp. Poco antes, un testigo citado por la agencia Reuters relataba haber visto detener a una decena de personas en la plaza de Vali Asr. Otras fuentes informaban de gente golpeada en la plaza de Haft-e Tir, dando idea de que las protestas se habían extendido a diferentes puntos de la ciudad a medida que los participantes se veían empujados por las cargas policiales. Al final del día, llegaron noticias de protestas similares en una docena de campus del país.

"No sé si los chavales están protestando o no, pero el atasco de tráfico que se ha formado es monumental", se quejaba un taxista que había tardado 45 minutos en llegar desde la Universidad de Teherán hasta la avenida de Vali Asr, un trayecto de apenas un kilómetro y medio. "Tampoco es posible ver nada porque han colocado una enorme pancarta con palabras del líder supremo delante de la verja que rodea a la entrada principal", apuntaba una mujer que pasó por allí en autobús. Lo que sí vio fue cómo varios agentes de paisano filmaban a quienes intentaban manifestarse, con el fin de poderlos identificar más tarde.

Un llamado Comité de Estudiantes se encargó de hacer llegar a los periodistas extranjeros los enlaces a los vídeos que habían grabado con las protestas dentro del campus. Imposible abrirlos, ya que desde el pasado sábado las autoridades han ralentizado Internet para dificultar las comunicaciones entre los opositores y con el exterior. La televisión estatal PressTV, por su parte, mostró la manifestación oficial y, según el locutor, "las fuerzas de seguridad habían frustrado los planes de los elementos antigobierno para monopolizarla". Tampoco era posible respaldar su autenticidad porque las autoridades han prohibido trabajar en la calle a los periodistas extranjeros acreditados en Irán, lo que obliga a recurrir al relato de testigos.

"En la calle 16 de Azar hay más policías que estudiantes", confiaba a este diario un vecino que pasó por allí a media mañana. Esa vía, en uno de los laterales del recinto universitario, era el lugar donde se habían dado cita los manifestantes, ya que el 16 de Azar, que este año ha caído en 7 de diciembre, es el Día del Estudiante. La fecha conmemora la muerte de tres estudiantes en una manifestación antiestadounidense, en 1953. Sin embargo, desde hace una década, los universitarios reformistas aprovechan la convocatoria para airear su descontento.

La protesta de ayer confirma que el movimiento de oposición "sigue vivo" a pesar de los intentos del Gobierno por suprimirlo. Así lo aseguraba la noche anterior Mir-Hosein Musaví, el candidato que acusó a Mahmud Ahmadineyad de haberle robado el triunfo electoral el pasado junio. Desde su página web, Musaví advertía a las autoridades que la detención de estudiantes no va a acabar con las protestas porque los universitarios suponen uno de cada 20 iraníes. "No se trata de quién es el presidente, sino de que han vendido una gran nación", añadía, tal vez sabedor de que para muchos iraníes ya no sería suficiente con repetir las elecciones.

La preocupación de las autoridades se venía intuyendo desde días atrás. El sábado, la policía detuvo a 29 mujeres que participaban en una vigilia por sus hijos muertos durante las protestas poselectorales, y 21 de ellas seguían detenidas ayer, según BBC Persa.

Estudiantes iraníes se manifiestan en el centro de Teherán pese a la prohibición de las autoridades.
Estudiantes iraníes se manifiestan en el centro de Teherán pese a la prohibición de las autoridades.REUTERS

División en la cúpula

La violenta respuesta que el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad está dando a los opositores divide a la élite gobernante. Destacadas figuras del régimen han advertido del riesgo de radicalización de muchos manifestantes que en principio no eran contrarios al sistema islámico, y piden un compromiso político que permita poner fin a las tensiones.

"Ni siquiera se tolera la crítica constructiva", se quejaba el domingo el veterano político Ali Akbar Hashemí Rafsanyaní, quien al inicio se alineó con la oposición, pero luego ha mantenido silencio. Rafsanyaní ha criticado el recurso a la Guardia Revolucionaria y la milicia basiyí para reprimir las protestas.

"Las divisiones perjudican al país", ha reconocido el presidente del Parlamento, Ali Lariyaní. "Tal como ha dicho el líder supremo, no se puede acusar a todos los que se manifiestan

[por su descontento con las elecciones] de estar en contra del velayat-e-faqih

[gobierno del jurisconsulto, que es el pilar de la República Islámica]", señaló. Los partidarios de Ahmadineyad han acusado de ello a quienes defienden que Mir-Hosein Musaví ganó las elecciones. Es un cargo grave porque les deja fuera de la legalidad.

En un esfuerzo por promover la unidad, Lariyaní invitó a todos los altos responsables al Día del Parlamento, el pasado martes. Ni Ahmadineyad ni Rafsanyaní acudieron a la cita, escenificando una división que está debilitando el régimen tanto como las protestas opositoras.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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