"Pues nada, le disparé y ya está"
Los agentes testificaron en el juicio que Santiago Mainar, el presunto asesino del alcalde de Fago, fue sincero y minucioso cuando le tomaron declaración
La confesión policial de Santiago Mainar, el presunto asesino del alcalde de Fago (Huesca), es una de las pruebas clave en su contra. Los guardias civiles la defendieron ante el juez, en el juicio que termina mañana, al considerarla "seria y sincera". El capitán José Villalón, instructor del atestado, planteaba preguntas abiertas y el detenido respondía con el mayor lujo de detalles cómo había planeado la muerte del alcalde Miguel Grima. Durante esa conversación, sólo interrumpida por el dictado de Villalón a la secretaria -una joven agente llamada Inmaculada- que redactaba el acta, Mainar se muestra tranquilo y minucioso. Ni un solo grito, ningún atisbo de presión a pesar de la gravedad de la situación. La declaración se produce en la propia casa del presunto asesino, horas después de que fuera detenido. Además de Villalón y la secretaria del atestado, está presente el secretario judicial de Jaca, Javier Martínez Zandundo, que había acudido para participar en la entrada y registro de la casa de Mainar. Los agentes ya conocían que en sus brazos habían sido hallados residuos de un disparo realizado por él, y huellas de su ADN en el coche de la víctima. EL PAÍS ha tenido acceso a la grabación de su declaración.
- "Se me juntó todo".
Santiago Mainar cuenta cómo se encontró en el monte la escopeta envuelta en una bolsa con la que supuestamente cometió el crimen. Villalón le pregunta qué sintió.
Mainar. Se me juntó todo y me dije: "Hasta aquí hemos llegado..., hasta aquí hemos llegado". Pero como el que ve un traje y dice: "Me compro este traje...".
Guardia Civil. ¿Y qué hiciste?
S. M. Pues vi la escopeta al pasar por allí y la cogí.
G. C. ¿Qué hora era?
S. M. Pues no tengo ni idea. Por la tarde...
G. C. ¿Te llevas también la bolsa (en la que estaba envuelta el arma) o sólo la escopeta?
S. M. La escopeta y la bolsa.
G. C. ¿Había cartuchos en su interior?
S. M. No, estaba vacía.
G. C. ¿Tanto la escopeta como la bolsa?
S. M. Sí, sí.
G. C. Y qué haces.
S. M. Pues nada. En la casita de ahí, camino a la nave, tenía un cartucho que me encontré hace tiempo... Lo tenía en un armario donde guardo papeles, guantes, cosas de trabajo... Sobre las siete o así salí carretera abajo.
G. C. ¿Dónde está la escopeta?
S. M. En la bolsa de plástico.
G. C. ¿Te cruzaste con alguien?
S. M. No.
- "Paró el coche y quitó un par de piedras".
El guarda forestal cuenta lo que pasó en la carretera y los movimientos que hizo Miguel Grima antes de que le disparara. Mainar hace un croquis a los agentes para describirlo mejor.
S. M. [Grima] paró el coche. Quitó un par de piedras y volvió. Entonces yo ya había salido de la cuneta y estaba él delante.
G. C. Y tú, ¿por dónde fuiste, por delante o por detrás?
S. M. Por detrás. Yo nunca estuve delante del vehículo.
G. C. Intenta describirlo.
S. M. Pues nada, le disparé y ya está.
G. C. ¿Cómo se encontraba él respecto al vehículo?, ¿se encontraba metiéndose ya en el asiento? ¿Fuera, de frente...?
S. M. Sí, estaba junto a la puerta.
G. C. Dibújalo aquí más o menos [hace un croquis]. Cuál sería tu posición, la del alcalde y la del vehículo.
S. M. El vehículo aquí, con la puerta abierta. Yo estaba aquí y él pues aquí... [mientras supuestamente se refiere al croquis que acaba de hacer].
G. C. ¿A qué distancia se puede decir más o menos que estuvieras?
S. M. Pues yo qué sé, de aquí a aquí [refiriendose supuestamente al croquis].
G. C. ¿Recuerdas si te manchaste de sangre?
S. M. Yo creo que no.
G. C. ¿A qué distancia, más o menos, crees que pudiste haber disparado al alcalde?
S. M. Pues, como de aquí a la chimenea, igual un poco más, un par de metros más.
G. C. O sea, a unos cinco o seis metros...
S. M. Sí, sí, sí...
G. C. De poner una mano ¿tocarías el vehículo?
S. M. No.
G. C. Estabas a una distancia de más de una mano del vehículo. ¿Mucho más o...?
S. M. Sí, sí, sí, sí, bastante más, sí. Por lo menos cinco o seis metros. Por lo menos cinco.
- El cruce con Iñaki Bidegain. Al ver que llegaba otro coche, Mainar dio la vuelta al de Grima y lo puso de frente al que venía y con las luces largas con la intención de deslumbrar al conductor. Quien se aproximaba era el médico Iñaki Bidegain y su familia. Bidegain paró al reconocer el Mercedes del alcalde, pero Mainar, que se puso una linterna en la cabeza (un frontal), le dijo que siguiera. El cuerpo de Grima estaba tirado en la cuneta y tapado con su coche. Aún no lo había tirado por el barranco.
G. C. Y el frontal, ¿para que te lo pusiste?
S. M. El frontal me lo puse... Como di la vuelta y el coche no llegaba, pues no se me ocurrió nada más y, al bajar del coche, pensé que al enfocar al otro [Bidegain]... La manera de que no te vea... es decir si le enfocas con la linterna no te ve, ¿no? Entonces el otro llegó, yo bajé del coche y le dije ¡siga, siga!
G. C. ¿Qué distancia había [entre los coches de Grima y Bidegain]?
S. M. Unos dos coches de distancia... Pero vamos, esta persona no viooo... Vio el coche, pero no vio otra cosa... Ya le digo, yo que me aseguré de que estuvieran [encendidas] las largas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.