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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aunque un grano no hace granero...

Un grano no hace granero... pero ayuda al compañero. Este refrán viene muy traído al caso, tras la noticia conocida de un joven que paseaba a su perro en un barrio de Madrid y, sin pensar en las consecuencias de su altruista acción, resultó herido por mediar en una pelea en la que una mujer recibía una paliza de un hombre, ambos desconocidos para el joven.

Comienzan a llegar a nuestros oídos estos cívicos comportamientos de personas de bien, que median en lo que para ellos y, debería ser también para el resto de la sociedad, es un acto homicida, denigrante e inconcebible, tanto para los que lo sufren o ejecutan como para el resto de los ciudadanos. No valen de nada las campañas de información a la ciudadanía, la condena de autoridades y personas públicas o el intento de que la mujer denuncie, sin un convencimiento global de toda la sociedad al hecho de que es necesario movilizarse y hacer algo entre todos. Es inaceptable que se emplee la violencia para conseguir cualquier fin.

Estos gestos, que pueden parecer pequeños, aunque arriesgados y valerosos, no sirven de nada sin una reprobación continua de todos y cada uno de nosotros en todos los ámbitos. Hay que desterrar frases del tipo: "Ella se lo habrá buscado".

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Una mujer agredida significa la deshonra de toda la sociedad, y estas personas que últimamente se erigen en adalides anónimos de tan gran y noble causa son una honra para todos y cada uno a nivel global e individual.

Muchas gracias, vecino de la Estrella, por devolvernos un poco de confianza en la raza humana. Mejórate pronto, porque necesitamos mucha gente como tú entre nosotros.- Mayte Moro Artalejo. Madrid.

Sostiene el autor, Enrique Lynch, en su artículo del 19 de noviembre, Revanchismo de género, que el eficaz anuncio del Ministerio de Igualdad que se ha exhibido por diversos medios estos días, con un lema igualitario, directo y claro (que ningún hombre sea más que una mujer, que ninguna mujer sea menos que un hombre), lanzará a las mujeres "al choque con machos ignorantes y brutales", que "más tarde o más temprano caerán sobre ellas de forma implacable".

Se siente al parecer rodeado de resentimiento femenino (un mal que "se extiende imparable por todas partes"), y para ilustrarlo, menciona, entre otras muestras, algunos videoclips de mujeres despechadas que, en lugar de emular "la melancolía de los hombres" en los boleros que el autor añora, se presentan en "botas de caña alta", como "perdularias", o "en traje de leopardo", y "ni lloran ni piden perdón". Con canciones así, advierte el autor, "la tasa mensual de asesinatos de mujeres acabará por triplicarse".

Señor Lynch, afortunadamente, hoy las mujeres visten y actúan libremente, y a la inmensa mayoría de los hombres, que no somos ignorantes ni brutales, nos encantan así. Y la violencia machista no es un tema banal como para abordarlo con semejante irresponsabilidad.

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