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Los 'chupasangres', de explotadores a explotados

El estreno en cines de 'Luna nueva' aviva la fiebre vampírica - Los no muertos crecen y se multiplican

Carmen Mañana

Chupan sangre, odian los crucifijos y están hasta en la sopa. Cualquiera lo sabe ya: los vampiros son los nuevos mejores amigos de editoriales, productoras de cine y televisión. Y lo son porque venden, venden mucho. ¿Pruebas? El jueves pasado, unas 5.000 personas se reunieron en el palacio madrileño de Vistalegre para gritar hasta la afonía y hacer algunas preguntas a los protagonistas de Luna nueva, la segunda entrega cinematográfica de la saga Crepúsculo. La película llegó ayer por fin a los cines jaleada como "el acontecimiento cinematográfico del año" en todo el mundo. La tetralogía en la que se inspiran las películas, escrita por la estadounidense Stephenie Meyer, ha vendido 2,5 millones de ejemplares sólo en España. En su editorial, Alfaguara, esperan llegar a los tres antes de 2010. "En un momento tan duro, tira de toda la empresa", explica su responsable Raúl González.

Casi todos los sellos literarios han cazado ya algún vampiro. Montena tiene Medianoche; Nabla, Vampire kisses... Roca acaba de lanzar Drácula, el no muerto, una secuela de la obra original de Bram Stoker, escrita por su sobrino biznieto Dacre. Destino publica la saga Crónicas vampíricas, de J. L. Smith, en la que se basa la última gran apuesta de la cadena estadounidense HBO, The vampire diaries. Esta serie, en la que dos hermanos vampiros luchan por el amor de una humana, busca repetir el éxito de True blood, una de las más vistas en EE UU. Emitida en España por Canal+ y Cuatro, lleva a la pantalla los libros de Charlaine Harris (Suma de letras).

La pregunta que cabe hacerse es: ¿estaremos chupando la sangre a los chupasangres? ¿Acabarán los vampiros anémicos? "Cada día llegan propuestas de novelas de vampiros para adolescentes, adultos y hasta romántico-eróticas", cuenta la editora de Roca, Patricia Escalona. No hay límite. Parece que, a veces, el único objetivo es meter colmillos a toda costa. Como en Mr. Darcy, vampyre y Vampire Darcy's desire, que convierten en un chupasangre al protagonista de la obra de Jane Austen Orgullo y prejuicio.

De momento, la industria del entretenimiento sigue fiel a su máxima: si algo funciona, no lo cambies. Jorge Vázquez, director general de Aurum, distribuidora de Luna nueva, asegura que nunca ha visto "tanta entrega" como en la presentación del filme. "Un fan llegó a pagar 500 euros por una entrada al evento", relata. Su empresa ya ha comprado los derechos de la versión hollywoodiense de la sueca Déjame entrar, sobre la amistad entre una niña vampiro y un niño humano. Y en febrero llega The vampire assistant, la enésima vuelta de tuerca a la historia de mordiscos, amor y lucha.

Entonces, ¿la audiencia saturada? ¿No se ha exprimido tanto y tan rápido el fenómeno que ya no queda ni una gota aprovechable? No, responden desde Alfaguara, Roca y Aurum. El público sigue creciendo, en número y edad. "Cuando lanzamos el primer libro de Crepúsculo nuestros lectores tenían una media de 16 años. Ahora rondan los 30", explica González. Más demanda, más dinero, más yugulares agujereadas. El editor de Alfaguara se atreve a hacer una predicción: "Nos quedan, al menos, un par de años de oscuridad".

Kristen Stewart y Robert Pattinson, en un fotograma de <i>Luna nueva,</i> segunda parte de <i>Crepúsculo. </i>
Kristen Stewart y Robert Pattinson, en un fotograma de Luna nueva, segunda parte de Crepúsculo.
Portada de <i>Mr. Darcy, vampyre.</i>
Portada de Mr. Darcy, vampyre.

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