El fantasma de los 'dibus' futuros
En los créditos finales de Ratatouille, un rótulo indicaba: "Nuestro Certificado de Calidad garantiza: 100% animación genuina. No se ha empleado motion capture o cualquier otro atajo relacionado con la interpretación en la producción de esta película". La lógica corporativa sigue caminos muy distintos a los de la integridad artística: tres años después, Disney acoge con los brazos abiertos -y con un contrato para tres películas- al máximo valedor del motion capture, técnica que vierte toda la información gestual de actores de carne y hueso a figuras virtuales. El proceso obtiene resultados notables cuando sirve para integrar un personaje sintético en la imagen real -ahí está el convincente Gollum de la trilogía de El Señor de los Anillos-, pero supone un radical simulacro de lo que se suele entender por animación: la labor del animador tiene su meta en lograr, con sus propios recursos, que sus personajes actúen. Cuando una película se realiza íntegramente en motion capture, el resultado no es una película animada, sino su simulación.
CUENTO DE NAVIDAD
Dirección: Robert Zemeckis.
Intérpretes: Jim Carrey, Gary Oldman, Colin Firth, Robin Wright Penn, Cary Elwes, Bob Hoskins.
Género: animación. EE UU, 2009.
Duración: 96 minutos.
En Cuento de Navidad, tercer largo de Zemeckis abonado al flamante juguete, el clásico de Dickens se transmuta en algo sumamente extraño: la versión virtual de un paseo por una Casa Encantada de parque Disney tapizada de moral victoriana, una montaña rusa de golpes de efecto que permite al cineasta ejercitar su caligrafía hecha de hipérboles sin límites impuestos por las leyes físicas. El diseño de Mr. Scrooge es el gran triunfo del conjunto, pero la estética oscila entre un tenebrismo radical y el kitsch navideño de escaparate de Harrod's y no logra enmascarar la ausencia de auténticos animadores capaces de colocar personajes vivos donde sólo parece haber autómatas.
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