Alivios precarios
Los 27 desbloquean el Tratado de Lisboa y arrumban la candidatura de Blair a presidente
La cumbre de la Unión Europea (UE) culminó ayer en tres alivios de carácter precario, como lo demuestra que sus resultados deban ser ratificados en otros encuentros posteriores. El primero es la remoción del veto checo a la ratificación del Tratado de Lisboa. Al presidente de ese país, Václav Klaus, le encantó haber conseguido (como Polonia o Reino Unido) que su país quedara excluido, como exigía, de la aplicación de la Carta de Derechos incluida en el Tratado. Excepción conseguida con la excusa de evitar pleitos comunitarios por parte de los alemanes de los Sudetes expropiados después de la II Guerra Mundial.
La excusa es inmoral, por tardía y porque aquella expropiación tuvo mucho de étnica y revanchista. Inane, además, porque la Carta sólo habilita a pleitear por las actuaciones de las instituciones de la UE: la vía del recurso al Tribunal de Derechos Humanos del Consejo de Europa sigue abierta, lo que demuestra el carácter populista de la demanda de Klaus. En vez de poner pie en pared, los 27 han optado otra vez por los paños calientes. Ya se verá si esa conducta alimenta riesgos adicionales.
El segundo alivio es el descarte de Tony Blair como candidato a presidente estable del Consejo Europeo. La abierta oposición de su familia socialista le pone las cosas peor que difíciles, y aunque teóricamente podría forjarse una mayoría conservadora en su favor, no parece que el estreno de esta figura consagrada en el nuevo tratado sea viable bajo el signo del disenso.
Blair era el candidato de la desunión: tanto europea (como impulsor de la ilegal guerra de Irak), como británica, pues concitaba la inquina tanto de los conservadores euroescépticos como de los medios más europeístas. Pero, a diferencia de Zapatero, Gordon Brown actuó con perspicacia, al defender a su antecesor. Ostenta ahora mejor posición acreedora para obtener algo de la pedrea. Es de lamentar la pasividad del Gobierno de España y que no haya presentado ningún candidato a los altos cargos en discusión.
El tercer alivio llega por el acuerdo sobre el cambio climático ante la cumbre de Copenhague, por el que la UE podrá ejercer cierto papel defendiendo el menor despilfarro de los ricos y la ayuda financiera a los países emergentes con voluntad de refrenar sus emisiones. En suma, nada exaltante ni definitivo desde Bruselas. Pero, por una vez, no hay bloqueos sino luz verde para seguir adelante.
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