Italianas contra Berlusconi
Será ésta la definitiva? Silvio Berlusconi es sin duda su peor enemigo, pero como esos tentetiesos que se tambalean y no acaban nunca de caer, aguanta y pasa al contraataque asegurando que a él no le echa nadie del poder. Esta vez, sin embargo, el adversario es de talla. La mujer italiana, y no ya la feminista militante, sino toda ama de casa que se respete.
Hace menos de dos semanas se permitió calificar a una apreciadísima diputada izquierdista, Rosa Bindi, de 58 años, de "más bella que inteligente". Y media Italia de esa mitad que está compuesta de mujeres se halla hoy en estado de amotinamiento. El diario romano de centro-izquierda La Repubblica publica diariamente desde entonces una especie de banderín de enganche en su web, en el que firman, indignadas, señoras de toda condición. "Este hombre nos ofende, encerrémoslo" (fermiamolo en muy expresivo italiano), propone como lema de la iniciativa, y en esos 10 días casi 100.000 italianas se han adherido a la protesta. Una de las amotinadas, la ex ministra Giovanna Melandri, del Partido Demócrata, también de izquierda, le ha pagado con la misma moneda, diciendo que Berlusconi "es más alto que bien educado", cuando nadie ignora cuánto le mortifica no ser alto.
La lista de desaguisados en los que se ve envuelto el primer ministro cubriría de vergüenza a una estatua y habría acabado con alguien menos coriáceo. El Tribunal Constitucional derogó recientemente una ley por la que se había adjudicado virtual inmunidad contra las acciones de la justicia, que le han perseguido todo su mandato desde 2004; anteriormente, se descubrió que en una de sus villas lujosísimas celebraba fiestas a las que acudían prostitutas, lo que ya motivó una primera mueca de disgusto de la Iglesia; y desde siempre su especialidad ha sido ofender y meter la pata en los cinco continentes.
Pero su última pifia puede ser la puntilla. Si el con la Iglesia hemos topado no está claro que haya sido suficiente, la mujer italiana, más de 30 millones en el país, constituye el arma definitiva de destrucción masiva. El magnate puede lamentar eternamente sus palabras a la diputada Bindi.
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