Entre el límite de la paciencia y la esperanza del diálogo
Los partidos vascos que dejaron oír su voz tras las detenciones de dirigentes abertzales, en la sede de LAB en San Sebastián, coincidían ayer en advertir "motivos políticos" en la decisión del juez Garzón. Esta reacción se identifica con el amplio sector de ciudadanos vascos que consideran todavía al entorno de Otegi y Rafa Díez la "última esperanza" para que el mundo radical entre por la senda de la legalidad, deslegitimando la violencia. Es decir, eligiendo la vía de los votos que sugiera el ministro Rubalcaba en lugar de las bombas de ETA.
Sin embargo, este permanente auto de fe que continúa en el tiempo a pesar, por ejemplo, del beligerante último comunicado de la banda terrorista el pasado 25 de octubre, ya no tiene cabida ni en el límite de la paciencia del Gobierno Zapatero ni en el marco legal de la Justicia. Como anoche señalaba un acreditado abogado vasco, estas detenciones confirman que "las medias tintas se han acabado". Además, hay quien sostiene que el Ministerio del Interior "se ha cansado de esperar".
Por encima de las consideraciones políticas que toda decisión judicial sobre la izquierda abertzale provoca siempre en el País Vasco, Garzón viene a recordar al entorno de Batasuna por la vía de los hechos de que "siguen siendo ilegales" y procede a su detención. Ya lo hizo en la redada de Segura (Guipúzcoa) en 2007.
Eso sí, en los círculos nacionalistas que identifican este golpe judicial como "el mazazo definitivo" a la presencia abertzale en las próximas elecciones "que favorecerá los intereses del PSE y PP", también se advierte del riesgo que entraña dejar "sin voz" a este sector "más posibilista", ya que abre la puerta a una mayor radicalidad bajo la potestad de ETA.
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