América Latina recobra el aliento
La pujanza de Brasil y la subida de las materias primas impulsan la recuperación
Un suspiro de alivio recorre América, del río Bravo al cabo de Hornos. Sería exagerado decir que la crisis ha pasado de puntillas por la zona, como ha ocurrido en gigantes asiáticos como China e India, pero no hay duda de que -salvo casos contados, como el de México- la herida dejada en la zona por el huracán financiero es bastante menos profunda que la sufrida por las economías de Europa y de EE UU. "La crisis internacional ha tenido un impacto negativo para las economías de América Latina, pero tanto la naturaleza de la misma, originada en el sistema financiero de los países desarrollados, como las mejoras estructurales de los últimos años han limitado su alcance", afirma Xavier Segura, director del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya. "La región ya parece estar preparada para el día en que la economía mundial se decante más hacia Asia", añade Ilan Goldfajn, economista jefe del banco brasileño Itaú.
Las materias primas y la inversión extranjera reaniman la actividad
Más de 2,5 millones de personas se han sumado a las filas del desempleo
Varias señales apuntan en la buena dirección: la pujanza de Brasil, convertido en motor de América Latina, la subida de los precios de materias primas, principales productos de exportación de muchos países de la zona, y el retorno de la inversión extranjera. También ha mejorado sensiblemente la confianza de consumidores y empresas, así como el consumo privado.
Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) certifican que lo peor ha pasado. Según los cálculos más recientes del FMI, la primera recesión vivida en América Latina en un cuarto de siglo tocó fondo en el segundo trimestre de 2009 y la mayoría de las economías de la zona "irán ganando velocidad moderadamente" en los próximos meses. Aunque el PIB de la zona se contraerá este año un 2,5% debido a la fuerte caída de la actividad en enero, febrero y marzo, la recuperación será un hecho en 2010, con un crecimiento medio del 2,9%. "Latinoamérica siempre había amplificado las crisis, y en cambio esta vez ha ido ligeramente peor que la economía internacional en su conjunto: la excelente respuesta de la región es una excepción histórica", asegura David Robinson, subdirector del FMI para América.
Tenían razón quienes sostenían que América Latina estaba mucho mejor preparada que en otras ocasiones para amortiguar golpes tan duros. Haber hecho los deberes durante tantos años, como exigían los organismos internacionales, ha tenido su recompensa. La férrea disciplina macroeconómica observada por muchos gobiernos -con equilibrios fiscales, acumulación de reservas extranjeras y contención de precios- ha permitido disponer de recursos suficientes para apoyar la actividad durante los peores meses de la crisis. "La reducción de la inflación, que en determinados países llegó a alcanzar tres y cuatro dígitos en la década de los ochenta y principios de los noventa, ha supuesto un menor drenaje para la renta disponible de los agentes, una mejor asignación de los recursos y un descenso en los tipos de interés", señala Segura. El sistema financiero latinoamericano, con escasa exposición a productos derivados de las hipotecas basura, está prácticamente intacto.
Pero la recuperación latinoamericana no va a ser, ni mucho menos, homogénea. El país más castigado por la crisis, México, apenas da señales de mejoría y, según el FMI, deberá esperar a finales del presente año para dejar atrás los números rojos. En general, Nicolás Eyzaguirre, responsable para América del Fondo, distingue en tres tipos de países por su respuesta a la crisis: "Los exportadores de materias primas con más relación con Asia que además tenían una firme posición económica de partida (Brasil, Colombia, Perú, Chile) saldrán de la recesión a toda velocidad. Los que tienen materias primas pero una mala situación fiscal (Argentina) y los más apegados a EE UU (México) saldrán con más lentitud. Y los dependientes del turismo y las remesas, sin materias primas y sin capacidad fiscal para reaccionar -muchos de los países caribeños-, que serán los peor parados".
El legado más doloroso que deja la recesión en América Latina es el desempleo. Según cifras de la CEPAL y la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la tasa de paro urbano en el subcontinente ha alcanzado el 8,5%, un punto porcentual por encima de la registrada en 2009. Eso significa que 2,5 millones de personas se han sumado a las filas del desempleo como consecuencia de la crisis. La OIT y la CEPAL advierten, sin embargo, de que un mayor crecimiento económico no resolverá inmediatamente los problemas laborales, ya que la recuperación del empleo irá por detrás de la actividad económica.
Tras un lustro de grandes avances, el esfuerzo por recortar las enormes desigualdades sociales que persisten en la mayoría de los países de la zona ha experimentado un serio retroceso. Entre 2003 y 2007, antes de ser golpeada por la crisis, América Latina había logrado reducir en un 10% la pobreza y en un 7% la extrema pobreza. Eso significa que 37 millones de latinoamericanos dejaron de ser pobres y otros 29 millones superaron situaciones de extrema necesidad. Pero el Banco Mundial vaticina que alrededor de 10 millones de personas caerán en la indigencia este año como resultado de la desaceleración económica. "El daño que la crisis global ha causado en América Latina y el Caribe no es trivial y traerá consigo un retroceso en los avances sociales", afirma Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial para la zona. -
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