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Reportaje:Crisis en Italia

Los turbios abogados de Il Cavaliere

Gaetano Pecorella defendió a un capo mafioso, Cesare Previti fue condenado por soborno, y Niccolò Ghedini y Piero Longo simpatizaban con el Partido Fascista

Italia es el país de Europa donde hay más abogados: 210.000 (por 44.000 en Francia). Un amplio elenco donde elegir: un letrado cada 283 habitantes. El sueño de muchos de ellos, el cliente con el que todos fantasean (a favor y en contra), se llama Silvio Berlusconi. Según su amigo Bruno Vespa, ha sido procesado 66 veces y siempre se ha librado de ser condenado, así que ser su abogado es preferible a ganar la lotería. Pero la cosa tiene su desgaste y su riesgo.

Niccolò Ghedini (Padua, 1959), por ejemplo. Dos metros de huesos, una gran cabeza jurídica, un marcado acento véneto. Lleva 10 años salvando al hombre más rico de Italia, rumiando y elaborando leyes personales, pidiendo y consiguiendo aplazamientos. Ha presidido la comisión de Justicia de la Cámara, es diputado desde 2001 y pasará a la historia por una frase técnica dicha en un contexto equivocado. "No veo ninguna relevancia penal", dijo al ser preguntado por la relación de Berlusconi con la prostituta Patrizia D'Addario. "Él era solo el usuario final".

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Ghedini es uno de los tres letrados que ha defendido la Ley Alfano ante el Tribunal Constitucional. Los otros dos son su maestro y senador Piero Longo (Véneto, 1944) y el también diputado Gaetano Pecorella (Milán, 1948).

Tanto Longo como Ghedini simpatizaron con la extrema derecha. Longo nunca ha escondido esas simpatías, y defendió a algunos imputados en el proceso celebrado en 1975 por la reorganización del disuelto Partido Fascista. En 1986, se encargó de la defensa de un componente de la banda Ludwig que cometió varios homicidios. En ese juicio, debutó a su lado el entonces recién licenciado Ghedini, militante en aquella época del Partido Liberal.

Pecorella tiene una historia diversa, o conversa. Considerado la gran mente jurídica de Forza Italia, el partido cofundado en 1994 por Berlusconi y su amigo siciliano Marcello Dell'Utri (condenado en primer grado por asociación mafiosa), inició su carrera política en Potere Operaio (Poder Obrero), luego pasó al Partido Socialista de Bettino Craxi. El año pasado fue acusado de ayudar a Delfo Zorzi a eludir las imputaciones por la matanza neofascista de la plaza de la Loggia de Brescia, que causó ocho muertos en 1974.

Alcanzó el cénit de su carrera hace unos años, cuando, siendo presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, defendió a Nunzio de Falco, sanguinario capo camorrista de los Casaleses. De Falco fue condenado a cadena perpetua por haber ordenado el asesinato del cura Peppino Diana, ametrallado en 1994 por dos esbirros en la sacristía de su iglesia de Casal del Príncipe.

Diana era una figura de referencia en la formación de la sociedad campana contra el dominio de la mafia. Hace unos meses, Pecorella dijo que don Peppino fue sin duda asesinado por la Camorra, para añadir que no por eso debía ser convertido en mártir, ya que esa lucha era sólo uno de los posibles móviles de su muerte que emergieron durante el juicio. Esas declaraciones fueron refutadas por Roberto Saviano. Pecorella rectificó y pidió excusas.

Su apellido, en cualquier caso, quedará asociado, como el de Ghedini y Longo, con un corpus legislativo elaborado con un fin: que Silvio Berlusconi eluda la acción de la justicia subvirtiendo el ordenamiento penal vigente. Cuando agonizaba el anterior Gobierno Berlusconi, en febrero de 2006, Pecorella firmó una ley que preveía que la acusación no pueda apelar las sentencias absolutorias. Cuando el Constitucional la declaró inconstitucional, Pecorella afirmó: "Es verdad, hemos hecho leyes funcionales para determinados procesos[...] para permitir gobernar a Berlusconi".

Los tres mosqueteros, en todo caso, no han sustituido en el corazón de Berlusconi al mítico y entrañable calabrés Cesare Previti, que fue confesor y abogado de cámara de Il Cavaliere durante casi 40 años. La semana pasada, un juez milanés consideró a Berlusconi "corresponsable de corrupción" en el caso del laudo Mondadori, que en 1991 adjudicó una de las editoriales más grandes de Europa al actual primer ministro quitándosela al ingeniero Carlo De Benedetti. El juez afirma que Berlusconi hizo que Previti y otros dos letrados corrompieran con 1,5 millones de euros al juez Vittorio Metta. Previti, Metta y los otros dos fueron condenados a prisión en 2007. Berlusconi deberá pagar por daños e intereses 750 millones de euros. Previti purga su culpa en una oscura oficina de Roma, haciendo trabajo social.

Ghedini, de pie, junto al también abogado y diputado Pecorella.
Ghedini, de pie, junto al también abogado y diputado Pecorella.EFE

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