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Reportaje:MÚSICA

Versos de asfalto para las Masas

Diego A. Manrique

Fito Cabrales echa chispas. Quería ejercer de buen anfitrión, pero las circunstancias no favorecen las florituras. Estamos en plena Semana Grande de Bilbao, y el plan original debe ser desechado: pretendíamos recorrer los lugares que le vieron crecer, abrir la espita de los recuerdos. Con la ciudad en fiestas, pasear por el casco viejo resulta un incordio. Ahora mismo, pasadas las tres de la tarde, el problema es comer. A este bilbaíno de 1966 se lo llevan los demonios: "Tantos años con la milonga de que Bilbao debe ser ciudad de servicios, y en la semana que vienen más visitantes

chapamos los restaurantes". 

Terminamos en el coso de Vista Alegre, rodeado por restaurantes de decoración taurina, hoy repletos. Pero estar con Fito tiene sus ventajas: enseguida nos preparan una mesa al aire libre. Eso supone que, cada pocos minutos, Fito debe levantarse para hacerse fotos y firmar autógrafos. Acepta el acoso sin refunfuñar: "Peor sería que no me reconocieran. Si yo hubiera podido saludar a Rory Gallagher [el guitarrista y cantante], me hubiera gustado que me tratara bien".

Nadie mete mano en mis letras. Hablo en primera persona: son mis sentimientos y los expreso lo mejor que puedo

La oficina de Fito se llama Last Tour International y tiene su base en un polígono industrial de Basauri. Con sus 800 metros cuadrados, supera en dimensiones a muchas discográficas tradicionales y no se notan las ansiedades de la crisis. Last Tour organiza festivales (Azkena, BBK Live) y también la carrera de Fito & Fitipaldis. Uno de los orgullos de Fito es su autosuficiencia profesional. Funciona como empresa en sus conciertos, nada de actuaciones subvencionadas, "no tenemos que besar el culo al alcalde".

Ayuda el hecho de que su anterior disco, Por la boca vive el pez (2006), haya cosechado un éxito sin precedentes en estos tiempos de crisis. Casi medio millón de copias vendidas, 152 semanas en listas, y meses y meses llenando plazas por toda España. Antes de que cuente diez, el disco que acaba de publicar, prosigue el exitoso camino: ha colocado unas 50.000 copias en su primera semana.

Así, Fito se puede permitir caprichos personales, como sumar para la próxima gira a Lichis, de La Cabra Mecánica. Fito explica la conexión: "Cuando empezaba con Fitipaldis le llamamos para que cantara. Éramos pequeñitos y La Cabra triunfaba. Pero se apuntó enseguida. Esas cosas no se olvidan".

fito firmó el pasado año unas memorias, Soy todo lo que me pasa, donde hace balance de unos años vertiginosos. "Crees tener tu vida en la cabeza, y para nada. Debí mirar las fechas de mis discos para ordenar lo que me pasó. Demasiado alcohol y speed; hay temporadas que se me borraron totalmente". Carece de nostalgia respecto al grupo primigenio, Platero Y Tú: "Éramos una banda de juerga, de borrachera. Y ya no ejercemos". Para Fito, Platero representa una etapa superada, la banda como aventura vital.

Ahora, Fitipaldis se nutren de excelentes músicos mercenarios. Aquí existe una contradicción: "Se les pide que formen banda, aunque la realidad es que están contratados. Deben ser amigos, ojo, que uno no se chupa un año de gira si no hay buen rollo". ¿Ya no hay sexo, drogas y rock and roll? "Sexo, sólo entre nosotros [risas]. Ya no sales cada noche en plan destroyer, esperando que te ocurran muchas cosas. Además, no es igual actuar ante 300 que ante 15.000 personas. En un polideportivo, tocar con resaca es un problema que afecta a las 60 personas que forman el equipo de la gira".

Continuamos con las paradojas: el aire bilbaíno es tórrido, pero Fito lleva una chupa de cuero viejo. Su novia puntualiza: "Si te descuidas, se va a la cama con la cazadora. ¡Y no por morbo!". Pero en un nuevo tema canta: "Qué necesario es el rock and roll, qué prescindible es el cuero". No hay incongruencia, explica: "Eso se lo diría yo a un chaval de 15 años que quiera hacer rock. Que no confunda música con pose. Me encanta Keith Richards, pero no ese folclor que le rodea. Muchos músicos copian su actitud, pero no escuchan a los negros en que se basan los Rolling Stones".

Ejercer de solista supone un cambio brutal, según Fito. "Cuando estás en un grupo, dejas pasar cualquier chorrada. Pero en tu disco te lo piensas más. Va más allá de que bailen tus canciones y coreen tus estribillos; lo que planteas es: 'Quiero que me entiendas, que me aceptes tal como soy.' Es un deseo de fundirse con los oyentes. Aunque pocas personas compartan tu obsesión. Ese efecto cojonudo que tanto te ha costado grabar, luego resulta que el 99,99% de los oyentes ni se ha dado cuenta". Uno sospecha que el artista no siempre se dedica a la alquimia de transformar vida en canciones. Que donde pudo haber verdad doliente, finalmente impera el oficio. "Me encontré con Sabina y se quejaba de lo que cuesta una buena letra; le respondí que él no parecía tener problemas para escribir, con sus versos para Interviú y demás. Me respondió: 'Eso es oficio, las canciones son otra cosa'. Tienes que emocionarte con las canciones, sean verdad o mentira. No me vale lo del oficio".

Exhibe Fito ese orgullo del artesano que defiende tozudamente todo lo que firma. "Nadie mete mano en mis letras. Hablo en primera persona: son mis sentimientos y los expreso lo mejor que puedo, aunque no me salga poesía de la mejor calidad. En la música, sí creo en la colaboración. Llevas las canciones al estudio para que puedan crecer, incluso en longitud. Paso de que las canciones tengan una duración estándar para la radio. Me siento cómodo siendo un fenómeno marginal, ajeno a los grandes medios. Mejor que me descubran por el boca a boca, en vez de que alguien machaque tu música".

Dispara conscientemente contra muchos tópicos que circulan sobre el rock. "Es seguro que hay genios, pero importa más el trabajo que el talento. Grabé este nuevo disco con Pete Thomas y Andy Hess, que participan en cientos de discos, desde Elvis Costello a Tina Turner. No funcionan en piloto automático: de mañana, en el estudio, cuando yo iba a desayunar, ya estaba Pete tocando su batería sobre las maquetas, preparándose para la grabación. Conviene que la inspiración te pille caliente".

A estas alturas no se considera ningún superdotado. "Conozco a gente con más arte que yo, pero que nunca despegarán. El problema es que son... vagos. Les gusta vivir tranquilos y no quieren viajar, no se sacrifican por tocar. Es una opción respetable, pero luego no me vengas llorando".

Se reconoce en el vicio del perfeccionismo. "Aunque eso suena feo aplicado al rock. Mi teoría es que, si tuviera seis meses para grabar un disco, los usaría enteros. Con Platero, hacíamos un disco en una semana y tan contentos. Ahora es un mes en el estudio, sin contar el tiempo para las maquetas. Te metes en una dinámica que te atrapa, es puro deleite y las horas vuelan. Pero, tal como van las ventas, igual ya no podré permitirme tanto tiempo". Tiene prisa por volver a la faena de montar la próxima gira. Nos despedimos y me quedo en el aeropuerto, haciendo tiempo. Al lado, un par de mochileras también prefieren el bochorno exterior. Una de ellas desenfunda una guitarra y empieza a cantar Rojitas las orejas, la confesión del Fito enamorado. Verídico.

'Antes de que cuente diez' ha sido editado por DRO. Fito & Fitipaldis inician gira en Santander el 6 de noviembre.

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Fito&Fitipaldis fenómeno de "fans" casi inédito en el "rock and roll"JAVIER SALAS
Vídeo: MIGUEL MEDINA / ÁLVARO R. DE LA RÚA

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