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El desafío nuclear iraní

Un paso más hacia la línea roja

El descubrimiento de una segunda planta de enriquecimiento de uranio en Irán obliga a Occidente a recalcular el tiempo que separa a Irán de la obtención de una bomba atómica. Hasta ahora las estimaciones partían del ritmo al que se enriquecía uranio en la única central conocida de este tipo, la central de Natanz, a la que sí tenían acceso los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). El último informe, fechado en agosto, reveló que Irán dispone de unos 1.500 kilos de uranio de bajo enriquecimiento (a un nivel del 3%). Para fabricar una bomba son necesarios 25 kilogramos de uranio altamente enriquecido (90%). Proceso que los expertos creen que Irán podría estar llevando a cabo en instalaciones secretas, como la que había ocultado hasta ayer bajo una montaña cercana a Qom.

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El reducido tamaño de esta segunda instalación añade un elemento más de desconfianza hacia Teherán. No podría albergar más de 3.000 centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, según dijo ayer un funcionario estadounidense bajo condición de anonimato. Las plantas de enriquecimiento de uranio destinadas a uso civil utilizan un número aproximado de 10.000 centrifugadoras. La central de Natanz, tiene 4.592 en funcionamiento y otras 3.716 instaladas, que producen uranio de bajo enriquecimiento a un ritmo de dos kilos al día.

La instalación de Qom no está operativa, aunque podría estarlo el año que viene, indicó este mismo funcionario. Los servicios de espionaje de EE UU elaboraron un informe para la Administración de George W. Bush en el que se señalaban hasta 12 instalaciones clandestinas sospechosas de estar destinadas al programa atómico iraní.

Al margen del programa de enriquecimiento de uranio, válido tanto para un uso civil como militar, para ser efectiva la amenaza iraní, Teherán tendría que desarrollar una cabeza nuclear, programa que aparentemente abandonó en 2003 tras ser descubierto por la inteligencia de EE UU. Por otro lado, necesitaría un instrumento de transporte eficaz para la bomba, como un misil. El Shahab 3 iraní, con un alcance de 2.000 kilómetros, no puede llevar un peso excesivo, por lo que la cabeza nuclear debería ser ligera y pequeña.

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