Justicia, verdad e historia
En estos días, dos noticias nos hacen reflexionar sobre la justicia en su relación con la sociedad y la historia. Por una parte, el veto o peticiones de familiares que determinarán que no se identifique al poeta García Lorca. Es difícil comprender las razones que impulsan a familiares de una víctima de la represión a negarse a saber, pero, sobre todo, es difícil aceptar que investigadores, historiadores, e incluso ciudadanos de bien observen, con impotencia, cómo la ausencia de una identificación realizada con medios científicos y con respeto impedirá un homenaje nacional -como se ha hecho en otros países, por ejemplo, en Francia, con el jefe de la Resistencia, Jean Moulin- y, lo más preocupante, dejará el campo libre a hipótesis o interpretaciones de falsos historiadores revisionistas o negacionistas que siempre están al acecho de los enigmas no resueltos de la Guerra Civil.
¿Qué hubiera ocurrido si la justicia hubiera aceptado el veto posible de familiares de las víctimas de los campos de concentración nazis, y si se hubiera impedido dejar constancia de estos crímenes en fotografías, documentales o narraciones? Sólo esto ha permitido aislar las tesis negacionistas que han intentado borrar este genocidio de la historia.
Otra decisión judicial, contemporánea, merece un análisis por sus raíces y por sus posibles consecuencias. La decisión de la justicia de Estados Unidos de considerar la muerte de Michael Jackson como un "homicidio" del que sería responsable su médico personal nace de una cierta hipocresía social, que desea salvaguardar un mito de la historia de la música pop, y que hace abstracción del hecho de que el cantante era mayor de edad, consciente de los riesgos de medicamentos y drogas, que formaban parte de su vida.
Una acusación de homicidio dirigida contra su médico personal representa además un enorme riesgo para su persona, que puede ser víctima de un fanático de este cantante.
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