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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Burla a las víctimas

Con la triunfal acogida al asesino de Lockerbie, Gaddafi desprecia la legalidad internacional

El triunfal recibimiento otorgado por Libia al terrorista Abdelbaset Alí Mohamed al Megrahi, excarcelado por motivos humanitarios al padecer un cáncer terminal, ha generado una comprensible oleada de indignación en Reino Unido y Estados Unidos, países de origen de la mayoría de las 259 víctimas del avión de la compañía PanAm derribado por una bomba el 21 de diciembre de 1988 sobre el pueblo escocés de Lockerbie. Otras 11 personas murieron en tierra, la mayoría en sus casas, al ser alcanzados por los restos del avión.

A la indignación de los familiares de las víctimas se ha sumado las críticas del presidente de EE UU, Barack Obama, cuyo Departamento de Estado intentó sin éxito evitar la excarcelación del terrorista. La actitud exhibicionista del coronel Muammar el Gaddafi ha colocado en una situación embarazosa al Gobierno británico, que ha intentado desviar la responsabilidad hacia el Gobierno autónomo de Escocia, que fue el que adoptó la decisión, sin que conste que haya habido negociación entre Londres y Edimburgo.

Las circunstancias extraordinarias del caso han desatado todo tipo de conjeturas sobre pactos secretos de explotación petrolífera entre Reino Unido y Libia. El reciente encuentro en Corfú, aparentemente casual, entre Peter Mandelson, secretario de Estado de Comercio, y Seif al Islam Gaddafi, hijo del dirigente libio, arroja más sombras sobre el asunto.

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La detención y condena de Al Megrahi es, en sí misma, una historia sin precedentes. Fue entregado por el Gobierno libio en 1996, con otro presunto terrorista que fue absuelto, bajo la condición de que fueran juzgados en un lugar neutral, La Haya, Holanda, bajo la ley escocesa. A cambio pidió que se levantaran las sanciones internacionales aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. En 2002, Libia ofreció 2.700 millones de dólares (2.917 millones de euros de la época) para compensar a las familias de las víctimas. La ONU levantó las sanciones a Libia en 2003.

Con el homenaje público a Al Megrahi, Gaddafi, readmitido hace poco en la comunidad internacional por su oposición al terrorismo islamista, no hace sino asumir con cinismo la responsabilidad última en el atentado. La comunidad internacional no puede ignorar el gesto por mucho que la realpolitik aconseje la búsqueda de aliados en el mundo árabe.

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