Viaje al pasado a través del 'Broadway' español

En otros tiempos fue Broadway en versión española. La Gran Vía nació unida al éxito del cinematógrafo y sus arquitectos proyectaron edificios ilustres para albergarlo. En sus mejores tiempos, sus calles llegaron a estar presididas por 13 cines. Ahora sólo quedan tres. Para recorrer este paseo del séptimo arte no queda más remedio que recurrir a la memoria. La primera parada, frente al número 32, incita hoy a rebuscar la última ganga en las rebajas de la tienda de ropa Sfera. Pero un viaje de diez años en el tiempo, transforma el escaparate en la taquilla del cine Imperial. Los maniquíes cobran la apariencia de figurantes de una película de Roberto Benigni, que se dedican a transformar la guerra en juego en la gran pantalla. El Imperial proyectaba por entonces La vida es bella.

Varios teatros conservan los nombres de las salas que cerraron

Al otro lado de la calle, los edificios del Palacio de la Música y el cine Avenida aún se conservan en pie. Uno tiene cubierta la fachada de graffitis y el otro, rodeado de obreros. Siguen siendo dos edificios protegidos, aunque sólo en apariencia. Tarde o temprano, albergarán un auditorio y una tienda de ropa. Con algo de esfuerzo aún se puede rememorar el esplendor que les prestaba Hollywood cuando estrenaban las películas más esperadas, como Lo que el viento se llevó. Aunque, si no se anda con cuidado, puede acabar uno imaginando a Scarlett O?Hara pronunciando aquello de "A Dios pongo por testigo..." encaramada en un andamio.

Para recuperarse del susto, nada mejor que el oasis de Callao para beber, por fin, un poco de cine. Allí siguen en pie el Callao y el Palacio de la Prensa y, girando la esquina, el Capitol. Los tres gozan de buena salud. El primero de ellos se mantiene incluso entre los puestos más altos de la lista de las salas que más recaudan. Pero también dejaron atrás los años gloriosos. "Hace meses que no conseguimos una recaudación de 10.000 euros, cuando antes era lo habitual", explica la taquillera, Tania Shekova, de 55 años.

Al enfilar el segundo tramo de la Gran Vía se acaba el espejismo. Los siete cines que había hasta la plaza de España han pasado a la historia. Del Rex todavía queda el letrero, y en su soportal dormita, de vez en cuando, algún indigente. Los antiguos Rialto, Lope de Vega, Gran Vía y Coliseum se han transformado en teatros, manteniendo los nombres.

Ya sólo faltan dos paradas en el trayecto. La primera será en el hotel Senator, que mantiene con el aire palaciego de entonces el antiguo cine Pompeya, aquél que estrenaba todas las películas de Woody Allen, hoy transformado en un pequeño teatro.

Nada que ver con el destino que corrió el cine Azul. El que fue uno de los locales más modestos ha acabado convertido en una sucursal de la cadena de comida rápida Friday's. Tras la barra, el camarero admite que nunca llegó a conocer la sala. Tal vez sea hora de regresar al presente. Y viajar con la imaginación al Broadway de Nueva York para encontrar alguna alfombra roja.