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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Paradojas

El Tribunal Supremo español permite que una persona muera por su propia voluntad, aún existiendo medios para su curación. Ha sido el caso de una mujer, testigo de Jehová, herida en un accidente de circulación y fallecida poco después por decisión propia al rechazar una transfusión de sangre. Una simple transfusión y lista... para vivir una vida plena.

Pero lo mismo que se reconoce esta libertad al creyente que no quiere sanar, existiendo condiciones para ello, debería reconocerse, y con mayor motivo, el derecho de quien no desea mantener su sufrida existencia, máxime cuando ni siquiera existen medios para alargarla con un mínimo de dignidad.

En fin, que se da carta de naturaleza, qué paradoja, a la aberración humana que constituye no permitir ayudar a quien puede sobrevivir, pero se niega cobertura legal a quien ha madurado la decisión de abandonar su existencia por razón de enfermedad. En otras palabras, no se autoriza a morir al moribundo, siquiera por razones humanitarias, pero sí al sano por razones religiosas.

Otra paradoja más. Podría concluirse que en este país se protege la libertad religiosa sobre todas las cosas, incluida la vida, y en cambio se prima a la vida por encima del derecho a no querer vivir en un sinvivir. ¡Qué es eso de marcharse de rositas sin más ni más, a lo laico, como un pagano!

Por lo demás, y al hilo con esta contradicción, iba a decir existencial, pero diré kafkiana por lo absurda, me surge otra: querría saber si, en alguna ocasión, algún médico ha objetado por tener que desatender a un paciente curable que ejerce su sacrosanta libertad religiosa. Me da la sensación de que el conflicto moral al que tanto se agarran algunos profesionales de la medicina se vincula más con la pecaminosa acción que con la silenciosa e indulgente omisión, aunque debemos recordar que el Código Penal, por poner un ejemplo, bien claro las coloque en un mismo plano: son delitos las acciones u omisiones, dolosas o culposas, etcétera.

Pero en términos de creencias y morales no parece que rija el mismo rasero. Aunque fuera sólo por coherencia, los médicos que se niegan a realizar determinadas intervenciones escudándose en razones religiosas u otras de tipo similar, y que incluso rechazarían de plano otras prácticas que puedan legislarse en el futuro como la eutanasia activa, deberían oponerse al mandato del Tribunal Supremo que les obliga a no intervenir.

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