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Columna
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Las bolas de Obama

Francisco G. Basterra

Obama, recibido como el mesías, ha perdido ya su traje de Supermán para convertirse en un malabarista a pie de calle que realiza un difícil juego de precisión con al menos seis bolas en el aire. Todavía no se le ha caído ninguna pero los espectadores, lo dicen los sondeos que reflejan una moderada caída de popularidad del presidente hasta un 53%, temen que el artista pierda la magia que ha encantado al mundo en el fulgurante arranque del espectáculo.

Primera bola. Es roja, es posiblemente la más pesada y difícil de manejar y su vuelo depende en gran medida del contrapeso del Congreso: la reforma sanitaria, que legitimará políticamente o quebrará la presidencia Obama. Barack ha decidido jugarla a fondo porque el país que dedica más dinero a la sanidad recibe una asistencia insoportablemente deficiente, que amenaza con quebrar las finanzas públicas, dejando además a 46 millones de ciudadanos sin cobertura médica alguna. Ocurre que cuanto más explica el presidente lo que pretende hacer, en diálogos directos con la población saltándose al Capitolio, los ciudadanos menos lo entienden y dudan de la bondad de un cambio de sistema. Algo ininteligible visto desde Europa. Como tampoco se entiende, afecta a la agenda doméstica de Obama, el autismo de Wall Street, que sigue a su bola y no ha aprendido nada. El fiscal de Nueva York denunciaba el jueves que dos ex grandes bancos: Citigroup y Merrill Lynch, pagaron a 1.400 ejecutivos bonos por más de un millón de dólares por cabeza en 2008, tras perder 55.000 millones de dólares.

Aún no se le ha caído ninguna, pero los sondeos reflejan un descenso de su popularidad hasta el 53%

Bola número dos. Oriente Próximo. Desde la llegada de Obama a la presidencia, sólo un país, entre 25 grandes naciones, ha empeorado su relación con Estados Unidos: Israel. El sondeo multinacional, con 27.000 encuestados, Pew Global Attitudes Project (pewglobal.org), que pregunta como el mundo ve a Estados Unidos, refleja una clara mejoría de su imagen y de su política exterior desde el comienzo de la presidencia Obama. La esponja de Barack ha servido para lavar esa cara fea de Estados Unidos. Éste es, por ahora, el primer éxito medible de la América de Obama. La remontada de imagen se produce sobre todo en Europa occidental: Alemania (sube un 79%), Francia (78%) y España (un 64% ). También es notable en Latinoamérica, sobre todo, por este orden, en México, Brasil y Argentina. China e India también perciben más positivamente el papel de EE UU en el mundo, no así Rusia, donde sólo 1 de cada 3 rusos cree en Obama. La esponja no funciona tan bien en el mundo musulmán, con las excepciones de Egipto, y el entusiasmo que desata Barack, por motivos familiares, en Indonesia. La animosidad contra EE UU no cede, y es profunda, en Pakistán, los territorios palestinos y Turquía.

Washington e Israel parecen llevar un rumbo de colisión. Obama, como le ocurrió en 1996 a Bill Clinton, ha chocado con Benjamín Netanyahu con la exigencia de que detenga la construcción de nuevos asentamientos de colonos judíos en Cisjordania. Esta semana Obama envió a Jerusalén al zar de Oriente Próximo, George Mitchell, al secretario de Defensa, Robert Gates, y a su consejero de Seguridad Nacional, para tratar de abrir brecha en la muralla del Gobierno derechista israelí e impedir que sabotee el proceso de paz con los palestinos. Pero la historia se repite. "¿Quién coño se cree que es el jodido Netanyahu?" Esta reveladora frase la pronunció Clinton, encendido tras su primera entrevista con Bibi Netanyahu hace 13 años. Lo cuenta Aaron David Miller, consejero para Oriente Próximo de seis secretarios de Estado norteamericanos, en su brillante libro de sugerente título The much too promised land (La tierra demasiado prometida).

Bola tres. Irán. ¿Y si la calle gana la partida a los clérigos?, o, por el contrario, Ahmadineyad, apoyado en los Guardianes de la Revolución, triunfa y endurece su postura contra el Gran Satán yanqui ¿Qué debe hacer Obama? ¿Pedir tiempo, mantener la oferta de negociar, o aceptar finalmente la bomba islámica?

Bola tres. Afganistán. La guerra de Obama, que los norteamericanos aceptan a regañadientes tras la sangría de Irak, y que es rechazada de plano por las opiniones públicas occidentales. Bola cuatro. Rusia. Bola cinco. El cambio climático. Bola seis. China. El encuentro de esta semana en Washington consolida la imagen del verdadero G-2. "Esta relación va a definir el siglo XXI", Obama dixit. ¿Y Europa? No está, ni se le espera. La pequeña y pesquera Islandia toca a la puerta de la UE y nos anuncian que el británico Tony Blair, ¿le recuerdan? podría ser nuestro primer presidente. De momento, 32.000 ciudadanos ya han firmado en contra (stopblair.eu). fgbasterra@gmail.com

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