Los frentes de Obama
En seis meses de presidencia, Barack Obama ha inaugurado, uno tras otro, numerosos teatros de conflicto, lo que se ha comparado a una partida de múltiples simultáneas, la mayoría aún en tiempo de apertura, pero sin que falten aquellas en las que el adversario parezca llevar la iniciativa; y quizá por ello las encuestas muestren ya alguna paridad entre quienes aprueban y quienes desaprueban su gestión. Enumeremos esa galería de coitus interruptus de la política presidencial.
Interior. 1. El cierre de Guantánamo, que Obama había prometido para enero de 2010, anda fuertemente retrasado porque, por mucho que Europa le recoja restos de serie, son los propios legisladores norteamericanos los que no aceptan el aluvión de presos sin juicio posible que habría que instalar en Estados Unidos para cerrar el penal antillano.
En apenas seis meses, ya hay numerosos teatros de conflicto en una partida de múltiples simultáneas
2. Los primeros pasos legislativos para la adopción de algún tipo de seguridad social andan igual de retrasados, porque ni la medicina privada ni la industria farmacéutica están dispuestas a socializar ni pizca de sus ganancias.
Exterior. 3. La victoria de Mahmud Ahmadineyad en las presidenciales iraníes, tras la evidencia de que hubo toqueteo de sufragios a lo que siguió una grave conmoción popular, aplaza sine die una negociación sobre las ambiciones nucleares de Teherán, que ambas partes desean, pero que el radicalismo conservador de una parte de sus respectivos votantes hace hoy imposible.
4. La progresiva retirada de Irak no significa que la guerra la haya ganado Washington, ni que Bagdad se acomode a los intereses occidentales, tal como comúnmente se entienden, porque el país ha retrocedido en cohesión nacional a 1920, cuando se establecía el mandato británico, y kurdos, suníes y chiíes aparecían como colectivos difícilmente solubles a temperatura ambiente. Casi un siglo de ingeniería política, bien que en ocasiones de brutalidad inaudita, ha sido destruido por una guerra que deja al descubierto la osamenta de un país incapaz de servir de contrapeso a Teherán.
5. El combinado AF-PAK (Afganistán-Pakistán) aún está por sufrir el pleno tratamiento Obama, pero no parece que menudeen las grandes ideas salvadoras. Concédase a lo sumo el beneficio de la duda a la espera de inventario.
6. Israel no sólo no se conmueve por las exhortaciones de Obama a la paz con la Autoridad Palestina, sino que la decisión del primer ministro Benjamín Netanyahu de demoler y construir en la Jerusalén árabe es toda una provocación, como lo fue la construcción del túnel de los Asmodeos bajo la explanada de las mezquitas. En ambos casos, Jerusalén ha pretendido ganar la batalla de las playas, en este caso la del desembarco de Obama en el conflicto de Oriente Próximo, para que el líder demócrata no se recupere ya jamás de esa lección.
7. Y, finalmente, la prolongación del mediocre suspense sobre la presidencia hondureña, con el mandatario legítimo, Manuel Zelaya, bailando un rigodón en la frontera y la aparente consistencia del régimen golpista en Tegucigalpa, favorece la estrategia del líder venezolano, Hugo Chávez, porque expone la debilidad o las pocas ganas de actuar de Washington, cuando en tiempos del pretorianismo militar no se le resistía ningún régimen centroamericano.
Netanyahu y Chávez, especialmente, es como si sintieran su oportunidad por la sobre-extensión de las pretensiones de Obama. El israelí, sin ánimo de que la sangre llegue al río, y sólo para que el presidente entre en razón, recuerde quiénes son sus verdaderos aliados en la zona y no obligue al Gobierno sionista a rebelarle más de lo que ya lo están las Cámaras, Senado y Representantes, demócratas y republicanos, en disciplinado montón; y el venezolano, negando en la práctica que pueda haber ninguna componenda amistosa con Washington, a lo que, por añadidura, contribuye el anuncio de la próxima instalación de bases norteamericanas en Colombia. Chávez puede decir aquello de que "contra Bush vivíamos mejor", y no está dispuesto a quedarse sin semejante ganga.
Lo éxitos y los fracasos en ese vastísimo tablero obran, sin embargo, como vasos comunicantes. Progresos en el frente incluso interior reforzarían, con el renovado apoyo de la opinión, las operaciones exteriores; pero también traspiés en el resto del planeta van a cebarse unos a otros. Y el juego probablemente decisivo es el que se libra en Palestina, porque de él depende en gran medida el avance en los demás sectores. Barack Obama está por ello urgentemente necesitado de algún triunfo, externo o doméstico, para que ese eventual momento de debilidad no vaya a poner en marcha una reacción de fracasos en cadena.
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