Grecia, la puerta de atrás de Europa
El puerto de Patras se convierte en un coladero de inmigrantes asiáticos - En 2008 llegaron 146.000 'sin papeles' al país, frente a 45.000 en 2004
Las fronteras de Europa con Asia son porosas como esponjas, pero en el caso de un país del grupo Schengen la permeabilidad es aún mayor. Un litoral de 16.000 kilómetros y la condición de gozne entre el Este y el Oeste hacen de Grecia la puerta de atrás de la inmigración ilegal en Europa. Mientras los flujos migratorios se reducen en España e Italia, en las fronteras griegas las cifras se disparan: frente a los 45.000 de 2004, en 2008 llegaron 146.337 inmigrantes sin papeles, de los que fueron deportados poco más de 20.000.
El Gobierno de Nueva Democracia (ND, centro-derecha) asegura estar tomando medidas mientras reclama con insistencia ayuda de Bruselas, pero el descontento popular -especialmente en algunos barrios de Atenas o Patras, transformados por la inmigración- alimenta el auge de un partido ultraderechista hasta ahora residual, Laós, que en junio logró dos diputados en el Parlamento Europeo.
"Los choques con los inmigrantes no son raros en Atenas", dice un experto
Los cuatro centros de recepción temporal del país no dan abasto para acoger a los recién llegados -su capacidad funcional es de 1.000 plazas-, así que el resto, quienes permanecen en Grecia a la espera de seguir viaje hacia otros puntos de Europa, acaban en un limbo jurídico y vital, como por ejemplo los 600 sin papeles que ocupan el antiguo Tribunal de Apelaciones de Atenas. Otros malviven a la intemperie, como en el campamento del centro de Patras desmantelado el pasado día 12 por la policía en un asalto que ha motivado las protestas de las ONG. "Han dejado en la calle a cientos de inmigrantes, afganos en su mayoría. Ahora ni siquiera tienen donde dormir. El campamento llevaba 12 años funcionando con una población flotante de 1.200 personas. Patras es un lugar de salida. Los inmigrantes no vienen a quedarse, están en tránsito; lo que sucede es que éste puede durar días o años", dice Reveka Papadopulu, directora general de Médicos Sin Fronteras-Grecia.
Afganos, iraquíes, palestinos, paquistaníes; cientos de nativos del Cuerno de África, como etíopes o somalíes. El nuevo rostro de la inmigración en Grecia revela dos cosas: el efecto salida de países abismados en guerras o hambrunas, y que las rutas organizadas de la inmigración ilegal siempre escogen el camino más fácil. Y Grecia lo es para, por ejemplo, cualquier afgano dispuesto a pagar 18.000 dólares (12.650 euros) por el viaje. Por carretera hasta Turquía, luego en barco hasta una isla del Egeo, de allí al continente y, por último, desde Patras, en barco o agarrados a los ejes de un camión, hasta Italia, Alemania o Suecia.
"No es un fenómeno nuevo, lo que llama la atención ahora es su magnitud", recuerda Papadopulu. En efecto, la llegada de inmigrantes asiáticos es la segunda oleada migratoria masiva que Grecia recibe desde que, en los noventa, el país se llenara de albaneses, la mayoría regularizados ahora y el chivo expiatorio predilecto de los griegos. La economía informal, que según la OCDE supone el 30% del PIB del país, es el sumidero al que están abocados la mayoría de los sin papeles, y más en época de crisis.
Al caer la noche, los aledaños de la plaza de Omonia, en el centro de Atenas, se llenan de hombres en salwar kameez (traje nacional afgano), de turbantes y pañuelos palestinos. Nadie diría que a un par de kilómetros se yergue el Partenón o el modernísimo Museo de la Acrópolis. "El cambio de composición de la población está provocando la guetización de algunos barrios y el aumento de la sensación de alienación de la población nativa. Los choques y enfrentamientos entre inmigrantes y nativos o entre diferentes grupos de inmigrantes no son raros, especialmente en el centro de Atenas", señala el experto en inmigración Ioannis Kolovos, del Instituto de Investigaciones para Estudios Europeos y Estadounidenses. Los incidentes que cita Kolovos suponen votos en bandeja de plata para las opciones políticas más extremas, en detrimento del partido en el poder, que aprobó dos regularizaciones, en 2005 y 2007, al igual que hizo el Gobierno socialista en 1997 y 2001.
Mientras, el Gobierno de ND intenta recuperar a marchas forzadas el tiempo perdido. El primer ministro, Kostas Karamanlis, no se cansa de repetir que la lucha contra la inmigración ilegal es una prioridad de su Gobierno. Grecia acaba de suscribir un nuevo acuerdo con Frontex, la agencia de la UE destinada a vigilar las fronteras exteriores, para reforzar las patrullas costeras entre Turquía y las islas del Egeo -en especial Samos, Lesbos y Patmos-, el pasillo por el que se cuelan a diario cientos de personas.
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