El PP tira contra el Gobierno y evita explicar sus relaciones con la trama
Nuevo cierre de filas del 'marianismo', que vuelve a salir al contraataque
Después del comunicado del domingo, en el que el PP denunciaba una campaña para "tratar de aniquilar" a este partido, Mariano Rajoy reunió ayer a su dirección y, según fuentes de la calle de Génova, la sede central, todo regresó al mismo lugar en el que empezó hace unos meses.
Los populares se dedicaron, como en febrero, a compartir su indignación y a buscar un enemigo exterior. Esta vez no es el juez Baltasar Garzón, sino el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el de Justicia, Francisco Caamaño, que sustituyó a Mariano Fernández Bermejo, que dimitió precisamente por la presión que el PP ejerció contra él por el caso Gürtel.
En la dirección se ha extendido la preocupación por el hecho de que el caso implique cada vez a más dirigentes. Rajoy, sin embargo, está muy tranquilo, según algunas personas que pudieron comprobar ayer su estado de ánimo, y cada vez más convencido de que el caso acabará judicialmente en nada o casi nada. Aun así, el líder ordenó a su equipo, y en especial a la secretaria general, Dolores de Cospedal, que compareciera en tono duro -anunció una denuncia por las "filtraciones" y llegó a decir que lo que está pasando es "dramático" y propio de "tiempos pasados", esto es de la dictadura-.
Los populares dicen que denunciarán las "filtraciones" de los sumarios
Los populares estallaron, según varios dirigentes, al ver que el caso se extiende y afecta a un icono del PP, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, posible sustituta de Francisco Camps en el caso de que éste tuviera que dimitir por su implicación en Gürtel.
La extensión del caso a Barberá ha provocado el mismo efecto que tuvo en febrero la aparición de la vinculación de Camps. "Con las cosas de comer no se juega", dijo entonces la ex ministra Celia Villalobos en una reunión interna, para dejar claro que en el PP puede haber distintas corrientes y varios enfrentamientos, incluso personales, pero cuando los dirigentes sienten que es la imagen del partido la que está en juego, se cierran sobre sí mismos para defender la formación a la que en la mayoría de los casos han dedicado su vida profesional.
El próximo martes, Rajoy ha convocado al Comité Ejecutivo, la dirección del partido, y sin duda el asunto Gürtel será uno de los ejes. Para entonces ya habrá declarado ante el Supremo el tesorero, Luis Bárcenas, y la dirección confía en que este caso se resuelva antes de septiembre.
De momento, la dirección ha decidido, después de semanas de silencio, salir al contraataque y hablar de una conspiración contra el PP en la que estarían el Gobierno, la fiscalía y la policía. Con dos objetivos: primero, unir a los propios y cerrar filas contra el enemigo exterior; y segundo, evitar hablar del fondo del asunto.
Cospedal, que sufrió una dura rueda de prensa con 12 preguntas sobre el caso Gürtel, siguió un guión muy claro: atacó al Gobierno, anunció que el PP pedirá que comparezcan los ministros de Interior y Justicia, insistió en que su partido está siendo víctima de una persecución, pero sobre todo evitó responder cualquier pregunta sobre el fondo del asunto. ¿Van a abrir una investigación por los siete millones de euros en contratos que la Comunidad Valenciana concedió a la trama? ¿Y los que concedió Barberá como presidenta de la FEMP? ¿Van a explicar por qué esta trama pudo penetrar tanto en el PP? Fueron algunas de las preguntas que dejó sin responder mientras insistía una y otra vez en que Interior tiene la responsabilidad de custodiar los documentos del sumario.
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