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Israel choca con EE UU al autorizar una nueva colonia en Jerusalén Este

Washington convoca al embajador israelí para exigir que se paren las obras

Benjamín Netanyahu desafía a Roma. Porque así es como el primer ministro hebreo llama a Estados Unidos en conversaciones privadas, en alusión a la traumática expulsión de los judíos hace 2.000 años. Las fricciones entre la Casa Blanca y el Gobierno israelí suben de tono paulatinamente. La última, el pasado fin de semana. El Departamento de Estado convocó al embajador en Washington, Michael Oren, para advertirle de que el municipio de Jerusalén debe detener un plan urbanístico emblemático en la Jerusalén ocupada. La reacción de Netanyahu, al comienzo ayer de la sesión semanal del Gabinete, fue contundente: "No aceptamos la idea de que los judíos no pueden construir y comprar casas en cualquier lugar de Jerusalén... La soberanía de Israel sobre toda Jerusalén no es materia de discusión". El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, discrepa.

Netanyahu: "Nuestra soberanía sobre toda Jerusalén no puede ser cuestionada"

El edificio de la discordia es el Hotel Sheperds (Hotel de los Pastores), ubicado en el barrio palestino de Sheikh Jarrah. Construido en los años treinta del siglo pasado para el muftí de Jerusalén Hajj Amín al Huseini, el edificio albergó un cuartel militar tras la expulsión del muftí por las autoridades del Mandato Británico. Posteriormente, en 1948, se traspasó su propiedad al reino de Jordania, hasta que Cisjordania fue ocupada por el Ejército israelí tras la guerra de junio de 1967. Bajo tutela israelí, el hotel se convirtió en sede de la Policía de Fronteras y en un tribunal de distrito. En 1985, Irving Moskovitz, un magnate estadounidense, compró el edificio, y el 2 de julio el comité de planeamiento urbanístico de Jerusalén aprobó la demolición de éste para construir 20 apartamentos.

Las relaciones entre EE UU e Israel atraviesan una de sus coyunturas más difíciles. Obama y Netanyahu, que pretende que Washington centre todos sus esfuerzos en el desmantelamiento del programa nuclear iraní, no han congeniado, y el jefe del Ejecutivo hebreo responsabiliza del distanciamiento a dos asesores de Obama: Rahm Emmanuel y David Axelrod. El nuevo chispazo brotó cuando el embajador en Washington fue convocado para escuchar la firme oposición de la Casa Blanca al plan. Oren respondió: "La construcción en Jerusalén Este no es diferente a la que se lleva a cabo en cualquier lugar del país. Jerusalén no puede ser considerada del mismo modo que los asentamientos".

Aquí radica el quid de la cuestión. Lo que el Gobierno israelí rechaza es la legalidad internacional, que considera Jerusalén Oriental territorio ocupado. La anexión formal que el Parlamento israelí legisló en 1981 no ha sido reconocida por ningún país del mundo. Netanyahu, no obstante, planteó un símil más que problemático. Equiparó la situación de la mitad árabe ocupada de la ciudad con la de otras capitales del mundo. "Imaginen lo que sucedería si alguien sugiriera que los judíos no pueden vivir o adquirir propiedades en determinados barrios de Londres, Nueva York, París o Roma... Ciertamente la comunidad internacional elevaría sus protestas". No parece, sin embargo, que vaya a protestar contra la iniciativa de Washington. Y para todos los palestinos sin distinción es uno de los asuntos cruciales del conflicto sobre el que no están dispuestos a ceder.

"A los árabes israelíes", añadió el primer ministro, "no se les prohíbe comprar casas en Jerusalén Oeste. A los judíos se les debe garantizar el mismo derecho en la parte oriental de la ciudad". Los activistas de la izquierda israelí explican que legalmente no hay impedimento. Pero la situación sobre el terreno es bien diferente. Poquísimos árabes residen en Jerusalén Occidental. Comprar tierras o viviendas en Israel es una tarea que les acarrea esfuerzos ímprobos, casi siempre imposibles de superar.

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El mensaje de Obama -tal vez la elección de este proyecto para lanzar su advertencia no sea casual- puede tener también otro destinatario: Irving Moskowitz, el multimillonario estadounidense que se ha erigido en uno de los grandes patronos de las empresas urbanísticas de los colonos, a las que financia con millones de dólares, donaciones por las que se desgrava en Estados Unidos.

Una mujer pasa ante un cartel que pide a Obama que intervenga para frenar los asentamientos en Jerusalén Este.
Una mujer pasa ante un cartel que pide a Obama que intervenga para frenar los asentamientos en Jerusalén Este.EFE

Los inmigrantes no son bebés

En la disputa que libran Israel y EE UU, el liderazgo israelí se aferra a la carta que el ex presidente George W. Bush remitió al ex primer ministro Ariel Sharon en 2004. En ella admitía que cualquier acuerdo entre israelíes y palestinos debe reconocer que los núcleos de población ya existentes permanecerán bajo soberanía israelí. Es decir, los grandes asentamientos (Maale Adumín, Ariel y Gush Etzion), en realidad ciudades. En ellos asegura el Gobierno de Netanyahu que seguirá edificándose por necesidades del crecimiento demográfico "natural".

La Administración Obama afirma no sentirse vinculada por la carta de Bush y rechaza un argumento que la ONG israelí Betselem ha desmantelado con datos fehacientes. "El año pasado", explicaba en un informe reciente, "la población de Israel creció el 1,8%. En las colonias, un 5,6%. De esa cifra, el 40% se atribuye directamente a la inmigración [judía] desde Israel y el extranjero". Los recién llegados no son recién nacidos. "Desde que Israel aceptó la Hoja de Ruta en 2003", agrega Betselem, "la población en las colonias ha aumentado un 37%".

Se comprometió el Gobierno a no confiscar más tierras, pero el expolio, paso a paso, ha continuado. También prometieron desmantelar las pequeñas colonias que el propio Ejecutivo considera ilegales. La inmensa mayoría y algunas nuevas siguen en pie. Aduce asimismo el Gobierno que no pueden frenarse los proyectos en marcha. Pero el Supremo israelí falló, en 1992, que el Ejecutivo tiene medios para detener los ya iniciados. No hay más que recorrer hoy alguno de los bloques de colonias para apreciar que nuevas viviendas siguen alzándose.

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