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Cumbre de las grandes potencias

El Papa y el presidente de EE UU ponen en común su visión del mundo

Ambos impulsan la ética en el capitalismo, pero discrepan en aborto y células madre

Antonio Caño

El encuentro entre dos de las más grandes figuras de este comienzo de siglo, el papa Benedicto XVI y Barack Obama, fue, como tenía que ser, una oportunidad para destacar las múltiples coincidencias entre ambos, especialmente en la voluntad de un mundo más justo y pacífico, dejando a un lado otras diferencias importantes en materia de doctrina y moral.

Ésta no era una visita cualquiera para Obama. La prueba es que, por primera vez en su historia como presidente, llegó a una cita en punto, ni un minuto más tarde. Sabía que enfrente tenía, tal vez, al único hombre que le puede hacer sombra hoy en cuanto a universalidad, influencia y número de seguidores.

El Papa y el presidente de Estados Unidos conversaron a solas durante alrededor de media hora en la biblioteca del Vaticano, donde al final se sumó la primera dama norteamericana, Michelle Obama. El Papa preguntó a su invitado sobre los resultados de la reunión del G-8, a lo que Obama contestó que había sido "muy productiva". Ante el ruido incesante de las cámaras fotográficas, el Papa le comentó al presidente que todavía no acaba de acostumbrarse a ser fotografiado.

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Aunque protestante, Obama sabe de la importancia de la Iglesia católica, que le subvencionó y ayudó considerablemente durante su etapa como activista social en Chicago. También conoce sus normas de fe, que aprendió en una escuela católica en Indonesia.

La agenda de la reunión incluía muchos de los temas que Obama había tratado poco antes en L'Aquila: la lucha contra el hambre, el deterioro del medio ambiente, el peligro de la proliferación nuclear y otras amenazas para la paz mundial, especialmente en Oriente Próximo. El Papa elogió el discurso pronunciado por Obama en El Cairo el pasado 4 de junio y animó al presidente a trabajar juntos por el diálogo interreligioso. También conversaron sobre Cuba y Honduras. Además, el presidente le entregó una carta, cuyo contenido no fue desvelado, del senador Edward Kennedy, gravemente enfermo en la actualidad.

"Hay asuntos en los que están de acuerdo, otros en los que están en desacuerdo y otros en los que están de acuerdo en seguir trabajando", explicó el viceconsejero nacional de seguridad de la Casa Blanca, Denis McDonough. Si, en efecto, hubo desacuerdos, quedaron muy bien disimulados por un ambiente de gran cordialidad. Aunque podría creerse que el Papa, un conservador en materia doctrinal, se sentía más a gusto con George Bush, lo cierto es que, posiblemente, se ha creado una relación mucho más cálida y productiva con el actual presidente. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, aseguró que Obama había quedado "muy impresionado", si bien ni recibió la bendición ni rezó con el pontífice.

El mensaje de Obama frecuentemente tiene un tono de espiritualidad y trascendencia que coincide con el de esta institución. La biografía del presidente norteamericano está influida por su fe, que él ha vivido tanto desde la perspectiva social como personal. Es un hombre que conecta con la tradición religiosa de su sociedad, aunque defienda el carácter laico de su legislación, y que ha pronunciado memorables discursos sobre el hecho religioso, incluido uno en la universidad de Notre Dame, un símbolo del poder católico en EE UU. Para decepción de la izquierda de su partido, Obama no ha eliminado, por ejemplo, las ayudas oficiales que Bush aprobó para las organizaciones religiosas con fines sociales.

Obama está impulsando, además, algunos de los proyectos que mejor caben en la agenda de la Santa Sede: la paz entre israelíes y palestinos, el desarme, la multilateralidad de las relaciones internacionales y, más a corto plazo, la reforma del sistema financiero.

Precisamente a la humanización del capitalismo aludía la última encíclica del Papa, que ayer le regaló al presidente. Un texto sobre la necesidad, compartida por Obama, de imponer mayores controles a la actividad financiera para evitar la codicia y desastres como la actual crisis financiera.

Pero hay otros asuntos en los que la relación entre estos hombres inteligentes y pragmáticos será más difícil, que tienen que ver con las responsabilidades de los Gobiernos en los temas que la Iglesia considera de moral personal, como el aborto o la investigación con células madres. Obama es partidario de proteger legalmente ambos derechos. El Papa, por el contrario, los considera un atentado a la dignidad del ser humano. Pero también en esto hicieron ayer un acercamiento.

El matrimonio Obama conversa con el papa Benedicto XVI en la biblioteca del Vaticano.
El matrimonio Obama conversa con el papa Benedicto XVI en la biblioteca del Vaticano.REUTERS

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