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Columna
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Parado busca con urgencia empleo

Xavier Vidal-Folch

Con cuatro millones de parados y un millón de hogares donde toda la familia malvive sin ingresos, está todo dicho de la extrema gravedad del desempleo. Pero no de los dramas íntimos que esconden esas cifras. Ni de la urgencia en rebanarlas, porque a más tiempo en paro, más difícil salir de él. Quien cae en el abismo del desempleo pierde su autoestima a un ritmo del 25% trimestral, estiman los expertos. Al cabo de un año su orgullo marca cero. Es ya reo de paro crónico. Por eso es vital que funcionen los mecanismos de recolocación. Además, claro, de lo principal, que la economía se recupere.

De eso discuten estos días, a borbotones, patronal, sindicatos y Gobierno. La reforma laboral no es capricho: España exhibe farolillo rojo en marco laboral. Ostenta el puesto 160 (de 181 países) en la clasificación Doing business in the world, del Banco Mundial, que mide la adecuación legislativa de cada país a la actividad emprendedora. Exhibe un 78% de dificultades a la contratación (por el 35% alemán o el 0% austriaco y danés), mientras los obstáculos al despido son menores de lo que algunos suponen: 30%, frente al 40% alemán o austriaco y al 10% danés.

Hay que dotar a los servicios públicos, aprovechar Internet y copiar experiencias de recolocación como las de Cecot

Dentro de esa reforma laboral la recolocación es trampolín básico. Pero poco aireado. Se trata de modernizar los servicios públicos de empleo, muy débiles: apenas recolocan a un 7% de los parados. Dotándolos como dios manda en personal, espacio e informática: en España se llevan el 0,13% del PIB; para el 0,27% de Alemania o el 0,33% de Dinamarca. El Gobierno prorrogará el pago a los 1.500 orientadores laborales contratados por las autonomías el pasado otoño; se apresta a crear un potente portal común de ofertas y demandas de empleo, al modo alemán; y propone, ante la sorprendente reticencia sindical, permitir a las ETT (Empresas de Trabajo Temporal) intermediar en la recolocación durante los expedientes de regulación de empleo. "Servicio público, agencias privadas, Internet... hay sitio para todos", sostiene la secretaria general de Empleo, Mavi Rojo. Atención a Internet, gran arma también para hallar empleo: redes sociales como Twitter, Facebook o Tuenti, basadas en una ingenua confianza inicial, sirven. Son la extensión virtual del círculo de amigos / conocidos en los que tradicionalmente se empezaba a buscar empleo. Más atención: junto a la red pública y la digital hay experiencias excelentes, ya reales, que deberían multiplicarse.

Por ejemplo, no se extrañen, la de la patronal Cecot, capital Terrassa. Cuando la británica SSL trasladó en 2008 su factoría de preservativos Durex de Rubí a Tailandia, dejó en la calle a 256 trabajadores. Encargó a Cecot un plan social de recolocación (consultoría, orientación personalizada, talleres colectivos, formación...); otras empresas en crisis le siguen en esa vía. De los 143 empleados que se adhirieron al programa 61 están ya trabajando: el 79% del total de los que buscaron empleo activamente. Otros lo toman con calma, fiados al subsidio de desempleo. Y es que "hay que aumentar el interés de la población española por la ocupabilidad", concluye su presidente, Antoni Abad. La entidad partía de una bolsa de trabajo, la mayor de su género en Cataluña, con una media de 4.000 demandantes y 3.000 empresas oferentes, y un 30% de éxito en la reinserción.

El interés de esa patronal en la recolocación es múltiple: generar cultura de ocupabilidad, dar servicio de mano de obra adecuada a sus 66.000 empresas vinculadas, rebajar la tensión social... ¿Por qué las cúpulas patronales no toman ejemplo, de eso, y de otras mejores prácticas como los departamentos de innovación, o las redes de business angels, esos matrimonios entre inventor e inversor, lanzadas por sus organizaciones de base? ¿Por qué se obcecan sólo en contrato y despido, como si fueran hoscos sindicatos inversos, a la antigua?

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