Una empresa pretende hacer del Alt Empordà un parque eólico gigante
32 de los 68 municipios de la comarca tendrían molinos de 184 metros de altura
Entre las masías de piedra de Ventalló (730 habitantes), en el Alt Empordà, la gente camina con la barra de pan bajo el brazo, los niños corren sueltos y los coches circulan como pueden por las calles estrechas. Hasta ahora era un pueblo "pequeño y tranquilo", dice una vecina de 75 años. Pero en los últimos tiempos vive "una guerra civil", asegura la propietaria de la tienda de alimentación. Sobre esta localidad y otros 31 municipios del Alt Empordà planea el proyecto de instalar 64 nuevos inquilinos de 184 metros de altura. Son los molinos que la empresa Gamesa quiere levantar para crear energía eólica. Los más altos instalados hasta la fecha en parques como el de El Perelló (Baix Ebre) son de 140 metros.
Las turbinas son pioneras en el mercado y generan el doble de energía
El proyecto prevé construir en el interior de la comarca (400 kilómetros cuadrados) 32 miniparques eólicos, con dos molinos cada uno. Eso supone llenar de aspas casi la mitad de la zona, que tiene 68 municipios. Una veintena de localidades se han mostrado favorables al proyecto, según Gamesa, aunque todavía no hay nada firmado. "Sólo un consistorio nos ha dicho que no", señala un portavoz de la empresa. Los alcaldes evitan posicionarse públicamente.
"La energía renovable me parece bien, el problema es que el paisaje queda tocado. Pero prefiero los molinos a una central nuclear", opina Javier de la Torre, de 39 años, que tiene su segunda residencia en Ventalló. El deterioro del paisaje es la principal pega que ponen vecinos y ecologistas al proyecto. Los 184 metros de los molinos de Gamesa (120 de la torre más 64 de las aspas) atemorizan a los lugareños; aunque, según asegura Gamesa, no tiene más impacto un molino de 180 metros que uno de 100. Pero lo cierto es que todavía no se han instalado aparatos de esa envergadura en España.
Se trata de molinos pioneros en el mercado. Su tamaño permite generar 4,5 megavatios por molino. Uno normal, de unos 80 metros, genera dos megavatios. "Con dos de los grandes podemos generar nueve megavatios de energía", explica el gerente de la empresa en Cataluña, Cayo Fabra. Si se usaran molinos más pequeños, necesitarían al menos cinco, lo que ocuparía el doble de espacio.La intención de Gamesa es unir entre sí todos los miniparques con una línea soterrada y, a la vez, conectarlos con la red eléctrica en Santa Llogaia d'Àlguema (Alt Empordà), para evacuar los 288 megavatios de energía que generarán los 64 molinos. La condición de Red Eléctrica Española -la empresa que opera el sistema eléctrico español- para poder usar su infraestructura es que Gamesa produzca un mínimo de 250 megavatios. Con 28 municipios a favor, el proyecto ya puede salir adelante, algo que Gamesa espera conseguir con relativa facilidad por la contraprestación de 60.000 euros que obtiene cada municipio. "Estamos planteando qué parte de esa compensación, en lugar de ser en metálico, sea en suministro eléctrico para el alumbrado público de los municipios", explica Fabra.
Pero el Consejo Comarcal del Alt Empordà está en contra de la iniciativa. "Dicen que es un miniparque, pero en realidad es un macroparque repartido por todos los municipios", lamenta su vicepresidente, Jesús Llauró (PSC). A raíz del proyecto, el consejo ha encargado un estudio al Institut Cerdà (una consultoría privada), que ha costado más de 60.000 euros, para que determine la capacidad eólica del Alt Empordà y cuál es el mejor modelo para la zona. "Queremos crear demanda en lugar de que nos vengan con ofertas", explica Llauró.
El Gobierno autónomo, en cambio, apoya la iniciativa. "Somos favorables a este tipo de instalaciones porque comportan un impacto más limitado en el entorno que un gran parque", explica un portavoz del Instituto Catalán de Energía. "Los miniparques de Gamesa", continúa, "permiten que los molinos estén más cerca de los núcleos urbanos y lejos de la montaña". El proyecto coloca las turbinas a un mínimo de 900 metros de los pueblos.
"Esto no es un miniparque", repite el presidente de Iaeden-Salvem l'Empordà, Ignasi Batet. La organización ecologista asegura que está a favor de la energía eólica, pero con molinos más pequeños y que no estén dispersos por todo el territorio. "La energía tiene que consumirse donde se produce", añade Batet, un argumento que también ha calado entre los vecinos.
Gamesa insiste en que el proyecto está vivo. "Que nos digan cuáles son sus opciones", pide Fabra tanto al consejo comarcal como a los ecologistas. Y recuerda que los parques eólicos son todavía una asignatura pendiente en Girona. Hasta ahora en la provicia sólo ha habido dos iniciativas para producir energía eólica. El primer parque se construyó en 1984 en el municipio de Garriguella, también en el Alt Empordà. Estuvo en funcionamiento como una instalación en pruebas hasta 1988, cuando se desmontó. Posteriormente, en 1991, se creó un segundo parque en Roses, también en el Alt Empordà y también en pruebas, que se cerró en 2007.
En la comarca, además, hay siete proyectos que tienen la autorización administrativa para construirse, pero todos se encuentran retrasados. Tres de estos parques están previstos en Capmany, y el resto en La Jonquera, Colera, Biure y Portbou.
El proyecto de Gamesa está en su fase inicial. La compañía inició las negociaciones con los ayuntamientos a principios de años. Una vez que se ha asegurado el sí de una veintena, ha presentado un informe ambiental al Departamento de Medio Ambiente. Dicho informe está sometido a información pública para que tanto consistorios como vecinos puedan presentar sus alegaciones. El siguiente paso es presentar el proyecto definitivo, que Gamesa prevé redactar en los próximos meses. "El 31 de diciembre esperamos poner la primera piedra", anhela Fabra, que asegura que "está todo apalabrado". Si el parque sigue el camino marcado, en 2012 los 64 molinos gigantes girarán en el Alt Empordà.
Un proyecto que sortea la ley
La división en 32 miniparques eólicos del parque gigante que Gamesa pretende construir en el Alt Empordà le permitirá sortear el nuevo decreto energético que está ultimando la Generalitat. La normativa, que previsiblemente se aprobará en septiembre, limita las zonas en las que los empresarios pueden construir un parque eólico, pero en cambio no afecta a los miniparques, según explicó un portavoz del Instituto Catalán de Energía.
Un miniparque no puede tener más de cinco molinos de viento ni producir más de 10 megavatios. Cuando se superan esos 10 megavatios, se trata ya de un parque. Hoy cualquier empresario puede pedir donde considere oportuno los permisos para levantar un parque eólico o un miniparque, indistintamente. Una vez que los informes de impacto medioambiental han sido aprobados por la Generalitat, los ayuntamientos son los competentes en dar a la empresa la autorización para que saque adelante el proyecto.
Pero con el nuevo decreto, será la Generalitat la que decida en qué zonas se puede construir un parque. Es lo que se denominará "zonas de desarrollo prioritario". Para poder optar a ellas, las empresas tendrán que ir a concurso.
La Generalitat marcará estas zonas en el mapa siguiendo tres pasos. Primero determinará cuáles son las regiones con viento en la comunidad. Ya situadas esas zonas, excluirá las que están protegidas medioambientalmente. Finalmente, superpondrá sobre esa huella las conexiones eléctricas existentes válidas para poder evacuar la energía de los molinos. El resultado son las zonas óptimas para montar un parque.
Todavía no se sabe cuáles son esos lugares, pero en cualquier caso no afectará a los planes de Gamesa en el Alt Empordà. Como la empresa ha optado por dividir su instalación (esparcida en 400 kilómetros cuadrados) en 32 miniparques, con dos molinos cada uno, que producen 10 megavatios por estación (a pesar de que estarán conectados entre sí y generarán 288 megavatios), el decreto no la afectará.
La nueva normativa, además, prevé agilizar los trámites para instalar un parque eólico. Hasta ahora una empresa podía tardar de media entre seis y siete años. Con este decreto, la Generalitat pretende reducir los tiempos de espera entre 12 y 15 meses.
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