La mesa de diálogo social arranca mañana con la pata sindical coja
El Gobierno elude poner plazos al acuerdo de concertación a tres bandas
Dos meses exactos habrá tardado desde su investidura el lehendakari Patxi López en sentar a la misma mesa de diálogo a su Gobierno, las patronales vascas y los sindicatos que han querido hacerlo. López hizo de esta cuestión una promesa electoral y una prioridad para encarar las consecuencias de la crisis. Su reto y del resto de los agentes implicados en el diálogo, que tiene el objetivo alcanzar un pacto social en un plazo que la portavoz del Gobierno, Idoia Mendia, no precisó ayer, empieza ahora. Entre los déficits de partida, al margen de las distancias que separan a Administración, sindicatos y patronal, está la posición contraria a la propia mesa de diálogo de los dos centrales nacionalistas, ELA y LAB, que suman la mayoría y que dejan coja la pata sindical con su ausencia.
Habrá una mesa general y tres sectoriales para negociar los asuntos
Mendia insistió ayer al término del Consejo de Gobierno en que la de mañana es "una convocatoria abierta" y que ese carácter se mantendrá en todo el desarrollo de las conversaciones. Es decir, que ambas centrales podrán incorporarse en cualquier momento, en el poco probable caso de que cambien de opinión.
El diálogo social se articulará, en realidad, en cuatro mesas. Una tendrá carácter general y la complementarán otras tres de signo sectorial. Mendia no aclaró la composición ni la función de cada una de ellas, aunque es de prever que la primera la presida el lehendakari y a ella se sienten también los máximos responsables de la patronal y los sindicatos, así como los consejeros de los departamentos más vinculados a los temas económicos, industriales y sociales. López ofrecerá mañana los detalles, excusó la portavoz.
En los últimos días las tres partes implicadas han trabajado intensivamente para acordar el documento inicial de trabajo, la agenda y el calendario de las conversaciones. Será el primer intento de diálogo social en Euskadi después de varias décadas de desencuentros entre las partes y de desinterés de los anteriores ejecutivos nacionalistas.
El diálogo se establecerá sobre tres grandes ejes, que interesan especialmente a cada una de las partes. El Gobierno peleará para garantizar y mejorar la protección social, Confebask defenderá el apoyo a la actividad empresarial y los sindicatos pondrán el acento en el empleo, la formación y el reciclaje, tanto de parados como de trabajadores en activo. Se trata de que la mezcla de acuerdos logre empujar la actividad hacia el crecimiento y de recuperar una cultura de acuerdos que pueda mejorar la relación en empresas y en la negociación sectorial.
Los ausentes, ELA y LAB, ya han señalado que no creen en un foro en el que se siente la patronal. Aunque la negociación colectiva está muy avanzada y el porcentaje de convenios renovados es muy elevado, la mayoría de ELA y LAB en muchos sectores y empresas puede condicionar la paz social que persigue la mesa de diálogo. Ambos sindicatos no creen que si en Madrid la CEOE está pidiendo una reforma del mercado de trabajo que abarate los costes del despido, en Euskadi, donde los costes salariales son más elevados, la patronal se conforme con medidas de promoción del empleo.
No obstante, la situación económica es delicada y nadie niega que hay que actuar. La previsión es que PIB acebe este año con un crecimiento negativo del -2,4% y el paro aumentará en 30.000 personas hasta situarse en el 10%. Además, la disponibilidad de gasto del Gobierno se ha visto recortada drásticamente por la reducción de los ingresos fiscales, lo que le obligará a endeudarse por 1.700 millones de euros. Las que siguen son las principales cuestiones que estarán sobre la mesa de diálogo.
- EREs. Las cifras de expedientes de regulación son imparables. Aunque todavía la mayoría de los trabajadores afectados lo son por expedientes pactados, los presentados sin acuerdo han aumentado hasta el 30%. El ritmo se mantiene en unos cinco expedientes diarios. Una de las principales batallas va a estar en lograr el compromiso de que los ERE vengan arropados por planes de formación específicos de los trabajadores (elaborados por las empresas) para reciclar a los empleados o reforzar su formación durante el tiempo de parada de la actividad.
- Alta temporalidad. El porcentaje se acercaba antes de la crisis al 30%, un fenómeno que en Euskadi duplica a las cifras europeas y es mayor que en el resto de España. Ahora el porcentaje será más bajo, pero porque los eventuales han sido las primeras víctimas de la recesión. Las subvenciones a la transformación de contratos fijos es una opción, pero posiblemente esta discusión se quede varada a la espera de lo que suceda en Madrid, donde la CEOE busca un marco de abaratamiento general del despido que pueda hacer crecer la contratación indefinida.
- Flexiseguridad. Es el nuevo concepto de moda. La fusión entre la seguridad en el empleo que propugnan los agentes sociales con las facilidades para el despido que exige la patronal. En el plano puramente teórico, ambas son compatibles porque el trabajo lo garantiza el mercado debido a la alta formación de los trabajadores que pasan de un empleo a otro sin problemas. Pero sólo sería de aplicación en sectores muy especializados y tecnologizados. No vale para los empleos de baja cualificación, más azotados por la crisis.
- Siniestralidad. Los índices de siniestralidad siguen siendo muy elevados en Euskadi. En lo que va de año el número de fallecidos se eleva a 27, frente a los 80 de todo 2008 ó los 101 de 2007. Se pretende reducirla con la incorporación de una fiscalía específica y un incremento de la inspección, así como con campañas de concienciación sobre la salud laboral. Los sindicatos piden una mayor presencia de la inspección.
- Protección social. En este capítulo el Gobierno y los sindicatos plantean un reforzamiento de la ayuda a los parados sin cobertura o que hayan agotado la prestación, utilizando los sistemas de protección social. La renta de 422 euros para los parados que agoten el subsidio de desempleo que se va a importar de Madrid podría llegar a Euskadi con un cierto incremento en su cuantía, de forma que ese ingreso no sea inferior al de la renta mínima vasca, es decir, los 624 euros al mes en catorce pagas.
- Empleo de calidad. Este debate puede ser complicado, ya que la creación de más y mejores puestos de trabajo entraña una contradicción con la reducción de los costes laborales que plantea la patronal. Sin embargo, los sindicatos quieren hincarle el diente al impulso empleo estable, pero sin dejar de lado el debate sobre el papel de los duplicados servicios públicos de empleo, las políticas activas y una mejora de la Formación Profesional y de las cualificaciones formativas.
- Sistema financiero. El lehendakari quiere poner sobre la mesa su programa de acuerdos logrado tras una amplia ronda de contactos con este tipo de instituciones con el fin de que el crédito fluya de forma más ágil y efectiva a las empresas y autónomos. Los sindicatos quieren que se remuevan no sólo los obstáculos que hay para acelerar y facilitar los préstamos bancarios a las empresas sino también los que afectan a las familias, con una amplia revisión del sistema.
- Modelo productivo. Sin embargo, no serán esos los únicos asuntos. Los sindicatos no quieren renunciar a hablar también de la transformación del modelo productivo, de la participación en la gestión de la empresa y en los criterios de concesión y de diseño de las políticas de I+D+i, así como de la internacionalización de las empresas, del diseño de la política industrial y de la confección del nuevo catálogo de los sectores estratégicos.
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